¡Toda
la confianza puesta en el Señor!
Este
lunes 6 de julio, de la décimo cuarta semana de tiempo ordinario, la fraterna
Mónica Ibáñez, posa su mirada sobre la oración llena de fe de dos personas que
se acercaron a hablar con Jesús para pedirles la sanación. A partir de esto nos
invita a cuestionarnos si nuestra fe es también capaz de dialogar con el Señor
para pedirle que nos sane y nos devuelva la vida.
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Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 9, 18-26
En
aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló
ante él y le dijo: «Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la
cabeza, y vivirá».
Jesús
lo siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre
desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto,
pensando que con sólo tocarle el manto se curaría.
Jesús
se volvió y, al verla, le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha curado.» Y en aquel
momento quedó curada la mujer.
Jesús
llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente,
dijo: «¡Fuera!
La niña no está muerta, está dormida».
Se
reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y
ella se puso en pie. La noticia se divulgó por toda aquella comarca.
Jesús
le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber
visto».
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