Llevar
“la alegría del Evangelio”
Mensaje Del Papa Francisco © Vatican News |
“Es
la hora de ustedes, de hombres y mujeres comprometidos en el mundo de la
cultura, de la política, de la industria… que con su modo de vivir sean capaces
de llevar la novedad y la alegría del Evangelio allá donde estén”, expuso el
Papa Francisco.
Ayer,
14 de febrero de 2020, la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha difundido el
mensaje que el Santo Padre ha enviado al cardenal Ricardo Blázquez Pérez,
presidente de la Conferencia Episcopal Española, con motivo del Congreso Nacional de Laicos.
Este
evento tiene lugar en Madrid, España, del 14 al 16 de febrero bajo el lema
“Pueblo de Dios en salida”.
Santos Cirilo y Metodio
Francisco
habla en su mensaje sobre el recorrido de preparación para el congreso que han
realizado sus organizadores y participantes, destacando el “caminar juntos,
hacer ‘sínodo’, compartiendo ideas y experiencias desde las distintas
realidades en las que están presentes, para enriquecerse y hacer crecer la
comunidad en la que uno vive”.
También
resalta la coincidencia del inicio del encuentro con la memoria de los santos
Cirilo y Metodio, patrones de Europa y evangelizadores del continente. En un
“mundo complejo y hostil”, gracias a su labor, “una porción del Pueblo de Dios
comenzó a caminar en esa amplia región del continente, y lo sigue haciendo
todavía hoy”.
“Somos Pueblo de Dios”
Para
el Papa, esto nos enseña que “somos Pueblo de Dios, invitados a vivir la fe, no
de forma individual ni aislada, sino en la comunidad, como pueblo amado y
querido por Dios”. Para ello, es fundamental “tomar conciencia de que formamos
parte de una comunidad cristiana”, “no somos una agrupación más, ni una ONG,
sino la familia de Dios convocada en torno a un mismo Señor”.
“Recordar
esto nos lleva a profundizar cada día nuestra fe: un don que se vive en la
acción litúrgica, en la oración común de toda la Iglesia y que debe ser
anunciado”, aclara.
Este
Pueblo de Dios “en salida” está llamado a “dejar atrás sus comodidades y dar el
paso hacia el otro, intentando dar razón de la esperanza (cf. 1 P 3,15),
no con respuestas prefabricadas, sino encarnadas y contextualizadas para hacer
comprensible y asequible la Verdad que como cristianos nos mueve y nos hace
felices”, describe el Pontífice.
Patear las calles
El
Obispo de Roma invita a los laicos a vivir “su propia vocación inmersos en el
mundo, escuchando, con Dios y con la Iglesia, los latidos de sus contemporáneos,
del pueblo” y sin caer en las “tentaciones” del laico: el clericalismo, el
carrerismo eclesial, la rigidez, la negatividad…
Asimismo,
el Santo Padre exhorta a no tener miedo “de patear las calles, de entrar en
cada rincón de la sociedad, de llegar hasta los límites de la ciudad, de tocar
las heridas de nuestra gente… esta es la Iglesia de Dios, que se arremanga para
salir al encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la
mano, para sostenerlo, animarlo o, simplemente, para acompañarlo en su vida”.
A
continuación sigue el mensaje completo del Papa Francisco.
Mensaje del Santo Padre
Al
Eminentísimo
Cardenal
Ricardo Blázquez Pérez
Presidente
de la Conferencia Episcopal Española
Querido
hermano:
Me
dirijo a usted, como también al querido Cardenal Carlos Osoro Sierra, Arzobispo
de Madrid, y a todos los hermanos obispos, sacerdotes, religiosos y, de manera
particular, a los fieles laicos, con ocasión del Congreso Nacional que celebran
con el tema: «Pueblo de Dios en salida».
Para
llegar a esta celebración han recorrido un largo camino de preparación, y esto
es hermoso, caminar juntos, hacer “sínodo”, compartiendo ideas y experiencias
desde las distintas realidades en las que están presentes, para enriquecerse y
hacer crecer la comunidad en la que uno vive.
