Un ángel le preguntó a Santa Gema Galgani: «¿Cuánto tiempo hace que no has
rogado por las almas del purgatorio?»
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Ma. Paola Daud |
Los Santos
Ángeles de la Guarda han sido enviados por Dios para cumplir diferentes tareas
a favor de nosotros: fortalecen nuestra voluntad, nos protegen de los enemigos,
nos asisten en nuestra vida e iluminan nuestro entendimiento acerca de los
designios de misericordia que Dios tiene para con cada uno de nosotros.
Dentro de estas
tareas los Ángeles del cielo cumplen una misión que es la de iluminarnos acerca
de la realidad del Purgatorio y la de recordarnos la comunión que tenemos con
estas almas que, como enseña el Catecismo de la Iglesia, han muerto “en la
gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están
seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a
fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo”
(Catecismo de la Iglesia Católica, 1030).
Esta
iluminación que nos dan los Ángeles de esta realidad debe ser entendida como un
llamado a abrir nuestra alma a contemplar esta realidad que nos une a estas
almas, y en este sentido el Ángel nos mueve a la oración, la penitencia y
sacrificio en favor de estas almas que se encuentran en el purgatorio.
En este sentido
la ayuda que brindan los santos ángeles es muy variada. Nos invitan y exhortan a orar por las almas del purgatorio, mueven
nuestro corazón pidiendo que recemos por estos hermanos nuestros que se
encuentran en aquel lugar de purificación.
Leemos en
el Diario de Santa Gemma Galgani:
“Su ángel la
estimulaba en este deseo de liberar a estas almas. Un día le dijo: “¿Cuánto
tiempo hace que no has rogado por las almas del purgatorio? Desde la
mañana no había rogado por ellas. Me dijo que le gustaría que, cualquier cosa
que sufriera, la ofreciera por las almas del purgatorio. Todo pequeño
sufrimiento las alivia, sí, hija, todo sacrificio por pequeño que sea, las
alivia”. Esas palabras también te las dirige el Ángel en el día de hoy:
“¿Cuánto tiempo que no has rezado por las almas del purgatorio?”.
Precisamente el
Catecismo nos enseña:
“Desde los
primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha
ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS
856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de
Dios.
La Iglesia
también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en
favor de los difuntos: «Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los
hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre (cf. Jb 1,
5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les
lleven un cierto consuelo? […] No dudemos, pues, en socorrer a los que han
partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos” (Catecismo de la Iglesia
Católica 1032).
Y en este
sentido los Ángeles nos vuelven a ayudar, pues estas oraciones y sacrificios
que ofrecemos llegan ante el trono de Dios de manos de los Ángeles. San Rafael
Arcángel en el libro de Tobías enseña que cada vez que se presentan oraciones,
son los ángeles quienes llevan nuestras oraciones ante el altar de Dios (cfr.
Tb. 6).
Que tú Ángel de
la Guarda vaya lleno de oraciones y sacrificios por estas almas; cuán tristes
deben estar los Ángeles al presentarse ante Dios sin nada que ofrecer de ti, se
presentan con las manos cruzadas sobre el pecho.
Y de manera
especial sobresale san Miguel Arcángel, el Ángel de las almas del
Purgatorio: él está siempre presente en el juicio particular, asiste a
los agonizantes y los sostiene y fortalece en el combate contra el demonio.
El Ángel
exhorta:
“Si
supierais cuánto os aman estas almas benditas. Ellas desean que os salvéis, y
que evitéis el Purgatorio…Rezad por estas benditas almas que rezan por
vosotros. Ninguna oración se pierde jamás: a menudo hay personas aquí
abajo que rezan por todo tipo de cosas, y Dios ordena que su oración sea
utilizada en favor de las almas del Purgatorio…” (Tomado del libro “El
Purgatorio, una revelación particular, Ed. Rialp).
Y cuando nuestra
oración, sacrificio, limosna logra sacar un alma del Purgatorio los Ángeles se
visten de gran hermosura y van a sacar el alma de su protegido a llevarla al
encuentro con Dios.
De María de
Jesús Agreda leemos:
“Cuando murió
la reina Isabel de Borbón, el 6 de octubre de 1644, se le apareció varias veces
para pedirle oraciones. El día de las ánimas, dos de noviembre de este año de
mil seiscientos y cuarenta y cinco, estando en los maitines y oficio que hace
la iglesia por los difuntos, se me manifestó el purgatorio con grande
multitud de almas, que estaban padeciendo y me pedían las socorriese. Conocí
muchas, incluida la de la reina y otra de una persona que yo había tratado y
conocido antes. Yo me admiré de que el alma de la reina, después de tantos
sufragios y misas como se habían ofrecido por ella, estaba todavía en el
purgatorio, aunque sólo había pasado un año y veintiséis días de su muerte…
Llegada la noche vi algunos ángeles en la celda con grande hermosura y me
dijeron que iban al purgatorio a sacar el alma de la reina por quien yo había
pedido… Y los ángeles la llevaron al eterno descanso, que gozará mientras Dios
fuere Dios”.
Así orar por las
almas del purgatorio es cumplir una obra de misericordia, salvar un alma y
alegrar a los ángeles del cielo.
Fernando
Cárdenas Lee, Foyer de Charite
Fuente: Aleteia