Jesús es de Córdoba y ahora da conciertos de música cristiana
por todo el mundo
Jesús vive en Córdoba con su mujer Paloma y su
hijo de siete años. Tiene 36 años y es de Puente Genil, un pueblo de la zona.
Es el pequeño de 4 hermanos y ahora mismo es profesor de Lengua y Literatura en
un colegio público. Hasta
aquí, todo muy normal. Pero más bien podría verse desde fuera como algo
totalmente anormal, desde que tenía 18 meses de vida.
Cuando solo tenía año y medio, a Jesús
Cabello le diagnostican una leucemia. Una grave enfermedad con un índice alto
de mortalidad. Siendo tan pequeño, le ponen un tratamiento muy fuerte, pero él
se convierte en un caso distinto: «No se me cayó el pelo ni perdí la vitalidad,
pero muchos compañeros tuvieron secuelas irreversibles. Pero los análisis
decían que el tratamiento no funcionaba».
Jesús sufre una grave recaída con solo
cuatro años y sus padres se «pelean con Dios». El trasplante de médula es demasiado
peligroso y en ese momento de «abandono, desesperación y rendición» acude a una
iglesia y se pone frente al sagrario. «Delante de la Virgen le dice: ‘si es tu
voluntad, que se vaya… pero si se queda, será para ti».
El milagro
Todo pasa muy deprisa. En el transcurso de
apenas dos horas, montan al pequeño Jesús en el coche, le llevan al hospital,
le ingresan de urgencias y le vuelven a practicar una analítica. La respuesta
de los médicos es cuanto menos sorpresiva: «En los análisis aparece que la
enfermedad está remitiendo. A los ocho años me quitaron un linfoma en el cuello
que no habían visto hasta entonces y estuve cuatro años viviendo con ello más
sano que una pera».
Los médicos atribuyen el suceso «a que a
los niños les cambia muy rápido el metabolismo y que es imprevisible». Pero la familia de Jesús tiene otra
teoría: «La causa efecto de la oración de mi madre y el análisis con esa
noticia…pues hace que parezca algo sobrenatural».
«Mis padres con la mejor intención me
hicieron creer que yo había sido un niño normal. Pensaba que todos los niños
pasaban por eso, que les pinchan en la espalda, que les ingresaban…» Jesús se
entera de que pasó por esta enfermedad «a los 14 años». En ese momento «mi adolescencia se parte en
dos». Entonces empieza a obsesionarse con una pregunta: ¿Qué hace en este
mundo? ¿Qué quiere Dios de él?
La capilla de la providencia
Estaba buscando respuestas y con 17 años
-mientras aprende a tocar la guitarra en una familia donde se canta a todas
horas- le invitan a unos ejercicios espirituales. Y conoce una capilla que va a
ser determinante en su vida. El primer momento: «En un momento de oración tuve
un encuentro con Jesucristo impresionante, sentí un abrazo que me cambió la
vida. A partir de
entonces supe que Cristo está vivo y que yo tengo una misión».
Jesús nunca había tenido novia así que se
plantea la vocación religiosa. Al año siguiente vuelve a esos mismos ejercicios
espirituales y lo consulta con un sacerdote. «Me dijo: Dios te puede sorprender en estos
ejercicios». Esa misma noche, con 18 años en unos
ejercicios espirituales en silencio, la persona que tenía delante en la cena y
que le sirve la sopa será su mujer siete años más tarde. Y en aquella misma
capilla.
Once años después, Jesús ya tiene clara su
misión junto a Paloma. «Dios me quiere aquí para alguien o para algo. Salgo
porque sé que me voy a encontrar con Jesús», dice Jesús.
La música
Pero su historia no termina aquí. Jesús
Cabello -entre clase y clase de sintaxis y de la Generación del 98- compone y
graba canciones católicas. «En
casa todos mis hermanos tocaban la guitarra y en mi casa siempre se ha cantado.
Yo empiezo a tocar en un coro de parroquia y coincidiendo con esos 17 años,
después del encuentro con Jesús, empiezo a escribir».
«Un amigo me pide que le grabe una cinta,
él se la pasa a otro, me invitan a tocar en un concierto, después me piden que
toque en una parroquia… Y acabo cantando en Milán con el Papa en 2012 con un
millón de personas delante, cantando en Cracovia, en la JMJ de Panamá…»
Jesús no ha tenido una ‘vida normal’. En el
fondo, como ninguno de nosotros. Él descubrió esto, encontró su misión en el mundo -como la
tienes tú- y apostó por ello. La música es su pasión, pero lo es más su
familia. «Hay un
don que hay que multiplicar y poner al servicio de Dios. Cuando nos casamos
vimos que esto es una misión familiar. Pero no cambio mi vida por el
‘artisteo’. ¿Voy a sacrificar mi familia por un sueño personal? ¡Anda ya!»
Javier González García
Fuente: ACI Prensa