Este 1 de mayo, memoria litúrgica de San José Obrero,
en la Misa en la Casa Santa Marta, el Santo Padre pidió por todos los
trabajadores para que sean justamente remunerados, para que puedan tener un
trabajo digno y gozar de la belleza del descanso
En su homilía, el Pontífice recordó que el hombre con
su trabajo continúa la obra creadora de Dios, y subrayó que también hoy, la
dignidad de muchas personas es pisoteada e invitó a luchar por la justicia en
el mundo del trabajo.
En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo
– en la Capilla de la Casa Santa Marta, este Viernes de la Tercera Semana de
Pascua, día en el que la Iglesia conmemora a San José Obrero, el Papa Francisco
pidió por todos los trabajadores del mundo:
“Hoy, que es la fiesta de San José Obrero, también el
Día del Trabajador, rezamos por todos los trabajadores. Por todos. Para que a
nadie le falte el trabajo y que todos sean justamente remunerados y puedan
gozar de la dignidad del trabajo y la belleza del descanso”.
En su homilía, el Papa comentó el pasaje del Libro del
Génesis (1,26-2,3) en el que se describe la creación del hombre a imagen y
semejanza de Dios. "Dios, en el séptimo día, llevó a cumplimiento el
trabajo que había hecho y cesó en el séptimo día de todo el trabajo que había
emprendido”.
Dios – afirma el Pontífice – entrega su actividad, su
trabajo, al hombre, para que colabore con él. El trabajo humano es la vocación
recibida de Dios y hace al hombre semejante a Dios porque con el trabajo el
hombre es capaz de crear. Por ello, dijo el Papa, el trabajo da dignidad. Pero
esta dignidad muchas veces es pisoteada, así como lo han pisoteado en la
historia, incluso hoy hay muchos esclavos, esclavos del trabajo para
sobrevivir: trabajo forzado, mal pagado, con la dignidad pisoteada. Se le quita
la dignidad a la gente. Por ello, cualquier injusticia cometida contra el
trabajador es un atropello a la dignidad humana.
Hoy nos unimos a muchos creyentes y no creyentes que
celebran este día del trabajador para aquellos que luchan por la justicia en el
trabajo. El Papa pidió por los buenos empresarios que no quieren despedir a la
gente, que cuidan a los trabajadores como si fueran sus hijos, y pide a San
José para que nos ayude a luchar por la dignidad del trabajo, para que haya trabajo
para todos y que sea un trabajo digno.
Homilía: “Trabajo digno para todos”
A continuación el texto de la homilía según
nuestra transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa (video
integral) desde nuestro canal de Youtube:
Dios
creó. Un Creador. Creó el mundo, creó al hombre y le dio al hombre una misión:
administrar, trabajar, llevar adelante la creación. Y la palabra
"trabajo" es lo que la Biblia usa para describir esta actividad de
Dios: "Él llevó a término la obra que había hecho y cesó en el séptimo día
de toda su obra", y le dio esta actividad al hombre: "Debes hacer
esto, cuidar aquello, aquello otro, debes trabajar para crear conmigo – es como
si Él lo dijera – este mundo, para que pueda continuar. Tanto es así que el
trabajo no es más que la continuación del trabajo de Dios: el trabajo humano es
la vocación del hombre recibida de Dios para la creación del universo.
Y
el trabajo es lo que hace al hombre semejante a Dios, porque con el trabajo el
hombre es un creador, es capaz de crear, de crear muchas cosas, incluso de
crear una familia para seguir adelante. El hombre es un creador y crea con el
trabajo. Esta es la vocación. Y dice en la Biblia que "Dios vio lo que
había hecho y vio que era algo muy bueno. Es decir, el trabajo tiene en sí
mismo una bondad y crea la armonía de las cosas - belleza, bondad - e involucra
al hombre en todo: en su pensamiento, en su actuación, en todo. El hombre está
involucrado en el trabajo. Es la primera vocación del hombre: trabajar. Y esto
le da dignidad al hombre. La dignidad que lo hace parecerse a Dios. La dignidad
del trabajo.
