1ª
predicación del padre Bovati
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| Predicación del padre Bovati, 1 marzo 2020 © Vatican Media |
“Los
acompaño desde aquí. Haré los Ejercicios en mi habitación, siguiendo las
predicaciones del padre Bovati, a quien agradezco mucho. Rezo por ustedes: por
favor, háganlo por mí”.
Estas
son las palabras del Papa Francisco incluidas en una carta al predicador de los
Ejercicios Espirituales para la Curia, que comenzaron ayer por la tarde en
Ariccia, Italia, informa Vatican News.
El
padre Pietro Bovati, teólogo de la Pontificia Comisión Bíblica y predicador en
el retiro cuaresmal de la Curia Romana en Ariccia, inauguró ayer, domingo 1 de
marzo de 2020, el ciclo de meditaciones de los ejercicios espirituales de la
Curia, que finaliza el viernes 6 de marzo.
Tal
y como sucedió en los últimos días, el Santo Padre sigue este retiro cuaresmal
desde la casa Santa Marta debido a su resfriado. Ayer, en la apertura del
mismo, el padre Bovati leyó las palabras de Francisco.
Moisés y la oración
Según
la misma fuente, el protagonista de las reflexiones de este retiro es Moisés,
el hombre que experimenta la amistad de Dios. El sacerdote jesuita indicó en su
sermón que uno puede ser un artesano de lo sagrado o amigo de Dios y la clave
se encuentra en cómo se vive la oración, el único “ejercicio” que conduce a la
criatura a la intimidad con el Creador.
Para
el predicador, la oración es un “camino”, que sigue “huellas divinas”, y el
emblema de este dinamismo es Moisés. Como relata el libro del Éxodo, cuando el
patriarca se dirige a la tienda del congreso, situada fuera del campamento,
realiza “el trayecto del deseo”, de dejarlo todo para ir al encuentro de Dios.
Del
mismo modo, la nube que desciende sobre la tienda cuando Moisés se acerca es el
signo del Señor que “va a su encuentro”. Esto, continúa, “invierte una idea
bastante extendida que identifica la oración con una palabra que el hombre
dirige al Señor”, prácticamente una “forma de recitación”.
“Familiaridad prodigiosa”
“La
auténtica oración es, en cambio, fundamentalmente una experiencia profética,
aquella por la que la criatura humana puede escuchar en silencio la voz del
Señor”. Constituye “cara a cara” en el que, según la Biblia, Dios habla a
Moisés “como a un amigo”.
Este
es, para el teólogo jesuita, el valor de la oración, que logra lo que él define
como “familiaridad prodigiosa”: “La familiaridad con Dios no tiene nada que ver
con la experiencia en los asuntos religiosos, ni siquiera con una buena cultura
teológica o bíblica. Por el contrario, es el fruto exclusivo de la auténtica
oración, en la que el hombre ve y gusta el plan amoroso de Dios, su voluntad
benéfica para ser llevada a cabo de manera concreta, pronta y generosa. Sin
esta experiencia de familiaridad no hay vida auténticamente religiosa sino sólo
– en el mejor de los casos – el arte de las cosas sagradas”.
Fuego
Esta
confianza, continúa el padre Bovati, no es improvisada, sino que “es el punto
final de un proceso”. Se trata, en cierto modo, de una transfiguración similar
a la que vivió Moisés en la experiencia de la zarza. De este modo, para lograr
la intimidad con Dios “es necesario tener una experiencia repetida del fuego” y
en esto la zarza puede “representar a la persona humana en su fragilidad,
debilidad y miseria como la de una zarza, que es investida de un poder perenne
de vida: el fuego”.
“No
se trata simplemente de refrescar un poco el fervor de nuestra alma a través de
algún ejercicio apropiado de devoción, sino más bien de asumir con renovado
compromiso de verdad, con una sincera apertura de corazón, el don que Jesús
vino a traer al mundo. Cuando exclamó: ‘He venido a echar fuego sobre la
tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera encendido!’”, explicó.
Se
trata del fuego que el mundo de hoy necesita constantemente, en el que, para el
predicador, hay “condiciones de necesidades espirituales urgentes e incluso
dramáticas, que requieren fuerzas espirituales de curación que sólo Dios puede
dispensar”.
Subir al piso superior
“La
Iglesia está siempre deseosa de renovarse espiritualmente, está llamada a un
proceso de reforma que ciertamente no puede limitarse a medidas disciplinarias
y administrativas, porque el Espíritu solicita impulsos y martirios que sólo
los santos pueden asumir”, describió el predicador.
E
indicó que “lo que podemos hacer ahora, conscientes de nuestra responsabilidad
como creyentes, es ‘subir a la habitación del piso superior’, como se narra en
los Hechos de los Apóstoles, y en secreto, perseverando y acordando en la
oración, esperar humildemente el poder del Espíritu Santo que descenderá, según
la promesa, sobre todos los que oren”.
En
esta reflexión, que enlazará el Libro del Éxodo con el Evangelio de Mateo, así
como la lectura de los Salmos, el último “icono” que Bovati subraya es el de
Moisés quitándose las sandalias al acercarse a la zarza ardiente. La parada
ante lo divino constituye la invitación “a hacer una pausa, no para distraer el
corazón de otros pensamientos”, sino a concentrar en el encuentro con Dios
“todas las energías del corazón”, señala el citado medio vaticano.
Larissa
I. López
Fuente:
Zenit






