El
Papa Francisco destacó cómo la Iglesia se convirtió en un refugio para los
judíos romanos perseguidos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial
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Papa Francisco. Crédito: Daniel Ibáñez (ACI) |
Lo
hizo mediante un mensaje que el Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal
Pietro Parolin, leyó este lunes 3 de febrero en el Teatro de la Ópera de Roma
con motivo de la celebración del 150 aniversario de la declaración de Roma como
capital de la Italia reunificada.
El
Santo Padre, que es Obispo de Roma, señaló que “la proclamación de Roma Capital
fue un evento providencial que, entonces, suscitó polémicas y problemas. Pero
cambió Roma, Italia y la misma Iglesia: se iniciaba una nueva historia”.
La
proclamación de Roma como capital del entonces Reino de Italia se produjo en el
año 1970, después de que las tropas del nuevo Estado italiano, creado alrededor
de la figura del rey saboyano Víctor Manuel II, conquistó la ciudad el 20 de
septiembre y obligaran al Papa Pío IX a recluirse en el Palacio Apostólico del
Vaticano.
Habría
que esperar a los Pactos Lateranenses, firmados en 1929, para que el Papa y el
Estado italiano alcanzaran la reconciliación y se garantizara la independencia
de la Santa Sede con la creación del Estado de la Ciudad del Vaticano.
En
su mensaje, Francisco destacó que “en 150 años Roma ha crecido y cambiado
mucho”. “La Iglesia, en este devenir, ha compartido las alegrías y los dolores
de los romanos”. El Papa quiso destacar tres momentos como ejemplo de “esta
rica historia común”.
En
primer lugar, citó los nueve meses de ocupación nazi entre 1943 y 1944. “Desde
el 16 de octubre de 1943 se desencadenó la terrible caza para deportar a los
judíos. Fue la Shoah vivida en Roma. Entonces, la Iglesia fue un espacio de
asilo para los perseguidos: cayeron antiguas barreras y dolorosas distancias”.
“De
aquellos tiempos difíciles traemos, antes que nada, la lección de la
imperecedera fraternidad entre la Iglesia Católica y la Comunidad hebrea”,
explicó.
En
segundo lugar, recordó “los años del Concilio Vaticano II, de 1962 a 1965,
cuando la ciudad acogió a padres conciliares, observadores ecuménicos y muchos
más. Roma brilló como espacio universal, católico, ecuménico. Se convirtió en
una ciudad universal de diálogo ecuménico e interreligioso, de paz. Se vio
entonces cuanto significa la ciudad para la Iglesia y para el mundo entero”.
El
tercer momento destacado por el Papa Francisco fue “el congreso sobre los
‘males de Roma’ de febrero de 1974, por voluntad del entonces Cardenal Vicario
Ugo Poletti”.
“Por
medio de asambleas participadas por el pueblo, nos pusimos en escucha de las
expectativas de los pobres y de las periferias. Allí se habló de universalidad,
pero en el sentido de inclusión de las periferias. La ciudad debe ser la casa
de todos. Es una responsabilidad hoy también: las periferias actuales están
marcadas por mucha miseria, habitadas por grandes soledades y pobreza”.
El
Papa Francisco concluyó su mensaje afirmando que “Roma es un gran recurso de la
humanidad”. “Roma puede y debe renovarse en el doble sentido de la apertura al
mundo y de la inclusión de todos”. “Roma tendrá un futuro su compartimos la
visión de ciudad fraterna, inclusiva, abierta al mundo”.
Fuente:
ACI Prensa