En
esta situación de emergencia
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Misa en Santa Marta, 27 marzo 2020 © Vatican Media |
“En
estos días, han llegado noticias de cómo tanta gente está empezando a
preocuparse de una manera más general por los demás, y piensan en las familias
que no tienen lo suficiente para vivir, los ancianos solos, los enfermos en el
hospital y rezan y tratan de hacer llegar alguna ayuda… Esta es una buena
señal. Agradezcamos al Señor por suscitar estos sentimientos en los corazones
de sus fieles”.
Estas
son las palabras con las que el Papa Francisco introdujo la celebración
eucarística en la Casa Santa Marta de ayer, 27 de marzo de 2020, transmitida en
directo.
Después,
en su homilía, el Santo Padre reflexionó en torno a las lecturas de hoy,
tomadas del Libro de la Sabiduría (Sabiduría 2, 1. 12-22) y del Evangelio de
Juan (Jn 7, 1-2. 10. 25-30), subrayó que el ensañamiento de los que querían
matar a Jesús era suscitado por el diablo, porque detrás de toda furia
destructiva está el diablo.
Contra el ensañamiento,
silencio
“Pensemos
en cómo el diablo ha sido furioso no sólo contra Jesús, sino también en las
persecuciones de los cristianos; cómo ha buscado los medios más sofisticados
para llevarlos a la apostasía, para alejarse de Dios”, apuntó Francisco,
poniendo como ejemplo el acoso a los cristianos en un país con una dictadura
atea.
“¿Y
qué se hace en el momento del ensañamiento? Solo se pueden hacer dos cosas:
discutir con esta gente no es posible porque tienen sus propias ideas, ideas
fijas, ideas que el diablo ha sembrado en sus corazones. Hemos oído cuál es su
plan de acción. ¿Qué se puede hacer? Lo que hizo Jesús: callarse”, indicó el
Papa.
Y
esto, continúa, “también es válido para – llamémoslo así – la pequeña tenacidad
diaria, cuando uno de nosotros escucha que hay una habladuría allí, contra él,
y decimos cosas y luego no sale nada… cállate. Silencio”, pues, “la habladuría
es también un ensañamiento, un ensañamiento social: en la sociedad, en el
vecindario, en el lugar de trabajo, pero siempre contra él. Es un ensañamiento
no tan fuerte como este, pero es una furia, destruir al otro porque se puede
ver que el otro incomoda, molesta”.
Evitar la discusión
De
este modo, el Obispo de Roma exhortó a pedir al Señor “la gracia de luchar
contra el mal espíritu, de discutir cuando tengamos que discutir; pero frente
al espíritu de obstinación, tener el coraje de callar y dejar hablar a los
demás. Lo mismo ante esta pequeña obstinación diaria que es la habladuría:
dejarlos hablar. En silencio, ante Dios”.
Finalmente,
el Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística,
invitándonos a hacer la comunión espiritual.
A
continuación, sigue el texto de la homilía según el pasaje bíblico que la
liturgia nos presenta el día de hoy ofrecido por Vatican News.
La
primera lectura es casi una crónica (anticipada) de lo que le pasará a Jesús.
Es una crónica adelantada, es una profecía. Parece una descripción histórica de
lo que pasó después. ¿Qué dicen los impíos? “Tendamos trampas al justo, porque
nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar; nos echa en cara las
transgresiones a la Ley y nos reprocha las faltas contra la enseñanza recibida.
Es un vivo reproche contra nuestra manera de pensar y su sola presencia nos
resulta insoportable, porque lleva una vida distinta de los demás y va por
caminos muy diferentes… Porque si el justo es hijo de Dios, Él lo protegerá y
lo librará de las manos de sus enemigos”.
Pensemos
en lo que le decían a Jesús en la cruz: “Si eres el Hijo de Dios, baja; que Él
venga a salvarte”. Y luego, el plan de acción: “Pongámoslo a prueba con
ultrajes y tormentos, para conocer su temple y probar su paciencia.
Condenémoslo a una muerte infame, ya que él asegura que Dios lo visitará”. Es
una profecía, precisamente, de lo que ha sucedido. Y los judíos trataban de
matarlo, dice el Evangelio. Entonces, también trataron de arrestarlo – nos dice
el Evangelio – “pero nadie puso las manos sobre Él, porque todavía no había
llegado su hora”.