Es
significativo que inicien este Congreso en el día que la Iglesia hace memoria
de los santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa. Ellos impulsaron una gran
evangelización en este continente, llevando el mensaje del Evangelio a quienes
no lo conocían, haciéndolo comprensible y cercano a las gentes de su tiempo,
con un lenguaje y formas nuevas. Con su ingenio y su testimonio, fueron capaces
de llevar la luz y la alegría del Evangelio a un mundo complejo y hostil. El
fruto fue ver cómo muchos creían y adherían a la fe, formando una comunidad;
una porción del Pueblo de Dios comenzó a caminar en esa amplia región del
continente, y lo sigue haciendo todavía hoy bajo el amparo de esos dos hermanos
evangelizadores.
Esto
nos enseña —como afirma el lema del Congreso— que somos Pueblo de Dios,
invitados a vivir la fe, no de forma individual ni aislada, sino en la
comunidad, como pueblo amado y querido por Dios. Le pertenecemos, y esto
implica no sólo haber sido incorporados a Él por medio del bautismo, sino vivir
en coherencia con ese don recibido. Para ello es fundamental tomar conciencia
de que formamos parte de una comunidad cristiana. No somos una agrupación más,
ni una ONG, sino la familia de Dios convocada en torno a un mismo Señor.
Recordar esto nos lleva a profundizar cada día nuestra fe: un don que se vive
en la acción litúrgica, en la oración común de toda la Iglesia y que debe ser
anunciado. Es el pueblo convocado por Dios, que camina sintiendo el impulso del
Espíritu, que lo renueva y le hace volver a Él, una y otra vez, para sentirnos
cosa suya.
Y
este Pueblo de Dios en salida vive en una historia concreta, que
nadie ha elegido, sino que le viene dada, como una página en blanco donde
escribir. Está llamado a dejar atrás sus comodidades y dar el paso hacia el
otro, intentando dar razón de la esperanza (cf. 1 P 3,15), no con
respuestas prefabricadas, sino encarnadas y contextualizadas para hacer
comprensible y asequible la Verdad que como cristianos nos mueve y nos hace felices.
Para
ello, se necesita esa libertad interior capaz de dejarse tocar por la realidad
de nuestro tiempo y tener la valentía de salir a su encuentro. El mandato
misionero es siempre actual y vuelve a nosotros con la fuerza de siempre, para
hacer resonar la voz siempre nueva del Evangelio en este mundo en el que
vivimos, particularmente en esta vieja Europa, en la que la Buena Noticia se ve
sofocada por tantas voces de muerte y desesperación.
La
Palabra viva de Dios necesita ser predicada con pasión y alegría a través del
testimonio cristiano para poder derrumbar hasta los muros más altos que aíslan
y excluyen. Es la hora de ustedes, de hombres y mujeres comprometidos en el
mundo de la cultura, de la política, de la industria… que con su modo de vivir
sean capaces de llevar la novedad y la alegría del Evangelio allá donde estén.
Los animo a que vivan su propia vocación inmersos en el mundo, escuchando, con
Dios y con la Iglesia, los latidos de sus contemporáneos, del pueblo. Y les
pido, por favor, que eviten a toda costa las “tentaciones” del laico dentro de
la Iglesia, que pueden ser: el clericalismo, que es una plaga y los encierra en
la sacristía, como también la competitividad y el carrerismo eclesial, la
rigidez y la negatividad…, que asfixian lo específico de su llamada a la
santidad en el mundo actual.
Por
lo tanto, no tengan miedo de patear las calles, de entrar en cada rincón de la
sociedad, de llegar hasta los límites de la ciudad, de tocar las heridas de
nuestra gente… esta es la Iglesia de Dios, que se arremanga para salir al
encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano,
para sostenerlo, animarlo o, simplemente, para acompañarlo en su vida. Que el
mandato del Señor resuene siempre en ustedes: «Vayan y prediquen el Evangelio»
(Mt 28,19).
Los
animo en su tarea y compromiso, y ruego al Señor que este Congreso pueda dar
frutos abundantes.
Y,
por favor, les pido que recen por mí.
Que
Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide.
Fraternalmente,
FRANCISCO
Roma,
junto a San Juan de Letrán, 14 de febrero de 2020.
Fiesta
de los santos Cirilo y Metodio, Patronos de Europa.
Larissa
I. López
©
Librería Editorial Vaticana
Fuente:
Zenit