El
Papa Francisco ofrece unos cuantos avisos para que podamos reconocer las voces
que escuchamos en nuestra conciencia
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Ser
capaz de distinguir la voz de Dios de la voz de Satanás es un elemento claro de
crecimiento espiritual. El domingo, antes de rezar el mediodía Regina Caeli, el
Papa Francisco dio una mini-lección sobre cómo hacerlo.
Estas
diferentes voces resuenan dentro de nosotros. Está la voz de Dios, que habla
amablemente a la conciencia, y está la voz tentadora que conduce al mal.
¿Cómo
podemos reconocer la voz del buen Pastor en lugar de la del ladrón, cómo
podemos distinguir la inspiración de Dios de la sugerencia del maligno?
Uno
puede aprender a discernir estas dos voces: hablan dos idiomas diferentes, es
decir, tienen formas opuestas de tocar la puerta de nuestros corazones. Ellos
hablan diferentes idiomas Así como sabemos cómo distinguir un idioma de otro,
también podemos distinguir la voz de Dios de la voz del maligno.
¿SIGO
SIENDO LIBRE?
La
voz de Dios nunca nos obliga: Dios se propone, no se impone. En cambio, la voz
malvada seduce, ataca, fuerza: despierta ilusiones deslumbrantes, emociones que
son tentadoras pero transitorias.
¿ME
ESTÁ CASTIGANDO?
Al
principio nos halaga, nos hace creer que somos todopoderosos, pero luego nos
deja vacíos por dentro y nos acusa: “No vales nada”. La voz de Dios, en cambio,
nos corrige, con gran paciencia, pero siempre nos anima, nos consuela: siempre
alimenta la esperanza.
¿ME
HACE MIRAR MÁS ALLÁ?
La
voz de Dios es una voz que ofrece un horizonte, mientras que la voz del mal te
lleva a una pared, te lleva a un rincón.
¿ME
HACE VIVIR EL PRESENTE?
Otra
diferencia. La voz del enemigo nos distrae del presente y quiere que nos
centremos en los miedos del futuro o la tristeza sobre el pasado, el enemigo no
quiere el presente, saca a la superficie la amargura, los recuerdos de los
males sufridos, de los que nos han lastimado, muchos malos recuerdos.
En
cambio, la voz de Dios habla al presente: “Ahora puedes hacer el bien, ahora
puedes ejercer la creatividad del amor, ahora puedes renunciar a los
arrepentimientos y remordimientos que mantienen cautivo a tu corazón”. Nos
inspira, nos lleva adelante, pero habla en el presente: ahora.
¿TIENE
QUE VER CON MI EGO?
Nuevamente:
las dos voces plantean diferentes preguntas en nosotros. Lo que viene de Dios
será: “¿Qué es bueno para mí?” En cambio, el tentador insistirá en otra
pregunta: “¿Qué me apetece hacer?” Lo que siento: la voz malvada siempre gira
en torno al ego, sus impulsos, sus necesidades, todo de inmediato. Es como los
berrinches de un niño: todo, y ahora.
La
voz de Dios, en cambio, nunca promete alegría a un precio bajo: nos invita a ir
más allá de nuestro ego para encontrar el verdadero bien, la paz.
¿CÓMO
TE QUEDAS DESPUÉS?
Recordemos:
el mal nunca nos da paz, primero causa frenesí y luego deja amargura. Este es
el estilo del mal.
¿BUSCO
LA LUZ O ME ESCONDO?
La
voz de Dios y la del tentador, finalmente, hablan en diferentes “ambientes”: el
enemigo prefiere la oscuridad, la falsedad y el chisme; el Señor ama la luz del
sol, la verdad y la sincera transparencia.
¿ME
LLEVA A CONFIAR?
El
enemigo nos dirá: “¡Cállate en ti mismo, además de que nadie te entiende y te
escucha, no confíes en nadie!” La bondad, por el contrario, nos invita a
abrirnos, a ser claros y a confiar en Dios y en los demás.
Kathleen
Hattrup
Fuente:
Aleteia