Palabras
antes del Ángelus
Oración del Ángelus, 16 febrero 2020 © Vatican Media |
A
las 12 del mediodía de ayer, el Santo Padre Francisco se asomó por la ventana
del estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los
fieles y peregrinos reunidos en la Plaza San Pedro.
Estas
son las palabras del Papa al introducir la oración mariana:
Palabras del Papa antes
del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El
Evangelio de hoy (cf. Mt 5,17-37) está tomado del “Sermón de la Montaña” y
trata del cumplimiento de la Ley: cómo debo cumplir la Ley, cómo hacerlo. Jesús
quiere ayudar a sus oyentes a tener un acercamiento justo con las
prescripciones de los mandamientos dados a Moisés, exhortando a estar
disponibles para Dios que nos educa en la verdadera libertad y responsabilidad
a través de la Ley. Se trata de vivirla como un instrumento de libertad. No
olvidemos eso: viviendo la Ley como un instrumento de libertad, que me ayuda a
ser más libre, que me ayuda a no ser esclavo de las pasiones y del pecado.
Pensemos
en las guerras, pensemos en las consecuencias de las guerras, pensemos en esa
niña que murió congelada en Siria anteayer. Muchas calamidades, muchas. Este es
el resultado de las pasiones, y la gente que hace la guerra no sabe cómo
dominar sus pasiones. Les hace falta cumplir la Ley. Cuando cedemos a las
tentaciones y pasiones, no somos señores y protagonistas de nuestra propia
vida, sino que nos volvemos incapaces de manejarla con voluntad y
responsabilidad.
El
discurso de Jesús está estructurado en cuatro antítesis, expresadas con la
fórmula “Habéis comprendido que se dijo… pero yo te digo”. Estas antítesis se
refieren a otras tantas situaciones de la vida cotidiana: asesinato, adulterio,
divorcio y juramentos.
Jesús
no abolió las prescripciones que se ocupan de estos temas, pero explica su
pleno significado e indica el espíritu con el que …deben ser observadas. Nos
anima a pasar de una observancia formal de la Ley a una observancia sustancial,
acogiendo la Ley en el corazón, que es el centro de las intenciones, decisiones
palabras y gestos de cada uno de nosotros. Del corazón salen las buenas y las
malas acciones aceptando la Ley de Dios en nuestros corazones entendemos que,
cuando no amamos a nuestro prójimo, uno se mata a sí mismo y a otros hasta
cierto punto, porque el odio, la rivalidad y la división matan la caridad
fraternal que es la base de las relaciones interpersonales. Y esto se aplica a
lo que dije sobre las guerras, porque la lengua mata.
Aceptando
la Ley de Dios en el corazón se entiende que los deseos tienen que ser guiados,
porque no todo lo que deseas lo puedes tener, y no es bueno… ceder a los
sentimientos egoístas y posesivos. Cuando uno acepta la Ley de Dios en su
corazón, uno entiende que hay que abandonar un estilo de vida hecho de promesas
rotas, no mantenida, así como pasar de prohibición del perjurio a la decisión
de no jurar en absoluto, asumiendo la actitud de plena sinceridad con todos.
Y
Jesús es consciente de que no es fácil vivir los mandamientos de una manera
total y tan profundamente. Por esta razón nos ofrece la ayuda de su amor: Vino
al mundo no sólo para cumplir la Ley, sino también para darnos su Gracia, para
que podamos hacer la voluntad de Dios, amándolo a Él y a nuestros hermanos.
¡Todo, todo lo podemos hacer con la gracia de Dios! De hecho, la santidad no es
otra cosa que guardar esta gratuidad que Dios nos ha dado, esta gracia. Se
trata de la confianza y confiarnos a Él, a su gracia, a esa gratuidad que nos
ha dado y acoger la mano nos tiende constantemente, para que nuestros esfuerzos
y nuestro necesario compromiso puedan ser apoyados por su ayuda, llena de
bondad y misericordia.
Hoy
Jesús nos pide que avancemos en el camino del amor que nos ha mostrado y que
comienza desde el corazón. Esta es la manera de vivir como cristianos.
Que
la Virgen María nos ayude a seguir el camino trazado por su Hijo, para lograr
la verdadera alegría y difundir la justicia y la paz por todas partes.
Raquel
Anillo
Fuente:
Zenit