En declaraciones a ‘zenit’
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El Papa saluda al cardenal Turkson (C) Vatican Media |
Aunque reconoce que hablar de las “secuelas” de la COVID-19 está resultando más complejo y difícil de lo que parecía en un principio, el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson considera que lo que estamos aprendiendo de los países que han aplanado la curva de contagio puede enseñar valiosas lecciones a otros a nivel mundial.
Al mismo tiempo, reconoce
que las futuras reacciones de cada país ante el virus serán diferentes, sobre
todo porque la investigación de la vacuna está en marcha.
Así lo expresó el prefecto
del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral y presidente de
la Comisión Vaticana para la COVID-19 a zenit durante
la conferencia de prensa sobre “Preparar
el futuro, construir la paz en el tiempo de la Covid-19”, celebrada con algunos
periodistas acreditados en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el 7 de julio
de 2020 a las 11:30 horas.
Como de costumbre, la
Oficina de Prensa tomó la temperatura de cada periodista con máscara al entrar,
proporcionó desinfectante y estableció canales para entrar y salir de la sala.
La prensa acreditada por el Vaticano (y el personal de la Oficina de Prensa)
precisaba llevar mascarillas y sentarse en asientos designados, socialmente
distanciados. El micrófono para hacer preguntas también fue desinfectado después
de cada pregunta.
Junto con el cardenal
Turkson intervinieron la hermana Alessandra Smerilli, coordinadora del Grupo de
Trabajo de Economía de la Comisión Vaticana para la COVID-19 y profesora de
Economía Política en la Facultad Pontificia de Ciencias de la Educación
Auxilium y el Dr. Alessio Pecorario, coordinador del Grupo de Trabajo de
Seguridad de la Comisión Vaticana para la COVID-19 y funcionario del Dicasterio
para la Promoción del Desarrollo Humano Integral.
Dirigiéndose al cardenal
Turkson, la edición inglesa de zenit señaló que en una entrevista
inicial que hizo en el Vaticano cuando la Comisión COVID-19 fue instituida por
el Papa Francisco, subrayó que “debemos considerar las secuelas de la COVID-19,
para que no estar desprevenidos”.
Recordando estas
palabras, zenit preguntó cómo -dada la posibilidad de que se
produzcan segundas olas en algunos países, y cómo otros aún no tienen el virus
bajo control- la Comisión puede hablar efectivamente de las “secuelas” del
coronavirus.
“Es difícil”, contestó el
cardenal Turkson a zenit.
“Como sabéis, el virus
viaja a diferentes velocidades. En Italia, no solo hemos aplanado la curva,
sino que está en descenso, por lo que prácticamente Italia ya no aparece en los
titulares”.
“Ahora, los titulares”,
expresó el cardenal, “son los Estados Unidos (EE.UU.), ni siquiera Nueva York,
ahora son sobre Texas y Florida. También los vemos sobre el Amazonas… Brasil…”.
Diferentes países,
reconoció el prefecto del Vaticano, están teniendo “diferentes experiencias”
del virus ahora, después de reflexionar sobre cómo viajó: “China, en Wuhan…
Luego pasó a Italia, luego a otros países de Europa. España. Luego a Nueva
York”, apuntó, remarcando que allí otros estados de EE.UU. están teniendo mucho
contagio, como Florida, Texas, entre otros.
“Así que”, preguntó
entonces: “¿podemos hablar de ‘post’-COVID? ¿Cuándo podremos decir que la COVID
ha terminado, y estamos tratando con un período post-COVID?”.
“Claramente, un período
‘Post-COVID’”, afirmó, “sería una experiencia igual a como ha sido la de COVID,
es decir, una que ocurre en diferentes momentos, en diferentes países…”.
Pero la experiencia,
subrayó el prelado ghanés, no será la misma, especialmente porque la
investigación de la vacuna continúa y algunos países presumiblemente crearán
una vacuna tan pronto como sea factible
Destacando las diferentes
experiencias de país a país, de lugar a lugar, el líder de la Comisión COVID-19
destacó: “estamos viendo un caso. [Y] siempre que tenemos un caso, sabemos lo
que estamos mirando, sabemos el impacto en la atención sanitaria, el impacto en
el empleo, el impacto en la economía…”.
Siendo estos los fenómenos
comunes en todo el mundo, subrayó que centrándose en ellos, “apuntando a los
diferentes fenómenos”, son capaces de predecir mejor lo que sucederá bajo
ciertas condiciones.
“Habiendo preparado esa
investigación y los resultados para un caso”, explicó, “pueden aplicarse a
otros casos, una vez que tengan esa misma experiencia”.
En su discurso, el
cardenal Turkson dijo que la Iglesia apoya firmemente los proyectos de
construcción de la paz que son esenciales para que las comunidades en conflicto
y post-conflicto respondan al coronavirus.
Recordando que el Papa
Francisco, el pasado noviembre en Nagasaki, expresó que debemos “romper el
clima de desconfianza” y evitar la “erosión del multilateralismo”. En este
sentido, el cardenal destacó que “en interés de construir una paz sostenible,
debemos fomentar una ‘cultura del encuentro’ en la que hombres y mujeres se
descubran unos a otros como miembros de una familia humana, compartiendo la
misma creencia”.
“Solidaridad. Confianza.
Encuentro. Bien común. No violencia”, enumeró, añadiendo: “Creemos que estos
son los fundamentos de la seguridad humana real”.
El purpurado también
indicó que “acoge con satisfacción” el reciente respaldo del Consejo de Seguridad
de la ONU a un alto el fuego mundial.
“No podemos luchar contra
la pandemia si estamos luchando o preparándonos para luchar, unos contra
otros”, dijo, marcando: “¡También celebro el respaldo de 170 países al
llamamiento de la ONU para silenciar las armas! Pero una cosa es llamar o
respaldar una declaración de cese al fuego, otra cosa es implementarla”, lo
cual, según él, requiere “congelar la producción y el comercio de armas”.
“Ahora, más que nunca”,
continuó el cardenal Turkson, “es el momento de que las naciones del mundo
pasen de la seguridad nacional por medios militares a la seguridad humana como
principal preocupación de la política y las relaciones internacionales. Ahora
es el momento de que la comunidad internacional y la Iglesia desarrollen planes
audaces e imaginativos para una acción colectiva acorde con la magnitud de esta
crisis”.
La conferencia de prensa
fue transmitida en vivo en el canal de YouTube de Vatican News.
A continuación, sigue la
traducción proporcionada por el Vaticano del discurso del cardenal Turkson:
Intervención
del cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson
Como todos sabemos, nos
enfrentamos a una de las peores crisis humanitarias desde la Segunda Guerra
Mundial. Mientras el mundo toma medidas de emergencia para hacer frente a una
pandemia y a una recesión económica mundiales, ambas reforzadas por una
emergencia climática global, también debemos considerar las consecuencias para
la paz de estas crisis interconectadas. La Comisión Vaticana para el COVID-19,
especialmente a través del Grupo de Trabajo sobre Seguridad y Economía, ha
analizado algunas de estas implicaciones. Permítanme destacar las siguientes:
Mientras que hoy en día se
dedican sumas sin precedentes a gastos militares (incluyendo los grandes
programas de modernización nuclear), los enfermos, los pobres, los marginados,
y las víctimas de los conflictos son afectados tremendamente por la crisis
actual. Las crisis interconectadas (salud, socio-economía y ecología) están
ampliando la brecha no sólo entre los ricos y los pobres, sino también entre
las zonas de paz, prosperidad y justicia ambiental y las zonas de conflicto,
privación y devastación ecológica.
No puede haber curación
sin paz. La reducción de los conflictos es la única posibilidad de reducir las
injusticias y las desigualdades. La violencia armada y los conflictos y la
pobreza están absolutamente vinculados en un ciclo que impide la paz, fomenta
los abusos contra los derechos humanos y obstaculiza el desarrollo.
Celebro el reciente
respaldo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a un alto el fuego
mundial (1). No podemos luchar contra la pandemia si estamos luchando, o
preparándonos para luchar, unos contra otros. ¡También celebro el apoyo de 170
países al llamamiento de las Naciones Unidas para que callen las armas!
(2). Pero una cosa es lanzar o apoyar una declaración de alto el fuego,
otra cosa es ponerla en práctica. Para ello, necesitamos congelar la producción
y el comercio de armas.
Las actuales crisis
interconectadas que he mencionado (salud, socio-economía y ecología) demuestran
la urgente necesidad de una globalización de la solidaridad que refleje nuestra
interdependencia mundial. En las dos últimas décadas, la estabilidad y la
seguridad internacionales se han deteriorado (3). Parece que la amistad
política y la concordia internacional son cada vez menos el bien supremo que
las naciones desean y por el que están dispuestas a comprometerse.
Lamentablemente, en lugar
de estar unidos para el bien común frente a una amenaza que no conoce
fronteras, muchos líderes están ahondando las divisiones internacionales e
internas. En este sentido, la pandemia, con los fallecimientos y otras consecuencias
sanitarias, la recesión económica y los conflictos, representa la tormenta
perfecta. Necesitamos un liderazgo mundial que pueda reconstruir los lazos de
unidad y al mismo tiempo rechazar el argumento de los chivos expiatorios, la
recriminación mutua, el nacionalismo chovinista, el aislacionismo y otras
formas de egoísmo. Como dijo el Papa Francisco el pasado noviembre en Nagasaki,
debemos «romper el clima de desconfianza» y evitar la «erosión del
multilateralismo» (4). En aras de la construcción de una paz sostenible,
debemos fomentar una «cultura del encuentro» en la que hombres y mujeres se
descubran unos a otros como miembros de una familia humana, compartiendo la
misma creencia. Solidaridad. Confianza. Encuentro. Bien común. No-violencia.
Creemos que estos son los fundamentos de la seguridad humana actual.
La Iglesia apoya
firmemente los proyectos de construcción de la paz que son esenciales para que
las comunidades en conflicto y post-conflicto respondan a la COVID-19. Sin el
control de las armas, es imposible garantizar la seguridad. Sin seguridad, las
respuestas a la pandemia son incompletas.
La pandemia de COVID-19,
la recesión económica y el cambio climático hacen cada vez más evidente la
necesidad de dar prioridad a la paz positiva sobre las estrechas nociones de
seguridad nacional. El Papa Juan XXIII señalaba ya la necesidad de esta
transformación al redefinir la paz en términos de reconocimiento, respeto,
salvaguardia y promoción de los derechos de la persona humana (Pacem in terris,
139). Ahora, más que nunca, es el momento de que las naciones del mundo pasen
de la seguridad nacional por medios militares a la seguridad humana como
principal preocupación de la política y las relaciones internacionales. Ahora
es el momento de que la comunidad internacional y la Iglesia elaboren planes
audaces e imaginativos para una acción colectiva acorde con la magnitud de esta
crisis. Ahora es el momento de construir un mundo que refleje mejor un enfoque
verdaderamente integral de la paz, el desarrollo humano y la ecología.
¡Gracias!
Deborah
Castellano Lubov
Fuente: Zenit