Documento autorizado por el Papa Francisco insiste en que la
edad no puede ser considerada como el único y automático criterio de elección
para salvar una vida
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PATRICK HERTZOG / AFP |
El enemigo covid-19 no perdona, especialmente a
los ancianos, nuestros abuelos. Son miles ya los ancianos fallecidos, a pesar
de la lucha y de los titánicos esfuerzos de médicos, asistentes y
enfermeros contra la pandemia de coronavirus.
Uno de los
grandes dramas humanos y éticos de hoy es el que tienen que soportar
diariamente los servicios sanitarios. Decidir frente a la posible falta de
camas, lugares en terapia intensiva y respiradores. ¿A quién
recibir? ¿Quién puede recibir asistencia sanitaria y quién no?
El documento del Vaticano, presentado al
papa Francisco, pide que la selección de los pacientes ante la falta de medios
sea la última opción, pues la edad no
pueda ser considerada como el único y automático criterio de elección a la hora
de salvar una vida. Y lanzan una reflexión a favor de una “alianza entre la ciencia y el humanismo”.
“La
edad no puede ser considerada como el único y automático criterio de elección,
ya que si fuera así se podría caer en un comportamiento discriminatorio hacia
los ancianos y los más frágiles”.
Anticuerpos de solidaridad
“Una emergencia como la de Covid-19 es
derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad”, se lee en el documento titulado: Pandemia y
fraternidad universal sobre la emergencia Covid-19. El texto fue presentado al
Papa Francisco durante una audiencia privada concedida al Presidente de la
Pontificia Academia para la Vida, monseñor Vincenzo Paglia, el pasado 30 de
marzo de 2020.
El Vaticano insiste para que
haya “criterios” para evitar “la arbitrariedad o la improvisación en
situaciones de emergencia, como nos ha enseñado la medicina de catástrofes”.
En este sentido, se lee en el
texto: “hay que reiterarlo: el “racionamiento” debe ser la última opción. La
búsqueda de tratamientos lo más equivalentes posibles, el intercambio de
recursos, el traslado de pacientes son alternativas que deben ser consideradas
cuidadosamente, en la lógica de la justicia”.
La Iglesia invita a usar la
creatividad para encontrar soluciones “en condiciones adversas” que en otros
momentos, “han permitido satisfacer las necesidades, como el uso del mismo respirador
para varios pacientes”.
“En cualquier caso, nunca
debemos abandonar al enfermo, incluso cuando no hay más tratamientos
disponibles: los cuidados paliativos, el tratamiento del
dolor y el acompañamiento son una necesidad que nunca hay que descuidar”.
No a la selección de pacientes
El documento vaticano indica también que no
se puede elegir a quien salvar de la pandemia, por ejemplo a los más fuertes o
privilegiados:
“Los
medios técnicos y clínicos de contención deben integrarse en una vasta y profunda
investigación para el bien común, que deberá contrarrestar la tendencia a la
selección de ventajas para los privilegiados y la separación de los vulnerables
en función de la ciudadanía, los ingresos, la política y la edad”.
Salvar a unos privilegiados no
debe pasar en los hospitales y en los centros de asistencia que enfrentan la
emergencia de coronavirus: “Las
condiciones de emergencia en las que se encuentran muchos países pueden llegar
a obligar a los médicos a tomar decisiones dramáticas y lacerantes para
racionar los recursos limitados, que no están disponibles para todos al mismo
tiempo”.
La Iglesia muestra que tras
haber hecho todo lo posible a nivel organizativo para evitar el colapso, “debe tenerse siempre presente que la decisión no
se puede basar en una diferencia en el valor de la vida humana y la dignidad de
cada persona, que siempre son iguales y valiosísimas”.
El Dicasterio vaticano a favor
de la vida, insistió, que la decisión se refiere “más bien a la utilización de
los tratamientos de la mejor manera posible en función de las necesidades del
paciente, es decir, de la gravedad de su enfermedad y de su necesidad de
tratamiento, y a la evaluación de los beneficios clínicos que el tratamiento
puede lograr, en términos de pronóstico”.
Ciencia, medicina y política unidas
El documento explora asimismo el vínculo
social puesto a prueba entre ciencia,
medicina y política.
“Las decisiones políticas
tendrán ciertamente que tener en cuenta los datos científicos, pero no pueden
reducirse a este nivel. Permitir que los fenómenos humanos se interpreten sólo
sobre la base de categorías de ciencia empírica sólo produciría respuestas a
nivel técnico”.
La Pontificia Academia para la
Vida advierte sobre el peligroso “proceso de la biopolítica”; la lógica “que
considera los procesos biológicos como determinantes de las opciones políticas”.
“Esta
lógica tampoco respeta las diferencias entre las culturas, que interpretan la
salud, la enfermedad, la muerte y los sistemas de asistencia atribuyendo
significados que en su diversidad pueden constituir una riqueza no homologable
según una única clave interpretativa tecnocientífica”.
Por otro lado, el documento vaticano mira al futuro de la
sanidad pública. “La experiencia que estamos atravesando nos plantea una
seria revisión” Esta revisión “se refiere al equilibrio entre los enfoques
preventivos y terapéuticos, entre la medicina individual y la dimensión
colectiva (dada la estrecha correlación entre la salud y los derechos
personales y la salud pública)”.
Se vislumbra también “la
fecundidad de una perspectiva global de
la bioética”, que, teniendo en cuenta “el alcance mundial de los problemas
supere una visión individualista y reductora de las cuestiones relativas a la
vida humana, la salud y los cuidados”.
“El riesgo de una epidemia
mundial requiere, en la lógica de la responsabilidad, la construcción de una coordinación mundial de los sistemas de salud”.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia