Co-fundadora de las
Religiosas de la Caridad de la Santa Cruz, 16 de junio
María
Teresa Scherer nació el 31 de octubre de 1825 en Meggen (Lago de los Cuatro
Cantones, Suiza). Fue bautizada con el nombre de Ana María Catalina. Era la
cuarta de siete hijos de la familia Scherer-Sigrist. A los siete años quedó
huérfana de padre y fue a vivir con unos parientes, que le dieron una sana
educación cristiana. En los tiempos libres se ocupaba de los trabajos de la
casa y del campo.
Por deseo de su madre, a los 16 años entró en el hospital cantonal de Lucerna
para completar su preparación doméstica. Después tuvo que ocuparse también de
los pobres y los enfermos. A los 17 años fue admitida en la Tercera Orden de
san Francisco y en la congregación de Hijas de María.
Durante
una peregrinación a Einsiedein se sintió llamada a la vida religiosa. El 1 de
marzo de 1845 ingresó en el instituto de las Religiosas Enseñantes, que había
fundado hacía poco el capuchino P. Teodosio Florentini. En el otoño de aquel
mismo año hizo los primeros votos. Un año después fue enviada a Baar y luego a
Oberägeri, como profesora y superiora en ambas comunidades. Fue un período de
dudas y dificultades, que superó con una ascesis austera y la obediencia a su
director espiritual.
El
año 1850 el P. Teodoro la llamó a Näfels, para que guiase el hospicio de los
pobres y huérfanos. Ese mismo año el P. Teodosio fundó en Coira un pequeño
hospital y encomendó a María Teresa su dirección. Ella aceptó, convencida de
que el carisma del fundador abarcaba el aspecto escolar-educativo y el
caritativo.
El año 1856 las Religiosas Enseñantes se separaron del fundador para continuar su apostolado educativo independientemente. Sor María Teresa sufrió mucho por ello: oró, se aconsejó y finalmente comprendió que Dios deseaba se ocupase en el futuro de las obras de misericordia espirituales y corporales.
El año 1856 las Religiosas Enseñantes se separaron del fundador para continuar su apostolado educativo independientemente. Sor María Teresa sufrió mucho por ello: oró, se aconsejó y finalmente comprendió que Dios deseaba se ocupase en el futuro de las obras de misericordia espirituales y corporales.
En
1857 fue elegida superiora general de las «Religiosas al servicio de la escuela
y de los pobres». Al lado del P. Teodosio guió el instituto de las Religiosas
de la Caridad de la Santa Cruz, que se desarrolló rápidamente. A Ingenbohl
llegaban continuamente peticiones, solicitando religiosas para que se ocuparan
de los pobres y los huérfanos, del servicio en casas de corrección y lazaretos:
eran tareas arduas, pero estaban en sintonía con el pensamiento de la madre
María Teresa.
Abrió
hospitales y escuelas especializadas para inválidos, pero no le gustaba ver a
las religiosas como responsables de empresas. Por ello se crearon tensiones con
el fundador. De todas formas, estaba persuadida de que la intención del P.
Teodosio era resolver la cuestión obrera con justicia y solidaridad, por lo que
le ayudó todo lo posible, y a cuyo espíritu permaneció fiel aun después de su
muerte, acaecida el 15 de febrero de 1865. Recibió no sólo su herencia
espiritual sino también la material, teniendo que trabajar ella y sus hermanas
durante años para saldar las deudas que había contraído el P. Teodosio en su
apostolado social.
Luchó
por salvar las constituciones que había dado al instituto el P. Teodosio, aun a
costa de oponerse al celo reformador de sus sucesores. La madre María Teresa
era la regla viviente, pero pocos años antes de su muerte fue criticada por el
modo de guiar la congregación y de observar la pobreza. Fue calumniada y
soportó grandes sufrimientos físicos, que no le impidieron realizar numerosos viajes
para animar a sus hijas y orientarlas a vivir según el espíritu del fundador.
Falleció el 16 de junio de 1888 en el convento de Ingenbohl. Ya formaban parte
del instituto 1.689 religiosas.
Juan Pablo II la beatificó el 29 de octubre de 1995
Juan Pablo II la beatificó el 29 de octubre de 1995