Que el pueblo de Dios se sienta acompañado por los pastores y por el consuelo de la Palabra de Dios, los sacramentos y la oración
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| Misa en Santa Marta, 13 marzo 2020 © Vatican Media |
“En
estos días nos unimos a los enfermos, a las familias, que sufren esta pandemia.
Y también me gustaría rezar hoy por los pastores que deben acompañar al pueblo
de Dios en esta crisis: que el Señor les dé fuerza y también la capacidad de
elegir los mejores medios para ayudar”.
Esta
es la petición del Papa Francisco de ayer, 13 de marzo de 2020, en la quinta
Misa en Santa Marta emitida en directo ante la situación de pandemia del
coronavirus.
Además,
añadió: “Las medidas drásticas no siempre son buenas, por eso rezamos: para que
el Espíritu Santo dé a los pastores la capacidad pastoral y el discernimiento
para proporcionarles medidas que no dejen solo al fiel pueblo de Dios. Que el
pueblo de Dios se sienta acompañado por los pastores y por el consuelo de la
Palabra de Dios, los sacramentos y la oración”.
El
Santo Padre no se refiere a las medidas tomadas por el Gobierno para contener
el contagio evitando la actividad pública, sino a las que deben acometer los
pastores teniendo en cuenta las necesidades de los fieles que necesitan ser
acompañados espiritualmente en un momento tan dramático.
Infidelidad a la alianza
En
su homilía, comentando las lecturas del día, y en particular la parábola de los
viñadores homicidas, reflexionó en torno a la infidelidad a la alianza de
aquellos que se adueñan del don de Dios que es riqueza, apertura y bendición, y
lo enjaulan en una doctrina (Mt 21:33-43.45).
Para
Francisco, la apropiación del don Dios “es el pecado de olvidar que Dios se ha
hecho don para nosotros, que Dios nos ha dado esto como un don y, olvidando
esto, convertirse en maestros”.
Huir del clericalismo
En
este caso, “la promesa no es ya promesa, la elección no es ya elección: ‘El
pacto debe ser interpretado según mi opinión, ideologizado’”. Y en esta
actitud, el Papa observa “quizás el comienzo, en el Evangelio, del clericalismo,
que es una perversión, que siempre niega la gratuita elección de Dios, la
alianza gratuita de Dios, la promesa gratuita de Dios. Olvida la gratuidad de
la revelación, olvida que Dios se manifestó como don, se ha hecho don para
nosotros y debemos darlo, hacerlo ver a los demás como don, no como nuestra
posesión”.
En
este sentido, el Pontífice señaló cómo “el clericalismo no es algo propio solo
de estos días, la rigidez no es algo de estos días, ya estaba allí en tiempos
de Jesús”. Por ello, exhortó: “Pidamos hoy al Señor la gracia de recibir el don
como un don y de transmitir el don como don, no como una propiedad, no de una
manera sectaria, de una manera rígida, de una manera “’clericalista’”.
A
continuación, sigue la transcripción de la homilía del Papa realizada por la
edición italiana de Vatican News.
Homilía del Santo Padre
Ambas
lecturas son una profecía de la Pasión del Señor. José vendido como esclavo por
20 siclos de plata, entregados a los gentiles. Y la parábola de Jesús, que
claramente habla simbólicamente del asesinato del Hijo. Esta historia de “un
hombre que poseía un pedazo de tierra, plantó un viñedo allí – el cuidado con
el que lo había hecho -, lo rodeó con un seto, cavó un agujero y construyó una
torre – lo había hecho bien – luego lo alquiló a los agricultores y se fue
lejos”.
Este
es el pueblo de Dios. El Señor eligió a esa gente, hay una elección de esa
gente. Son el pueblo de la elección. También hay una promesa: “Continúa. Tu
eres mi pueblo”, una promesa hecha a Abraham. Y también hay una alianza con el
pueblo en Sinaí. El pueblo debe custodiar en la memoria la elección, que es un
pueblo elegido, la promesa de mirar hacia adelante con esperanza y la alianza
para vivir cada día la fidelidad. Pero en esta parábola sucede que, cuando
llegó el momento de cosechar los frutos, esta gente había olvidado que no eran
los amos: “Los campesinos tomaron a los sirvientes, a uno lo golpearon, a otro
lo mataron, a otro lo apedrearon. Luego envió otros sirvientes, más numerosos,
pero los trataron de la misma manera”.
Ciertamente
Jesús muestra aquí – está hablando con los doctores de la ley – cómo los
doctores de la ley trataron a los profetas. “Finalmente les envió a su propio
hijo”, pensando que tendrían respeto por su hijo. “Pero los campesinos,
al ver al hijo, se dijeron: ‘Este es el heredero’. ¡Vamos, matémoslo y
tendremos su herencia!”.
Robaron
la herencia, que era otra. Una historia de infidelidad, de infidelidad a la
elección, de infidelidad a la promesa, de infidelidad al pacto, que es un don.
La elección, la promesa y el pacto son un don de Dios. Deslealtad al don de
Dios. No entender que fue un regalo y tomarlo como propiedad. Esta gente se
apropió del regalo y eliminaron este ser don para transformarlo en “mi”
propiedad. Y el don que es la riqueza, es la apertura, es la bendición, ha sido
cerrado, enjaulado en una doctrina de leyes, muchas. Se ha ideologizado. Y así
el don ha perdido su naturaleza de don, ha terminado en una ideología. Sobre
todo en una ideología moralista llena de preceptos, incluso ridícula porque se
reduce a la casuística para todo. Se apropiaron del don.
Este
es el gran pecado. Es el pecado de olvidar que Dios se ha hecho don para
nosotros, que Dios nos ha dado esto como un don y, olvidándolo, convertirse en
maestros. Y la promesa no es ya promesa, la elección no es ya elección: “El
pacto debe ser interpretado según mi opinión, ideologizado”. Aquí, en esta
actitud, veo quizás el comienzo, en el Evangelio, del clericalismo, que es una
perversión, que siempre niega la elección gratuita de Dios, la alianza gratuita
de Dios, la promesa gratuita de Dios. Olvida la gratuidad de la revelación,
olvida que Dios se manifestó como don, se ha hecho don para nosotros y debemos
darlo, hacerlo ver a los demás como don, no como nuestra posesión.
El
clericalismo no es algo propio solo de estos días, la rigidez no es algo de
estos días, ya estaba allí en tiempos de Jesús. Y luego Jesús continuará con la
explicación de las parábolas – este es el capítulo 21 -, pasará al capítulo 23
con la condena, donde se observa la ira de Dios contra aquellos que toman el
don como propiedad y reducen su riqueza a los caprichos ideológicos de su
mente. Pidamos hoy al Señor la gracia de recibir el don como un don y de
transmitir el don como don, no como una propiedad, no de una manera sectaria,
de una manera rígida, de una manera “clericalista”.
Larissa
I. López
Traducción
de Zenit
Fuente:
Zenit






