Séptimo
aniversario del anuncio de Benedicto XVI de su renuncia al solio de Pedro (11
febrero 2013)
Benedicto XVI a sus 85 años, anunció su renuncia
al solio de Pedro (11 febrero 2013). “FLASH:
PAPA DEJA PONTIFICADO DESDE 28/02”, fue el primer título de agencia a nivel
mundial. Giovanna Chirri, entonces periodista vaticanista de la agencia
italiana ANSA, que daba la ‘primicia’, escuchó en latín las palabras
pronunciadas en tono solemne por el Papa sobre algo importantísimo para la vida
de la Iglesia: “ingravescente aetate”.
El escenario era casi irreal. La etapa de
sucesión era una incógnita y menos aún se sabía de la posibilidad de que
existiera la figura del Papa emérito. Sin embargo, el
Papa alemán con su libertad de pastor, organizó los detalles y reafirmó la
primacía de Jesús en la Iglesia.
Así lo manifestó proféticamente en la misa
de inicio pontificado: “Mi verdadero programa
de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de
ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad
del Señor y dejarme conducir por Él.” (Misa imposición del Palio y entrega
del anillo del pescador 24.04.2005).
Decisión incomprendida por algunos círculos
Algunos especulan aún de un complot. No
obstante, Benedicto fue claro: la renuncia se debía a la falta de fuerzas
físicas y de ánimo, más
allá de los escándalos y de los problemas eclesiales que no faltan hasta
nuestros días.
“Su
renuncia fue una decisión meditada por mucho tiempo, bien orada y dolorosa, de
la que nunca se arrepintió. El Papa está completamente en paz consigo mismo”,
afirmó monseñor Georg Gaenswein, secretario privado de Benedicto, en un
documental publicado a inicio de año por la radio bávara (07.01.2020).
En efecto, hoy, el Papa emérito a los 92
años de edad, vive serenamente en retiro y en oración su otoño senil en el
monasterio Mater Ecclesiae en
los jardines vaticanos. Sabe que su decisión causó “profundo dolor” en muchos y
que algunos conservadores recalcitrantes lo consideran un “grave daño” para la
Iglesia (20.09.2018).
Mansedumbre hasta el final
Pero, también mira con benevolencia a esas
voces rabiosas que tildan solo una “parte” de su pontificado, limitándola a su
renuncia, sin apreciar un todo reformador, valiente y puente con la continuidad
del pontificado de Francisco para bien de la Iglesia.
Benedicto XVI lo
ha dicho claro: no existen dos papas, al mismo tiempo que ha manifestado
fidelidad absoluta al Papa y a través de sus colaboradores ha desmentido
cualquier tipo de injerencia en otras cuestiones más recientes (21.09.2018) .
Profecía de papa Benedicto
Si el inicio, mide a veces, un posible
final, podemos recordar las palabras de la primera misa de Benedicto XVI,
cuando invitaba a la Iglesia a no tener miedo, recordando a Juan Pablo II
(22.10.1978) en su inicio de ministerio: “¡No temáis! ¡Abrid, más todavía,
abrid de par en par las puertas a Cristo!”.
Palabras proféticas, quizá llave de lectura
de los movimientos del corazón de papa Ratzinger para tomar decisiones valientes
como la de su renuncia. Un llamado no solo a los hombres con poder, sino
también para todos los hombres para que no teman de perder algo, cuando siguen
a Dios, por el contrario ganar un tesoro: la “libertad a la fe”:
“¿Acaso no tenemos todos de algún modo
miedo –si dejamos entrar a Cristo totalmente dentro de nosotros, si nos abrimos
totalmente a él–, miedo de que él pueda quitarnos algo de nuestra vida? ¿Acaso
no tenemos miedo de renunciar a algo grande, único, que hace la vida más bella?
¿No corremos el riesgo de encontrarnos luego en la angustia y vernos privados
de la libertad?”,
preguntaba papa Ratzinger citando a Juan Pablo II.
Quien deja entrar a Cristo no pierde nada
Entonces, aclaró: “¡no! quien deja entrar a Cristo no pierde nada,
nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande.
¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta
amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana.
Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera”.
Así, hoy, podemos recordar la renuncia de
Benedicto XVI con esa “gran fuerza y gran convicción”, de no tener miedo y
vivir una amistad perenne con Dios. Cristo “no
quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí,
abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera
vida” (24.04.2005).
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia