Virgen y Fundadora, 19 de
mayo
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| El Periódico de México |
Martirologio Romano: En Cartagena de
Nueva Granada, en Colombia, beata María Bernarda (Verena) Bütler, virgen, la
cual, nacida en Suiza, fundó la Congregación de las Hermanas Misioneras
Franciscanas de María Auxiliadora († 1924).
Fecha de beatificación: 29 de octubre de
1995 por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 12 de octubre de
2008 por S.S. Benedicto XVI
Etimológicamente: Bernarda = Aquella
que es una guerrera, es de origen germánico.
Etimológicamente: María = la amada por Dios, es de origen hebreo
Breve Biografía
María Bernarda, fundadora de las Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora, nació en Suiza y murió en Cartagena de Indias (Colombia). Siendo ya religiosa franciscana en su patria, marchó a Ecuador para desarrollar su vocación misionera, y luego pasó a Colombia. Dimensiones principales de su vida fueron la intensa oración, el apostolado, el servicio a los enfermos y desamparados, y la dirección de la Congregación en que se convirtió lo que en principio iba a ser una casa filial del monasterio suizo. El 29 de octubre de 1995, Juan Pablo II la beatificó. junto a otras dos hijas espirituales de san Francisco: María Teresa Sherer (16 de junio) y Margarita Bays (27 de junio).
María
Bernarda (de nombre de pila: Verena) nació y fue bautizada en Auw (cantón de
Argovia, Suiza) el día 28 de mayo de 1848. Era la cuarta hija de Enrique y de
Catalina Bütler, campesinos humildes y católicos practicantes.
Al
concluir la enseñanza escolar básica, se dedicó a los quehaceres domésticos y
al trabajo en el campo. En plena juventud ingresó en una casa de religiosas. Al
sentir que Dios no la llamaba a vivir en aquel lugar, regresó a la casa
paterna, donde, entregada al trabajo, a la oración y al apostolado, continuó
alimentando su vocación hasta que, el día 12 de noviembre de 1867, a los 19
años de edad, ingresó en el monasterio franciscano de María Auxiliadora, en
Altstätten (Suiza). El 4 de mayo de 1868 vistió el hábito franciscano, tomando
el nombre religioso de María Bernarda del Sagrado Corazón de María. Hizo la
profesión religiosa el 4 de octubre de 1869.
Destacaba
por su profunda virtud y sus cualidades humanas; por ello, no tardó en ser
nombrada maestra de novicias y, más tarde, superiora, servicio que prestó hasta
su partida para las misiones.
Cuando
Mons. Pedro Schumacher, obispo de Portoviejo (Ecuador), escribió relatando el
total abandono en que vivía la gente de aquellas tierras y ofreciendo su
diócesis como campo misionero, María Bernarda tuvo el convencimiento de que
aquella invitación era una clara llamada de Dios a anunciar el Evangelio y a
fundar una casa filial del monasterio de Altstätten en tierras ecuatorianas.
Tras vencer la resistencia inicial de las autoridades eclesiásticas y obtener
el permiso pontificio para dejar el monasterio, el 19 de junio de 1888, se
dirigió, con seis compañeras, a Le Havre, Francia, donde embarcaron las siete
rumbo a Ecuador.
Aquel
paso, concebido sólo como el inicio de la fundación de una filial misionera del
monasterio suizo, fue, de hecho, el inicio de un proceso que convirtió a María
Bernarda en fundadora de un nuevo instituto, la congregación de las Hermanas
Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora.
Cuando
llegaron a Ecuador, el obispo asignó a las siete religiosas la población de
Chone, lugar difícil y espiritualmente abandonado, que contaba con unos 13.000
habitantes. Puso como base de su actividad misionera la oración, la pobreza, la
fidelidad a la Iglesia y el ejercicio de las obras de misericordia. Se
encargaron de la educación de los niños y jóvenes, anunciándoles el Evangelio,
animaban la liturgia, visitaban y asistían a los enfermos y a los pobres.
La
semilla derramada por esta gran mujer germinó y fructificó. Surgieron varias
casas filiales en Ecuador. Pero la obra estuvo marcada también por el misterio
de la cruz: pobreza absoluta, clima tórrido, inseguridades y dificultades de
toda especie, se agregaron a malentendidos por parte de algunas autoridades de
la Iglesia y la separación del instituto de algunas hermanas de su primera
fundación fuera de Ecuador.
En
1895 la madre María Bernarda y más de 15 hermanas tuvieron que huir de Ecuador,
a causa de una violenta persecución contra la Iglesia. En el puerto de Bahía se
embarcaron rumbo a Colombia. Durante la travesía recibieron la invitación de
Mons. Eugenio Biffi, obispo de Cartagena de Indias, a trabajar en su diócesis.