Una
vez, en una Cáritas, a un hombre que no tenía trabajo y fue a Cáritas a buscar
algo para su familia, un empleado de Cáritas le dijo: "Por lo menos puedes
llevar pan a casa" - "Pero esto no es suficiente para mí, no es
suficiente", fue la respuesta: "Quiero ganarme el pan para llevarlo a
casa". Le faltaba la dignidad, la dignidad de "hacer" el pan él
mismo, con su trabajo, y llevárselo a casa. La dignidad del trabajo, que es tan
pisoteada, por desgracia.
En la historia hemos leído la brutalidad
que hicieron con los esclavos: los trajeron de África a América – pienso en esa
historia que toca a mi tierra – y decimos "qué barbaridad"... Pero
aún hoy hay tantos esclavos, tantos hombres y mujeres que no son libres para
trabajar: se ven obligados a trabajar, a sobrevivir, nada más. Son esclavos:
trabajo forzado... son trabajos forzados, injustos, mal pagados y que llevan al
hombre a vivir con la dignidad pisoteada. Hay muchos, muchos en el mundo.
Muchos.
En los periódicos de hace unos meses
leímos, en ese país de Asia, cómo un caballero había apaleado hasta la muerte a
uno de sus empleados que ganaba menos de medio dólar al día, porque había hecho
algo mal. La esclavitud de hoy es nuestra "indignidad" porque nos
quita la dignidad a los hombres, mujeres y a todos nosotros. "No, yo
trabajo, tengo mi dignidad": sí, pero tus hermanos, no. "Sí, padre,
es verdad, pero esto, como está tan lejos, me cuesta entenderlo. "Pero
aquí en nuestra casa...": "Aquí también, entre nosotros. Aquí, entre
nosotros. Piensa en los trabajadores, en los diarios, que los hacen trabajar
por un salario mínimo y no ocho, sino doce, catorce horas al día: esto sucede
hoy, aquí. En todo el mundo, pero también aquí. Piensen en la empleada
doméstica que no tiene un salario justo, que no tiene asistencia de la
seguridad social, que no tiene capacidad de jubilación: esto no sólo ocurre en
Asia. Aquí.
Toda
injusticia que se comete contra un trabajador es un atropello a la dignidad
humana, incluso a la dignidad de lo que hace la injusticia: bajas el nivel y
terminas en esa tensión de dictador-esclavo. En cambio, la vocación que Dios
nos da es tan bella: crear, re-crear, trabajar. Pero esto puede hacerse cuando
las condiciones son correctas y se respeta la dignidad de la persona.
Hoy
nos unimos a muchos hombres y mujeres, creyentes y no creyentes por igual, que
conmemoran hoy el Día de los Trabajadores, el Día del Trabajo, por aquellos que
luchan por la justicia en el trabajo, por aquellos – buenos empresarios – que
realizan el trabajo con justicia, aunque ellos pierdan. Hace dos meses escuché
a un empresario al teléfono, aquí en Italia, pidiéndome que rezara por él porque
no quería despedir a nadie, y dijo: "Porque despedir a uno de ellos es
despedirme a mí". Esta conciencia de tantos buenos empresarios, que
vigilan a los trabajadores como si fueran sus hijos. Recemos por ellos también.
Y le pedimos a San José – con este hermoso icono con las herramientas en la
mano – que nos ayude a luchar por la dignidad del trabajo, para que haya
trabajo para todos y que sea un trabajo digno. No el trabajo de esclavos. Que
esta sea nuestra oración hoy.
La comunión espiritual, adoración y bendición Eucarística
Finalmente, el Papa terminó la celebración
con la adoración y la bendición Eucarística, invitando a todos a realizar la
comunión espiritual con esta oración:
“A
tus pies, oh Jesús mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón
contrito que se abandona en su nada y en Tu santa presencia. Te adoro en el
sacramento de tu amor, deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te
ofrece. En espera de la felicidad de la comunión sacramental, quiero tenerte en
espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vaya hacia Ti. Que tu amor pueda
inflamar todo mi ser, para la vida y para la muerte. Creo en Ti, espero en Ti,
Te amo. Que así sea”.
Antes
de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se entonó la antífona
mariana que se canta en el tiempo pascual, el Regina Coeli.
Regína
caeli laetáre, allelúia.
Quia quem merúisti portáre, allelúia.
Resurréxit, sicut dixit, allelúia.
Ora pro nobis Deum, allelúia.
Quia quem merúisti portáre, allelúia.
Resurréxit, sicut dixit, allelúia.
Ora pro nobis Deum, allelúia.
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