Esta
profecía es demasiado detallada; el plan de acción de esta gente malvada es
solo detalles sobre detalles, no escatimemos nada, probémoslo con violencia y
tormento, y pongamos a prueba el espíritu de resistencia… Sujetémoslo en
trampas, atrapémoslo, (para ver) si cae… Esto no es un simple odio, no hay un
plan de acción malvado – ciertamente – de un partido contra otro: esto es otra
cosa. Esto se llama ensañamiento: cuando el diablo que está detrás, siempre,
detrás de todo ensañamiento, trata de destruir y no escatima los medios.
Pensemos
en el comienzo del Libro de Job, que es profético sobre esto: Dios está
satisfecho con el modo de vida de Job, y el diablo le dice: “¡Sí, porque lo tiene
todo, no tiene ninguna prueba! ¡Pónganlo a prueba!” Y primero el diablo le
quita sus posesiones, luego le quita su salud, y Job nunca, nunca se alejó de
Dios. Pero el diablo, lo que hace, es ensañarse. Siempre. Detrás de toda la
furia está el diablo, para destruir la obra de Dios. Detrás de una discusión o
enemistad, puede ser el diablo, pero desde lejos, con tentaciones normales.
Pero cuando hay ensañamiento, no dudamos: está la presencia del diablo. Y el
ensañamiento es sutil. Pensemos en cómo el diablo ha sido furioso no sólo
contra Jesús, sino también en las persecuciones de los cristianos; cómo ha
buscado los medios más sofisticados para llevarlos a la apostasía, para
alejarse de Dios. Esto es, como decimos en el lenguaje cotidiano, esto es diabólico:
sí; inteligencia diabólica.
Me
contaban algunos obispos de uno de los países que sufrieron la dictadura de un
régimen ateo que llegaron, en las persecuciones, a detalles como éste: el lunes
después de Pascua las maestras tenían que preguntar a los niños: “¿Qué
comisteis ayer?”, y los niños decían lo qué habían comido en el almuerzo. Y
algunos decían: “Huevos”, y los que decían “huevos” eran perseguidos para ver
si eran cristianos porque en ese país comían huevos el Domingo de Pascua. Hasta
este punto, de ver, de espionaje, donde hay un cristiano para matarlo. Esto es
un ensañamiento en la persecución y esto es el diablo.
¿Y
qué se hace en el momento del ensañamiento? Solo se pueden hacer dos cosas:
discutir con esta gente no es posible porque tienen sus propias ideas, ideas
fijas, ideas que el diablo ha sembrado en sus corazones. Hemos oído cuál es su
plan de acción. ¿Qué se puede hacer? Lo que hizo Jesús: callarse.
Es
sorprendente cuando leemos en el Evangelio que frente a todas estas
acusaciones, todas estas cosas, Jesús guardó silencio. Frente al espíritu de
furia, sólo silencio, nunca justificación. Nunca. Jesús habló, explicó. Cuando
comprendió que no había palabras, silencio. Y en silencio Jesús hizo su Pasión.
Es el silencio de los justos frente a la obstinación. Y esto también es válido
para – llamémoslo así – la pequeña tenacidad diaria, cuando uno de nosotros escucha
que hay una habladuría allí, contra él, y decimos cosas y luego no sale nada…
cállate. Silencio. Y soportar y tolerar la obstinación.
La
habladuría es también un ensañamiento, un ensañamiento social: en la sociedad,
en el vecindario, en el lugar de trabajo, pero siempre contra él. Es un
ensañamiento no tan fuerte como este, pero es una furia, destruir al otro
porque se puede ver que el otro incomoda, molesta.
Pidamos
al Señor la gracia de luchar contra el mal espíritu, de discutir cuando
tengamos que discutir; pero frente al espíritu de obstinación, tener el coraje
de callar y dejar hablar a los demás. Lo mismo ante esta pequeña obstinación
diaria que es la habladuría: dejarlos hablar. En silencio, ante Dios.
Larissa
I. López
Fuente:
Zenit