Entremos
en la dinámica del Reino de Dios
Este
12 de julio, décimo quinto domingo del tiempo ordinario, el padre Facundo
Fernández nos enseña cómo las parábolas de Jesús son un modo de explicar en
lenguaje sencillo qué es el Reino de Dios. Y, a través de la Parábola del
Sembrador, nos exhorta a acoger la Palabra de Dios en la tierra fértil de
nuestros corazones.
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Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 1-23
Jesús
salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió
junto a Él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras
la multitud permanecía en la costa. Entonces Él les habló extensamente por
medio de parábolas.
Les
decía: “El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron
al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno
pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra
era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz,
se secaron. Otras cayeron entre espinas, y éstas, al crecer, las ahogaron.
Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras
treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!”.
Los
discípulos se acercaron y le dijeron: “¿Por qué les hablas por medio de
parábolas?”
Él
les respondió: “A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino
de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y
tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene. Por
eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan
ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:
“Por
más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el
corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado
sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no
comprenda, y no se conviertan, y yo no los sane”.
Felices,
en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les
aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo
vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
Escuchen,
entonces, lo que significa la parábola del sembrador.
Cuando
alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata
lo que había sido sembrado en su corazón: éste es el que recibió la semilla al
borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al
escuchar la Palabra, la acepta enseguida con alegría, pero no la deja echar
raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una
persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
El
que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero
las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no
puede dar fruto.
Y
el que la recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la
comprende. Éste produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno”.
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