Por la
mañana, por falta de tiempo, ¿no puedes hacer tu oración y sientes que has
perdido una etapa espiritual importante de tu día? He aquí algunos consejos que
te ayudarán a abordar tu oración matutina
Te
despiertas haciendo la señal de la cruz. ¿Y luego? Aquí tienes un consejo útil:
en estos breves y tranquilos momentos, va bien recurrir a fórmulas fijas dichas
en un orden fijo.
Con la condición de evitar
la rutina y el cansancio, la repetición de las mismas palabras y de las
mismas oraciones que se suceden naturalmente ayudan a encontrar una verdadera
libertad interior.
Cuando, en la mañana, estás
apurado por el tiempo, un pensamiento, una
palabra puede invadirle de alegría: “Dios me ama” o de tristeza: “Jesús
fue crucificado por mí”. Así con tu
corazón despierto tu amor se inflama: “Cristo me llama a seguirlo”.
Pero también es posible que
simplemente estés cansado, más cerca del animal somnoliento que del hombre
consciente y libre en los albores de la Creación.
Hacer que la oración sea
decidida, mantenida por amor a la decisión tomada, ya es una verdadera oración.
Además la oración de los labios conduce a menudo a la oración del corazón.
¡Lo que importa es lo que
nos permite alabar a Dios y darle gracias! De rodillas o de pie, frente a tu
crucifijo, tu ícono, hacia la iglesia o el sol naciente (por cierto, ¿has visto
la dirección?), mientras bajas las escaleras del metro o mientras esperas el
autobús … ¡ora!
Cinco oraciones simples
para comenzar su día
Di un “Padrenuestro”, la
oración que el Señor nos ha enseñado, un “Ave María” para rezar con la Virgen
María, el “Creo en Dios”, en la fe de toda la Iglesia.
Di también: “Gloria a Dios,
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo” y el “Gloria a Dios en el cielo” o el
“Gloria” de la misa – porque es una oración de la mañana. Apréndelas de
memoria. Inténtalo: ¡es fácil!
Luego, en un abrir y cerrar
de ojos, presenta a Dios este día que le ha dado. En la
alabanza, ofrece por anticipado los sufrimientos y las penas que marcarán este
día, los encuentros habituales o extraordinarios, cualquier evento.
Finalmente, ¿por qué no
aprendes de memoria una frase del Evangelio, del Nuevo o del Antiguo
Testamento que te haya marcado en la liturgia de la Palabra del domingo
anterior?
Edifa
Fuente: Aleteia