Para
formarlos en el celo apostólico
Audiencia con la Academia Pontificia Eclesiástica © Vatican Media |
El
Papa Francisco pide que se integre en el programa de formación de los
sacerdotes candidatos al servicio diplomático de la Santa Sede un año de
compromiso misionero en una diócesis de las Iglesias particulares.
Así
lo ha expresado en una carta del 11 de febrero de 2020 dirigida a Mons. Joseph
Marino, presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica – la escuela para la
formación del personal diplomático de la Santa Sede – y difundida hoy, 17 de
febrero, por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Esta
indicación la había preanunciado en su discurso final del Sínodo de la
Amazonia y se concretiza en esta misiva, con el fin de formar a estos
sacerdotes en el celo apostólico para ir a los territorios fronterizos, fuera
de su diócesis de origen.
Experiencia misionera
Francisco
se muestra convencido de que la mencionada experiencia misionera “puede ser
útil para todos los jóvenes que se preparan o comienzan el servicio sacerdotal,
pero de manera especial para aquellos que en el futuro serán llamados a
colaborar con los representantes Pontificios y, posteriormente, podrán
convertirse a su vez en enviados de la Santa Sede a las naciones e Iglesias
particulares”.
Igualmente,
expresa estar segura de que “la experiencia misionera que se quiere promover será
útil no solo para los jóvenes académicos, sino también para las Iglesias
particulares con las que colaborarán” y que, como espera, “suscitará en otros
sacerdotes de la Iglesia universal el deseo de ponerse a disposición para
transcurrir un período de servicio misionero fuera de su propia diócesis”.
A
continuación sigue la carta completa del Santo Padre.
Carta del Santo Padre
Querido
hermano,
Al
concluir los trabajos de la reciente Asamblea Especial del Sínodo de los
Obispos para la Región Pan-Amazónica, expresé el deseo de que los sacerdotes
que se preparan para el servicio diplomático de la Santa Sede dedicasen un año
de su formación al compromiso misionero en una diócesis.
Estoy
convencido de que tal experiencia puede ser útil para todos los jóvenes que se
preparan o comienzan el servicio sacerdotal, pero de manera especial para
aquellos que en el futuro serán llamados a colaborar con los Representantes
Pontificios y, posteriormente, podrán convertirse a su vez en Enviados de la
Santa Sede a las naciones e Iglesias particulares.
De
hecho, como ya he tenido ocasión de recordar a la comunidad de esta Pontificia
Academia Eclesiástica: «La misión que un día estaréis llamados a desempeñar os
llevará a todas las partes del mundo. A Europa, que necesita despertarse; a
África, sedienta de reconciliación; a América Latina, hambrienta de alimento e
interioridad; a América del Norte, determinada a redescubrir las raíces de una
identidad que no se define a partir de la exclusión; a Asia y Oceanía,
desafiadas por la capacidad de fermentar en la diáspora y dialogar con la
vastedad de culturas ancestrales.» (25 de junio de 2015).
Para
afrontar positivamente estos crecientes desafíos para la Iglesia y el mundo, es
necesario que los futuros diplomáticos de la Santa Sede adquieran, además de
una sólida formación sacerdotal y pastoral, y de la formación específica que
ofrece esta Academia, también una experiencia personal de misión fuera de su
propia diócesis de origen, compartiendo con las Iglesias misioneras un período de
camino junto a su comunidad, participando en su actividad evangelizadora
cotidiana.
Me
dirijo, pues, a ti, querido hermano, que acabas de asumir el cargo de
Presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica, para pedirte que pongas en
práctica mi deseo de enriquecer el curriculum de formación académica
con un año dedicado enteramente al servicio misionero en las Iglesias
particulares de todo el mundo. Esta nueva experiencia entrará en vigor
empezando con los nuevos alumnos que iniciarán su formación en el próximo año
académico 2020/2021.
Con
el fin de elaborar más en profundad y dar buen curso a este proyecto, será
necesaria, en primer lugar, una estrecha colaboración con la Secretaría de
Estado y, más concretamente, con la Sección para el Personal de la Función
Diplomática de la Santa Sede, así como con los Representantes Pontificios, que
ciertamente no dejarán de prestar una valiosa ayuda para identificar las
Iglesias particulares dispuestas a acoger a los alumnos y a seguir de cerca su
experiencia.
Estoy
seguro de que, superadas las preocupaciones iniciales que puedan surgir ante
este nuevo estilo de formación de los futuros diplomáticos de la Santa Sede, la
experiencia misionera que se quiere promover será útil no sólo para los jóvenes
académicos, sino también para las Iglesias particulares con las que colaborarán
y, como espero, suscitará en otros sacerdotes de la Iglesia universal el
deseo de ponerse a disposición para transcurrir un período de servicio
misionero fuera de su propia diócesis.
En
conclusión, encomendando a la Virgen María, Madre de la Iglesia, esta nueva
modalidad de formación de los futuros colaboradores del Servicio diplomático de
la Santa Sede, te envío con afecto, querido hermano, y a toda la comunidad de
la Pontificia Academia Eclesiástica un cordial saludo y mi bendición
apostólica, pidiéndoos por favor que os acordéis de mí en vuestras
oraciones.
Desde
el Vaticano, 11 de febrero de 2020
Francisco
Larissa
I. López
Fuente:
Zenit