¿La
ciencia explica fenómenos que antes se atribuían a la acción divina?
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| Jake weirick/Unsplash | CC0 |
La pregunta es doble. En primer lugar, si hay
ahora menos milagros que “antes”. Es una pregunta imposible de contestar,
porque nadie los ha contado de modo global, ni antes ni ahora.
Además,
“siglos atrás”, como se formula la pregunta, son muchos siglos, y no parece que
haya uniformidad en ellos.
Lo que sí se
puede decir es que ahora hay milagros, bastantes más de lo que
pudiera parecer a primera vista.
Pondré dos
ejemplos.
El primero
son las beatificaciones y canonizaciones, de las
cuales ha habido bastantes de un siglo a esta parte. En las que no son de
mártires, se exige un milagro, bien documentado y evaluado, en cada
beatificación y en cada canonización (en este último caso, posterior a la
beatificación).
El otro es de
un lugar, donde sí ha hecho lo mismo –documentar e investigar milagros-: Lourdes.
En siglo y medio, se han certificado ya 70, el último el año pasado.
Y, evidentemente, hay más milagros en otros
lugares, y sin relación con la elevación a los altares de alguien.
¿Hay quizás menos sensibilidad para
verlos? Hoy como ayer, depende de la actitud con que se
miren. Los Evangelios mismos testimonian que los fariseos no querían reconocer
los del Señor, o se los atribuían al diablo.
De todas
formas, hoy como ayer, muchos milagros tienen una difusión
solamente local. Su noticia no corre mucho más allá del
sitio donde se han producido o de un grupo de personas determinado.
No hay que olvidar, por otra parte, una
lección evangélica. Jesucristo obraba milagros, pero pedía fe.
Porque os aseguro que si tuvierais fe como
un grano de mostaza podríais decir a este monte: “Trasládate de aquí allá”, y
se trasladaría (Mt
17, 20).
Hoy también
la pide. En cambio, a un Herodes que quería ver un milagro suyo solo por
curiosidad, se lo negó. Y hoy también sucede lo mismo.
Y ahora la otra cuestión: ¿la
ciencia explica fenómenos que antes se atribuían a la acción divina?
Siempre ha
ocurrido así, y no digamos en las antiguas religiones animistas. Y, sin
embargo, ni siquiera esa explicación supone una negación de una acción
extraordinaria de Dios.
Pondré un
ejemplo. Una vez le comentaron a santa Teresa de Calcuta que hay una
explicación natural del paso del Mar Rojo por Moisés y los israelitas huyendo
de los egipcios. Respondió que podría ser, pero eso no es lo que de verdad
interesa, sino que se produjese justo en ese momento.
En cualquier caso, la Iglesia siempre ha
sido más cauta en este terreno que la piedad popular, siempre más proclive a
ver fenómenos extraordinarios y actuaciones divinas que se salen del guión de
la naturaleza.
Pero, a la vez, siempre ha habido alguna
intervención divina extraordinaria: Dios no se ata a la naturaleza, que también
Él creó, cuando algo conviene a la salvación de las personas.
Julio de la
Vega-Hazas
Fuente: Aleteia






