El
Espíritu Santo ha guiado de diversas formas a las personas en la lucha por la
dignidad humana
Es importante reconocer a los santos que han
sufrido el racismo, pero las personas que buscan apoyar a los que
sufren discriminación tienen que ir más allá de la compasión y pasar a la
acción.
Podemos
encontrar inspiración en las vidas de santos que lucharon (a menudo con gran
riesgo) para crear un mundo donde las personas oprimidas pudieran vivir en
libertad.
Para algunos, era una cuestión de cambio
sistémico. Otros fueron llamados a servir a individuos en vez de intentar
reestructurar unos sistemas de injusticia.
Sin embargo,
cada uno de ellos sirvió desde un convencimiento absoluto de la dignidad de
todo ser humano. Ojalá que, a través de su intercesión, nosotros podamos hacer
lo mismo.
Siervo de Dios Bartolomé de las Casas (1484-1566)
Este español que vivió en las Indias
Occidentales y México, trabajó durante 50 años para poner fin a la
esclavización de los pueblos nativos americanos,
defendiendo ante la Corona española que debía permitírseles el autogobierno.
Aunque él
mismo fue propietario de esclavos (incluso como sacerdote), le impactó el
sermón de Navidad de Antonio de Montesinos en el que el buen fraile condenaba
que los ciudadanos destacados de Santo Domingo tuvieran esclavos.
Las Casas
declaró que escuchar a Montesinos fue un punto de inflexión en
su vida y lo puso en un camino que lo convirtió en el primer gran defensor de
los derechos de los pueblos indígenas en el Nuevo Mundo.
Inicialmente,
apoyaba la esclavitud de los africanos, pero terminó rechazando todas las
formas de esclavitud, diciendo:
“Llegué a
darme cuenta de que la esclavitud de los negros era igual de injusta que
la esclavitud de los indios… y no estaba seguro de que mi ignorancia y buena fe
me pudiesen justificar ante los ojos de Dios”.
Como obispo en
México, negó la absolución a los propietarios de esclavos incluso en su lecho
de muerte a no ser que liberaran a todos sus esclavos.
Las Casas fue despreciado por
casi todo el mundo y difamado durante
siglos tras su muerte.
En la
historia, se mantiene como un testimonio hermoso de conversión gradual y del
poder de la autorreflexión honesta, un hombre pecador que se convirtió en un
hombre decente, luego en un héroe y luego en santo.
Venerable Félix Varela y Morales (1788-1853)
Fue un sacerdote y estadista cubano, un
profesor de seminario cuyas contribuciones intelectuales a Cuba fueron tan
significativas que a menudo es referido como “el que nos enseñó a pensar”.
Cuando fue
enviado como representante al Parlamento español, Varela aprovechó la
oportunidad para hablar en favor de la abolición de la esclavitud y
de la libertad de las colonias españolas.
Fue condenado a muerte por su
conflictividad, pero escapó a
Nueva York. Allí pasó el resto de su vida sirviendo a comunidades inmigrantes
(en especial a los irlandeses) y trabajando para formar la Iglesia
católica en Estados Unidos como un hogar de apoyo al inmigrante.
Siervo de Dios Niccolò Olivieri (1792-1864)
Fue un sacerdote italiano profundamente
preocupado por la institución de la esclavitud. Como se sentía incapaz de provocar un
cambio social, se dedicó a liberar a personas esclavizadas.
Con el apoyo
del Papa (el beato papa Pío IX), el
respaldo financiero de muchos cardenales y obispos, y la asociación con santa María Eufrasia Pelletier, empezó a ir
y venir a África para comprar la libertad de niños esclavizados.
En los 25
años de su ministerio, compró la libertad de casi 1.000 esclavos, incluyendo a
la venerable María Josefina Benvenuti (Zeinab Alif), que llegó a convertirse en
abadesa de las Clarisas.
El venerable Antônio José Ferreira Viçoso (1787-1875)
Fue un sacerdote portugués, más tarde obispo en
Brasil. Escribió con frecuencia condenando la esclavitud. Cuando
su insistencia en la atroz maldad de la esclavitud cayó en oídos sordos,
intentó otra táctica, escribir:
“Con los
africanos puede hacerse mucho, es cierto, pero sumado a la atracción de la ira
de Dios por esta barbarie, el capital se vería muy comprometido”.
Cuando el beato Francisco
de Paula Víctor se le acercó con la esperanza de ser sacerdote, Viçoso
no se amedrentó por el hecho de que Víctor naciera en la esclavitud. Incluso
hizo una petición a Roma para permitir la ordenación de Víctor a pesar de haber
nacido fuera del matrimonio (una situación que por entonces excluía de las
Santas Órdenes).
Viçoso murió
antes de que la esclavitud se aboliera en Brasil, pero su activismo alisó el
camino para ese desarrollo.
Santa Catalina Drexel (1858-1955)
Renunció a una enorme fortuna y a un futuro
brillante en la alta sociedad para fundar una orden religiosa dedicada a
trabajar con niños afroamericanos y nativos americanos.
Renunció a siete millones de dólares (unos
200 millones de dólares actuales) y al respeto de sus pares para luchar contra
el racismo individual e institucional, asumiendo un cuarto voto de “ser la
madre y sirvienta de las razas india y negra”.
Y sufrió por
ello, en especial por la oposición del Ku Klux Klan, cuyos
miembros amenazaron una vez a un pastor blanco en una de las iglesias donde
trabajaban las Hermanas de Drexel.
Las Hermanas
rezaron, un
tornado azotó la sede del Klan y los cobardes de capucha blanca
mantuvieron las distancias con las guerreras ataviadas de negro.
La fundadora
de las Hermanas del Santo Sacramento, la madre Drexel, pasó más de 60 años viajando
por Estados Unidos al servicio de las personas, despreciada por su país, pero
amada por Dios.
Meg Hunter-Kilmer
Fuente: Aleteia









