Entregan al Papa la
declaración promovida por el Consejo Israelí de Bioética
Foto: Juan Flores |
Los representantes de las
tres grandes religiones monoteístas manifestaron hace unos meses en Roma que «la
eutanasia y el suicidio asistido son moral e intrínsecamente erróneos y deben
ser prohibidos sin excepciones. Se rechaza categóricamente toda presión o
acción sobre los pacientes para inducirles a poner fin a sus vidas».
La declaración conjunta
nació como una propuesta del rabino Avraham Steinberg, copresidente del Consejo
Nacional de Bioética israelí, al Papa Francisco, quien a su vez encargó a la
Pontificia Academia de la Vida coordinar la iniciativa con las autoridades
religiosas musulmanes para lograr una postura común de las tres grandes
religiones abrahamíticas, abierta al resto.
En la ceremonia de firma,
celebrada en la Pontificia Academia de las Ciencias, se han leído mensajes del
Gran Rabinato de Jerusalén, del metropolita Hilarión en nombre de la Iglesia
Ortodoxa Rusa, y de líderes religiosos musulmanes.
Al término de la ceremonia,
los participantes, incluido el cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, encargado
del diálogo interreligioso, se desplazaron juntos a un encuentro con el Papa
Francisco para entregarle el original, abierto ahora a líderes de todas las
demás religiones que deseen sumarse.
La declaración conjunta
señala que «ningún operador sanitario debe ser forzado o presionado a asistir
directa o indirectamente a la muerte deliberada e intencional de un paciente»
sino que «se debe respetar la objeción de conciencia frente a actos contrarios
a los valores éticos de cada persona».
El texto afirma que «desde
el punto de vista social, debemos esforzarnos par que el deseo de los pacientes
de no ser un peso no los lleve a la sensación de ser inútiles y a perder la
conciencia del valor y dignidad de su propia vida».
Las tres religiones se
comprometen conjuntamente a «sensibilizar a la opinión pública sobre los
cuidados paliativos» y a «proporcionar ayuda a las familias y seres queridos de
los pacientes que fallecen».
En su parte inicial, el
documento deja muy claro que los progresos médicos pueden mantener en vida a
pacientes en fase terminal –«en que la muerte llegará probablemente en el arco
de pocos meses»– más allá de lo razonable o de lo éticamente aceptable.
Por eso afirma que «cuando,
a pesar de los medios usados, la muerte es inminente, es justificado tomar la
decisión de rechazar algunos tratamientos médicos que no servirían más que para
prolongar una vida precaria, gravosa y sufriente».
También exhorta a «hacer
todo lo posible para proporcionar alivio, mitigar eficazmente el dolor,
proporcionar compañía y asistencia emotiva y espiritual al paciente y a su
familia en la preparación a la muerte».
En todo caso, «el personal
sanitario y la sociedad deben respetar el deseo del paciente que quiera
prolongar su vida, aunque sea por un período de tiempo breve, utilizando medios
médicos clínicamente apropiados. Esto significa mantener la ayuda respiratoria,
nutrición e hidratación artificiales», así como algunos fármacos básicos.
El documento destaca los
grandes avances logrados en cuidados paliativos que integran «las dimensiones
física, psicológica y espiritual de la persona», e invita «a los profesionales
y estudiantes a especializarse en este campo de la medicina».
Rechazo entre los médicos
También la Asociación
Médica Mundial ha reafirmado su compromiso con «los principios de la ética
médica y que se debe mantener el máximo respeto por la vida humana». Por ello,
esta entidad «se opone firmemente a la eutanasia y el suicidio médicamente
asistido», según consta en una declaración sobre estas prácticas aprobada el
sábado en el marco de su 70ª Asamblea General.
«Ningún médico debería ser
obligado a participar en una eutanasia», entendiendo esta como la
administración de una substancia o el procedimiento que cause la muerte de un
paciente con uso de razón a petición suya. Tampoco en el suicidio médicamente
asistido «recetando o proporcionando sustancias con la intención de causar la
muerte» de un paciente que lo solicite.
Además de no deber ser
obligados a participar en estas prácticas, tampoco «debería obligárseles a
derivar al paciente» a otro médico que sí esté dispuesto a hacerlo, añade la
declaración final, aprobada después de un largo proceso de consulta con médicos
y no médicos de todo el mundo.
Por otro lado, se advierte
de que «respetar el derecho básico de un paciente a rechazar un tratamiento no
es» contrario a la ética, «incluso si respetar este deseo conlleva la muerte
del paciente». La Asociación Médica Mundial cuenta entre sus miembros con 112
asociaciones médicas nacionales, además de 1.013 médicos que se han inscrito
como socios a título particular.
Juan Vicente Boo
Fuente: Alfa y Omega