El día 2 de agosto de 1895 llegaron al puerto de Cartagena. Mons. Biffi las
atendió paternalmente y les asignó como residencia un ala del hospital de
mujeres, llamado Obra Pía, donde María Bernarda murió años más tarde.
El
número de las hermanas creció y la congregación fundó casas en Colombia,
Austria y Brasil. La madre Bernarda permanecía temporadas con las hermanas en
los diversos lugares, compartía con ellas su trabajo y su vida, era ejemplo
vivo de sencillez evangélica, edificaba y animaba a todas. Atendía con ternura
y misericordia a todos los necesitados en el alma o en el cuerpo, pero sus
predilectos eran los pobres y los enfermos. Oraba, exhortaba, escribía y
evangelizaba con asombrosa entrega e intensidad.
Dirigió
su congregación durante 32 años. Y cuando renunció con gratitud y humildad a
este servicio, continuó animando a las hermanas con su ejemplo, su palabra y
sus innumerables escritos, que son una mina de doctrina y de fecundidad
espiritual.
Falleció
el 19 de mayo de 1924, en la Obra Pía, a los 76 años de edad, 56 de vida
religiosa franciscana y 36 de misionera en América Latina.
Su Intercesión comprobada
Dos
milagros han sido reconocidos expresamente por la Iglesia Católica, atribuidos
a la intercesión de la Madre María Bernarda Bütler, que sirvieron, primero,
para la beatificación y, luego, la canonización. Cabe señalar que la Iglesia
pide en estos casos el testimonio oficial de un tribunal médico, el cual
corrobora que no hay explicación científica para las curaciones.
El
milagro tomado para la beatificación ocurrió en 1969: la pequeña Liliana
Sánchez, que por aquel entonces contaba con sólo 15 días de vida, presentaba
ausencia de los huesos de la bóveda craneana e iba a morir en el corto plazo.
Una religiosa de la congregación, la Hermana Filomena Martínez, le entregó a la
mamá de la niña una reliquia de la Madre Bernarda y una novena. La señora puso
la reliquia en la cabeza de su hija y rezó. De la noche a la mañana, se produjo
una reconstrucción ósea completa, verificada por los médicos.
Por
otra parte, en el año 2002, Mirna Jazime Correa, una médico de 29 años de edad
de Cartagena, presentaba neumonía atípica complicada con derrame pleural
bilateral y síndrome distrés respiratorio del adulto (SDRA). A pesar de los
tratamientos médicos y farmacológicos no mejoraba y el 5 de julio se encontraba
completamente desahuciada, conectada a las máquinas, mientras sus signos
vitales iban decayendo.
Al
igual que lo había hecho en su momento la madre de la niña Liliana Sánchez, la
mamá de Mirna colocó sobre la cabeza de su hija una reliquia de la Beata María
Bernarda y pidió durante todo el día la curación. Refieren testigos que a la
oración se unió el personal de la unidad de cuidados intensivos.
La
sorpresa llegó el día después, cuando se observó en la enferma una mejoría
general, que se acentuó con el correr de las jornadas, sin que quedara ninguna
secuela en los pulmones, luego de un cuadro de extrema gravedad.
Varios
médicos del centro de salud testificaron: “No hay explicaciones naturales o
clínicas en dicha curación. Lo que esperábamos en el cuadro tan complicado de
la doctora Mirna era la muerte. La recuperación fue sorpresiva”.
El
6 de julio del 2007, el Papa Benedicto XVI autorizó la promulgación del decreto
sobre este milagro, que ha sido el último paso en el proceso que ahora
terminará con la canonización de la beata Madre María Bernarda Bütler.
ORACIÓN
Te bendecimos, Señor,
porque has elegido a Santa María Bernarda,
para hacer presente tu amor misericordioso
y cooperar en la extensión de tu Reino.
Concédenos las gracias que por su
intercesión te pedimos,
haz que su ejemplo de vida
nos ayude a crecer en la bondad
y el amor al servicio de los hermanos.
Afirma, Señor, en nosotros,
la fe, la esperanza y la caridad.
Amén
Te bendecimos, Señor,
porque has elegido a Santa María Bernarda,
para hacer presente tu amor misericordioso
y cooperar en la extensión de tu Reino.
Concédenos las gracias que por su
intercesión te pedimos,
haz que su ejemplo de vida
nos ayude a crecer en la bondad
y el amor al servicio de los hermanos.
Afirma, Señor, en nosotros,
la fe, la esperanza y la caridad.
Amén






