Probablemente este gesto no será viral como el primero, pero quizás es una
parábola moderna sobre el perdón, dejar de lado el orgullo y vivir el llamado a
ser pobres en el espíritu
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El 8 de enero
de 2020 al final de una audiencia en el aula Pablo VI, el papa Francisco se ha encontrado
con la mujer de rasgos orientales que le hizo perder la paciencia en la noche
de San Silvestre, cuando saludando a los fieles en la Plaza de San Pedro,
reaccionó dando tres palmadas en la mano a la fiel que lo
agarró bruscamente de la mano y le empujó hacia ella.
El Papa de 82
años, en el primer Ángelus del año, luego se disculpó por el gesto diciendo: “También
yo pierdo la paciencia”, dijo con honestidad. “Muchas
veces perdemos la paciencia; yo también, y me disculpo por el mal ejemplo de ayer”,
había dicho.
Sin embargo,
estas excusas no fueron suficientes para el Papa. Hasta el punto que decidió
hacer buscar a la mujer, como informó la agencia italiana ANSA,
para decirle lo que sentía de persona y pedirle perdón.
El encuentro no
fue comentado por el Vaticano. No obstante, ha sido confirmado también por las
fotos oficiales que retraen a los protagonistas de esta historia con un final feliz
en el Aula Pablo VI; en el lenguaje del cuerpo se denota calidez, entre un
apretón de manos y cordialidad, rostros distendidos, sonrisas y la mano
extendida de ambos lados.
En ese
encuentro, sin cámaras y micrófonos, Francisco ha reiterado que estaba muy
conmocionado y ha lamentado su reacción inicial en esa noche del 31 diciembre
2019.
Casi, con su último
gesto, ha puesto en práctica el mensaje de la audiencia general de este
miércoles 05 de febrero de 2020: ¡Qué difícil es admitir un error y
pedir perdón! Cuesta porque humilla nuestra imagen hipócrita. Vivir
tratando de ocultar las deficiencias es agotador”. dijo. Los orgullosos –
afirmó – no saben pedir perdón porque ellos siempre tienen razón, no son pobres
en el espíritu.
Ary Waldir
Ramos Díaz
Fuente: Aleteia






