Ana
María relata sus más de 40 días en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. En este
tiempo su familia ha vivido un terremoto de situaciones de dolor, de amor y de
conversión
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Gentileza |
Ana
María Brea lleva 42 días en el Hospital Ramon y Cajal de Madrid a
causa del coronavirus. Ahora ya está en planta y haciendo rehabilitación, pero
pasó 14 días en la UCI, en cuidados intensivos. “Ha sido una experiencia
única en mi vida y en la de mi familia”, dice ahora ya con voz animosa.
Directora del Teléfono
Dorado de Mensajeros de la Paz
Ana
María es de origen venezolano y llegó a España hace 13 años. Trabaja como directora
del Teléfono Dorado, en la ONG Mensajeros de la Paz, del Padre
Ángel. Con 90 voluntarios, este teléfono dispone de 5 líneas telefónicas las 24
horas del día, pensadas para personas de toda España en situación de soledad.
“Me contagié en el metro”
Ana
María toma el metro cada día 1 hora para llegar al trabajo. “Cuando se indicó
que habría confinamiento a partir del 14 de marzo, nos reunimos para
decidir cómo íbamos a continuar la tarea durante el estado de emergencia.
Creo que ese día me contagié en el metro”.
El
viernes 20 se notó enferma. “Tenía fiebre, estaba a 38 grados y sentía
escalofríos”. El segundo día, “devolví y me dolía todo el cuerpo”. Llamó al
teléfono de Emergencias y le recomendaron paracetamol, reposo y medidas
higiénicas.
Al
tercer día, había empeorado. Tenía unas décimas y diarrea. “Volví a llamar
y me recomendaron que me quedara aislada en mi habitación”.
“Llévela inmediatamente al
hospital”
Al
sexto día, su marido y sus dos hijos se mostraron preocupados. Ana María se
encontraba peor. El marido decidió llamar al Hospital Ramón y Cajal, donde
llevaban su historia clínica. “Tengo inmunodepresión desde que me hicieron trasplante
de riñón”. “Esa vez le dijeron a mi marido que me llevara inmediatamente al
hospital”.
“Mi marido pasó dos días
sin saber dónde estaba”
Quedó
ingresada por coronavirus y al cabo de unos días, viendo que iba a peor, la
trasladaron a la UCI. En Madrid los casos de contagio estaban provocando un
colapso en los hospitales.
“Había
tal caos en el hospital, con tantísimos casos que atender, que a mi
marido no sabían decirle adónde me habían llevado. Pasó dos días sin saber
dónde estaba. Para él fueron unos momentos terribles, porque me andaba buscando
por los pasillos del hospital y lo paraban”.
“Esta negrita no va para
arriba todavía”
Con
perspectiva, Ana María ve ahora la mano de Dios en todo lo que ocurrió. “Comenzaron
a movilizarse muchas personas para rezar por mí, aquí en España y en
Venezuela. Bendito sea Dios”, afirma. “Yo soy muy católica y creo que la
Virgen me ayudó para que el Señor dijera ‘esta negrita no va para arriba
todavía’”.
“Es
como si Dios me dijera ‘tengo una misión para ti aquí en la tierra’, y
la cumpliré en la ONG o donde Dios quiera”, dice.
“Todos han rezado por mí”
Entre
los grupos de oración, cómo no, se unieron muchas personas de la iglesia
de San Antón: “Desde el Padre Ángel hasta muchos voluntarios, todos han
rezado por mí”. “Es mucha unión, y tengo el convencimiento de que estoy
viva por la oración”.
“Una persona estaba
rezando por mí a esa hora”
“Viví
cosas horribles en la UCI, pero también han ocurrido hechos maravillosos”,
explica Ana María. “Tenía pesadillas, yo quería rezar y el demonio no me
dejaba. Con esas pesadillas no podía dormir, hasta que un día a las 23.00
horas, dejé de tener miedo y me quedé dormida. Luego una persona de
Venezuela me dijo que había estado rezando por mí a esa hora, sin saber lo que
me había pasado”.
“Creo
-afirma- que quedé para ser testimonio de fe“.
“A mi marido le dijeron
que yo estaba para morir”
A Ramón,
su marido, no se le acabó la preocupación. “Uno de los días de la UCI, lo
llamaron y le dijeron que yo estaba para morir y que no podría verme ya.
Se lo comunicaban para que se hiciera a la idea”. “Ramón no podía despedirse de
mí ni siquiera por teléfono, ni verme. Ahora me ha contado que en aquella
situación tan dolorosa, decidió rezar el rosario y entregarme. Fue un
dolor terrible para él”.
Vuelta a la vida en el día
de Pascua
Pero
Ana María sobrevivió. “El domingo de Pascua abrí los ojos. Volví a la vida”.
Tuvo que pasar unos días más en cuidados intensivos pero ahora ya está de nuevo
en planta, haciendo rehabilitación y muy pronto regresará a casa.
Sus hijos se han convertido
También
los hijos de Ana María forman parte importante de esta historia. “Creo que
tenía que sucederme el coronavirus para que ellos se convirtieran, y así me lo
explico yo”.
Arianna
y Tony tienen 30 y 28 años, respectivamente. “Se declaraban ateos aunque
yo siempre decía: ‘ateos no, ahora mismo ustedes no están en activo’”.
“Cada día rezaba por
ellos”
“En
el hospital, cada día rezaba por su conversión. Y los encomendaba a
todos los que rezaron por mí. Incluso hay un grupo de la Virgen de Coromoto, de
mi tierra, a la que se los encomendaba especialmente”.
Ahora,
“tanto Arianna como Tony rezan a diario el rosario. Arianna sigue la misa por
la televisión”. “Los dos pasaron el coronavirus en casa, con dolores musculares
y un fuerte dolor de cabeza”.
Ahora
ha pasado lo peor. Ramón pudo ver a Ana María por primera vez en el día 38
de la hospitalización. Ella va recuperando fuerza muscular y el
equipo médico cree que dentro de unos días podrá regresar a casa. “La
conversión de mis hijos ha sido un maravilloso regalo que me llevo de
todo esto”.
Dolors
Massot
Fuente:
Aleteia