Don Gabriele
Bernardelli deseaba enviar un mensaje lleno de esperanza y fe a sus feligreses
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Cuando más de 50.000 italianos están en cuarentena en el norte del país con
más de 200 casos de coronavirus detectados, el sacerdote de una pequeña aldea
italiana se ha dirigido a sus feligreses con un mensaje grabado en Youtube para
llevar un mensaje de paz y esperanza
Mientras se
propaga el coronavirus Covid-19, el mensaje del párroco de Castiglione d’Adda
(Lombardía), de 4.500 habitantes, ha destacado en las últimas horas, en medio
de los anuncios de prevención o contención.
Es de este
pequeño pueblo de donde parece que proviene el “paciente 0”, de 38 años. Y así,
es a esta ciudad a donde los focos de los medios se vuelven.
Don Gabriele
Bernardelli deseaba enviar un mensaje lleno de esperanza y fe a sus feligreses.
“No me da
vergüenza decirte que ayer, ante del tabernáculo y la estatua de la Santísima
Virgen, yo también lloré. Y te pido que levantes conmigo al Señor el clamor de
nuestra oración. Orar ya es esperar”, explicó antes de anunciar lo que iba
a hacer después de “la santa misa”.
“Cuando
escuches las campanas sonando para la misa, únete al sacerdote que ofrecerá el
sacrificio del Señor por todos. Mañana por la mañana (domingo 23 de febrero),
después de la misa que celebraré a las 11 de la mañana, saldré solo a la
explanada del cementerio parroquial para bendecir a toda la parroquia y al
pueblo con el Santísimo Sacramento. Estamos unidos en la oración. Su párroco,
don Gabriele.”
Un acto de
bendición de la ciudad con el Santísimo Sacramento que recuerda la tradición de
Lyon cada 8 de septiembre, o la del capellán de los bomberos de París durante
el incendio de Notre-Dame.
A mis fieles en
la prueba:
Queridos
hermanos y hermanas, ninguno de nosotros hubiera pensado llegar a la situación
en la que nos encontramos. Nuestra alma está aturdida, la urgencia parecía muy
lejana. Pero está aquí, con nosotros. Incluso este hecho nos lleva a considerar
cuánto en el mundo somos ahora una gran familia. Ahora debemos seguir las
indicaciones que las autoridades han establecido, incluido el cese de la celebración
de la Santa Misa. Es fácil, en esta situación, abandonarse espiritualmente,
volverse apático hacia la oración, considerada inútil.
Más bien, los
invito, queridos hermanos y hermanas, a intensificar la oración, que siempre
abre situaciones a Dios. Nos damos cuenta, en coyunturas como la del presente,
de nuestra impotencia, entonces lloremos a Dios nuestra sorpresa, nuestro
sufrimiento, nuestro miedo. Ayer pensé en el pasaje que leeremos el Miércoles
de Ceniza, tomado del profeta Joel (2,17), donde se dice: “Entre el portal y el
altar, los sacerdotes, siervos del Señor, llorarán y dirán: Ten piedad, Señor,
de tu pueblo”.
No me da
vergüenza decirte que ayer, frente al tabernáculo y la estatua de la Santísima
Virgen, yo también lloré. Y te pido que levantes conmigo al Señor el clamor de
nuestra oración. Orar ya es esperar. Les recuerdo a todos en la Eucaristía
diaria y conmigo Don Manuel, Don Gino y Don Abele.
Cuando escuches
las campanas de la misa, únete al sacerdote que ofrecerá el sacrificio del
Señor para todos. Mañana por la mañana, después de la misa que celebraré a las
11 de la mañana, saldré a la explanada y bendeciré a toda la parroquia y al
pueblo con el Santísimo Sacramento. Sobre todo, recordemos a aquellos que han
sido infectados con el virus y sus familias, para que no se desanimen, y
también a todo el personal médico que trabaja duro para lidiar con el contagio.
Mantengámonos
unidos en la oración. Su párroco, don Gabriele.
Bérengère
Dommaigné
Fuente: Aleteia