Día
Mundial del Medio Ambiente
![]() |
Mensaje del Papa a jóvenes Scholas Occurrentes (C) Scholas |
Ayer viernes, el Santo Padre se conectó a un ciberencuentro mundial de jóvenes,
docentes y padres organizado por Scholas Occurentes mediante la
plataforma Zoom, con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente.
“En
esta nueva crisis que hoy enfrenta la humanidad, quiero celebrar que Scholas,
como una comunidad que educa, como una intuición que crece, abra las puertas de
la Universidad del Sentido”, fueron las palabras del Pontífice en la sede
virtual de la fundación.
Dirigiéndose
a miles de jóvenes de 170 ciudades de distintas partes del mundo, el Papa
Francisco les ha invitado a tener siempre presentes tres palabras:
gratuidad, sentido y belleza. “¡Pueden parecer inútiles!, sobre todo hoy en
día. ¿Quién se pone a hacer una empresa buscando gratuidad, sentido y belleza?
No produce, no produce. Y sin embargo, de esta cosa que parece inútil depende
la humanidad entera, el futuro”, ha asegurado.
“¡Pobre de la humanidad
sin crisis!”
Francisco
ha tratado de explicar a los jóvenes que las crisis son oportunidad para
crecer: “Cuando las raíces necesitan espacio para seguir creciendo la maceta
acaba por romperse”, y ha continuado: “Es que la vida es más grande que nuestra
propia vida y, por eso, se parte. ¡Pero esa es la vida! Crece, se rompe”.
“¡Pobre
de la humanidad sin crisis!”, ha advertido. Toda perfecta, toda ordenadita,
toda almidonadita. Pobre. Sería, pensémosla, una humanidad así sería una
humanidad enferma, muy enferma. Gracias a Dios que no se da. Sería una
humanidad dormida”.
Durante
el encuentro virtual, participaron además nueve primeras damas de América
Latina y el Caribe, que leyeron distintos pasajes de la encíclica papal Laudato
Si’ sobre el cuidado de la casa común, el planeta Tierra.
También
acompañaron a los jóvenes figuras del deporte, el arte y las ciencias, como
también líderes sociales y referentes de diversas comunidades religiosas.
Carta del Papa Francisco
Queridos
hermanos y hermanas de Scholas:
Hoy,
luego de todos estos años compartiendo la pregunta que nos funda, es una gran
alegría poder llamarlos “comunidad”: Comunidad de amigos, comunidad de
hermanos, hermanas.
Aún
recuerdo el origen: dos enseñantes, dos profesores, en medio de una crisis, con
un poco de locura y un poco de intuición. Una cosa no planeada, vivida a medida
que iba caminando.
Cuando
la crisis en aquel entonces dejaba una tierra de violencia, aquella educación
reunió a los jóvenes generando sentido y, por lo tanto, generando belleza.
Tres
imágenes de este camino me vienen al corazón, que fueron tres imágenes que
guiaron tres años de reflexión y de encuentro: el loco de La strada de
Fellini, “El llamado de Mateo” de Caravaggio y “El idiota” de Dostoevskij.
El
Sentido –el loco–, el Llamado –Mateo– y la Belleza.
Las
tres historias son la historia de una crisis. Y en las tres, por lo tanto, se
pone en juego la responsabilidad humana. Crisis significa originalmente
“ruptura”, “tajo”, “apertura”, “peligro”, pero también “oportunidad”.
Cuando
las raíces necesitan espacio para seguir creciendo la maceta acaba por
romperse.
Es
que la vida es más grande que nuestra propia vida y, por eso, se parte. ¡Pero
esa es la vida! Crece, se rompe.
¡Pobre
de la humanidad sin crisis! Toda perfecta, toda ordenadita, toda almidonadita. Pobre.
Sería, pensémosla, una humanidad así sería una humanidad enferma, muy enferma.
Gracias a Dios que no se da. Sería una humanidad dormida.
Por
otra parte, así como la crisis nos funda por llamarnos al abierto, el peligro
sucede cuando no nos enseñan a relacionarnos con aquella apertura. Por eso las
crisis si no son bien acompañadas son peligrosas, porque uno se puede
desorientar. Y el consejo de los sabios, hasta para las pequeñas crisis
personales, matrimoniales, sociales: “nunca te adentres sólo en la crisis, andá
acompañado”.
Allí,
en la crisis, nos invade el miedo, nos cerramos como individuos, o comenzamos a
repetir lo que a muy pocos les conviene, vaciándonos de sentido, tapando el
propio llamado, perdiendo la belleza. Esto es lo que pasa cuando uno atraviesa
una crisis solo, sin reservas. Esta belleza que, como decía Dostoevskij,
salvará al mundo.
Scholas
nació de una crisis, pero no alzó los puños para pelearse con la cultura, y
tampoco bajó los brazos para resignarse, ni salió llorando: ¡Qué calamidad, qué
tiempos terribles! Salió a escuchar el corazón de los jóvenes, a cultivar la
realidad nueva. “¿Esto no está funcionando? Vamos a buscar allí”.
Scholas
se asoma a través de las fisuras del mundo —no con la cabeza— con todo el
cuerpo, para ver si desde lo abierto regresa otra respuesta.
Y
eso es educar. La educación escucha, o no educa. Si no escucha, no educa. La
educación crea cultura, o no educa. La educación nos enseña a celebrar, o no
educa.
Alguno
me puede decir. “Pero cómo, ¿educar no es saber cosas?”. No. Eso es saber. Pero
educar es escuchar, crear cultura, celebrar.
Y
de este modo fue creciendo Scholas.
Ni
siquiera estos dos locos —los padres fundadores, les podemos decir riéndonos—
imaginaban que aquella experiencia educativa en la diócesis de Buenos Aires,
luego de veinte años crecería como una nueva cultura, “poéticamente habitando
esta tierra”, como nos enseñaba Hölderlin. Escuchando, creando y
celebrando la vida. Esa nueva cultura poéticamente habitando esta tierra.
Armonizando
el lenguaje del pensamiento con los sentimientos y las acciones. Es lo que
ustedes me escucharon varias veces: lenguaje de la cabeza, del corazón y de las
manos, sincronizados. Cabeza, corazón y manos creciendo armónicamente.
Yo
vi en Scholas profesores y alumnos japoneses bailando con
colombianos. ¡Es imposible! Yo lo vi. Vi a los jóvenes de Israel jugando con
los de Palestina. Lo vi. A los estudiantes de Haití pensando con los de Dubái.
A los niños de Mozambique pintando con los de Portugal… Vi, entre Oriente y
Occidente, un olivo creando cultura del encuentro.
Por
eso, en esta nueva crisis que hoy enfrenta la humanidad, donde la cultura
demostró haber perdido su vitalidad, quiero celebrar que Scholas, como una
comunidad que educa, como una intuición que crece, abra las puertas de la
Universidad del Sentido. Porque educar es buscar el sentido de las cosas. Es
enseñar a buscar el sentido de las cosas.
Reuniendo
el sueño de los niños y los jóvenes con la experiencia de los adultos y los
viejos. Ese encuentro tiene que darse siempre sino no hay humanidad, porque no
hay raíces, no hay historia, no hay promesa, no hay crecimiento, no hay sueños,
no hay profecía.
Alumnos
de todas las realidades, lenguas y creencias, porque nadie queda afuera cuando
aquello que se enseña, no es una cosa, sino la Vida. La misma vida que nos
origina y originará siempre otros mundos. Mundos diferentes, únicos, como lo
somos también nosotros. En nuestros más profundos dolores, alegrías, deseos y
nostalgias. Mundos de Gratuidad, de Sentido y de Belleza. “El idiota”, la
“llamada” de Caravaggio y el loco de La strada.
Nunca
se olviden de estas últimas tres palabras, gratuidad, sentido y belleza.
¡Pueden parecer inútiles!, sobre todo hoy en día. ¿Quién se pone a hacer una
empresa buscando gratuidad, sentido y belleza? No produce, no produce. Y sin
embargo, de esta cosa que parece inútil depende la humanidad entera, el futuro.
Sigan
adelante, tomen esa mística que fue regalada, que no la inventó nadie; y los
primeros en sorprenderse fueron estos dos locos que la fundaron. Y por eso la
entregan, la dan, porque no es de ellos. Es algo que les vino como regalo.
Sigan adelante sembrando y cosechando, con la sonrisa, con el riesgo, pero
todos juntos y siempre de la mano para superar cualquier crisis.
Que
Dios los bendiga. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Muchas gracias.
Rosa
Die Alcolea
Fuente:
Zenit