Aleteia
hace la radiografía de los «mártires» del siglo XXI
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| © Photo Khaled Desouki. AFP |
La
sangre de los mártires sigue siendo semilla de nuevos cristianos. A esta
conclusión llega quien repasa los testimonios de hombres y mujeres que en
diferentes países del mundo han derramado su sangre por su fe en Jesús.
Presentamos
a continuación una lista de estos testigos contemporáneos del Evangelio hasta
sus últimas consecuencias.
La
lista es necesariamente incompleta. Si usted conoce otros casos de cristianos
de las diferentes confesiones que han perdido la vida cruentamente a causa de
su fe en Cristo, por favor, puede sugerirnos sus nombres en los comentarios a
este artículo, ofreciendo fuentes que nos permitan documentar las
circunstancias de su muerte.
1. Pakistán: Brutalmente
asesinado a los quince años por ser cristiano
Se
llamaba Sharon Masih y tan sólo tenía que quince años. Desde hace tiempo
había pedido a su familia y a sus profesores la posibilidad de cambiar de
escuela en Burewala (cerca de Multan), en el sur de Punjab, pues sus compañeros
le habían sometido a todo tipo de amenazas y vejaciones por un motivo: era
cristiano.
El
30 de agosto de 2017 la situación degeneró. En esa ocasión, muchachos de su
clase le tomaron con la fuerza y, en un lugar apartado comenzaron a golpearle.
“¡O
profesas tu conversión al Islam o te matamos!”. El muchacho, que ya había
recibido esta amenaza, respondió como en otras ocasiones. Pero en ese momento
sus labios ya pronunciaban un “no”, apagado por el dolor por los golpes que
comenzaron a propinarle sus compañeros enfurecidos.
Influenciados
por el fanatismo que domina en ciertos ambientes islámicos de Pakistán, los
puñetazos y los puntapiés se hicieron más repetidos e intensos. La rabia desató
más rabia.
Poco
después el muchacho yacía en la tierra, sin vida. El personal de la escuela le
llevó al hospital de Burewala, donde los médicos no pudieron más que constatar
el bárbaro asesinato.
La
crónica de su martirio fue publicada por la agencia misionera de la Santa
Sede, Fides.org
Mushtaq
Gill, abogado que sigue el caso, explica cómo esta muerte constituye un
terrible síntoma de la persecución cristiana en este país: “La violencia
comienza en los pupitres de la escuela, pues incluso los libros de primaria
incitan al odio a los no musulmanes”.
James
Paul, profesor cristiano paquistaní, presiente de la “Pakistan Minorities
Teachers’ Association” (PMTA), explica que este asesinato es un claro síntoma
de la persecución cristiana que vive su país.
“La
violencia comienza entre los pupitres, pues los libros de clase introducen en
los alumnos odio e intolerancia contra los cristianos”, aclara el maestro.
La
situación de los cristianos, católicos y protestantes, en el país es
dramática: el 2 de junio de 2017, el obrero cristiano Iran Masih, quien se
había desvanecido trabajando en una alcantarilla de Umerkot, en Lahore, murió
después de que un médico del hospital, en pleno Ramadán, se negara a tocar su
sucio cuerpo, como también registró la agencia Fides.org
En
ese país, Asia Bibi ha pasado su novena Navidad tras los barrotes de una cárcel
de Multan, acusada injustamente de haber blasfemado. En realidad, se había
limitado a invocar el nombre de Jesús entre sus vecinas, mientras lavaba la
ropa. Por desgracia, su caso no es aislado. Otros cristianos han vivido la
Navidad en la cárcel, víctimas de la ley contra la blasfemia.
2. Bolivia: Joven
misionera polaca capaz de arriesgarse por Cristo
Helena
Agnieszka Kmiec, bella y talentosa joven polaca de 26 años, tenía un sueño:
dedicar seis meses de su prometedora vida a atender a los niños de Pacata Alta,
en Bolivia, y compartir con ellos su mayor riqueza: el amor de Jesús.
El
sueño quedó truncado en enero pasado, quince días después de su llegada, por
catorce puñaladas asestadas por dos hombres que ahora se encuentran
encarcelados por la justicia boliviana.
Helena
era miembro de la comunidad católica Wolontariat Misyjny Salvator (WMS) de
Gliwice, Polonia. En su muro de Facebook, había compartido su alegría al llegar
a Bolivia: “Es verano acá, hacen 27 grados y nos recibieron como hermanas.
Cochabamba será nuestro hogar por los próximos seis meses”. Fueron las
últimas palabras que pudo escribir.
Helena
fue víctima de dos malhechores que penetraron para robar en la residencia de
las religiosas Siervas de la Madre de Dios, donde vivía. Al ser descubiertos
por la joven, la mataron.
Su
generosidad ya la había llevado en misión a otros países —Rumanía, Hungría y
Zambia—, donde había dejado como inolvidable recuerdo su sonrisa y las melodías
de las sus canciones acompañadas por la guitarra, auténtica caricia de Dios
para muchas personas necesitadas.
El
caso de Helena plantea el desafío que viven los misioneros en América Latina,
subcontinente en el que durante el año 2017 fallecieron once misioneros (ocho
sacerdotes, un religioso y dos laicos).
En
particular, los sacerdotes han pagado un precio muy elevado a la oleada de
inseguridad que se vive en muchos países latinoamericanos. En México fueron
asesinados 4 sacerdotes, 3 en Colombia, y 1 en Brasil y en Haití.
Desgraciadamente
América Latina se ha convertido en los últimos años en el lugar más peligroso
para los misioneros. No son mártires de la fe (pues han muerto víctimas de la
delincuencia), pero la mayor parte han aceptado voluntariamente ser misioneros
junto a sus comunidades, a pesar de que son conscientes del riesgo que corren.
3. Nigeria: Asesinados por
bombas humanas
Los
cristianos de Nigeria se encuentran entre los objetivos prioritarios de Boko
Haram, uno de los grupos terroristas de carácter fundamentalista islámico más
sangrientos del planeta.
El
pasado 11 de diciembre, terroristas suicidas se acercaron a las puertas de la
Iglesia de Pulka, al noreste de Nigeria, particularmente comprometida en la
atención a los refugiados repatriados de Camerún.
Radio
Vaticano ha revelado que, entre los militantes de Boko Haram, se encontraban
dos mujeres, de entre 19 y 29 años, quienes al ver al mayor de los catequistas,
Joseph Naga, se acercaron para abrazarle.
El
otro catequista del grupo, John Manye y uno de sus ayudantes, de quien hemos
podido saber sólo el nombre de bautismo, Patrick, sospecharon lo que iba a
pasar y se acercaron para tratar de ayudar a John.
Al
darse cuenta de su reacción, las dos mujeres detonaron sus chalecos
explosivos, provocando la muerte de otros catecúmenos que se encontraban junto
a los catequistas, en preparación a la visita que iba a realizar el obispo al
campo para administrarles los sacramentos.
Joseph,
de 56 años, padre de once hijos, era catequistas desde hacía 36 años; John, de
38 años, padre de cinco hijos, llevaba más de una década ejerciendo ese
servicio. Mientras que sabemos que Patrick tenía 27 años y era soltero.
Boko
Haram, que ha dado su adhesión al así llamado Estado Islámico (EI), tiene entre
sus objetivos declarados el establecimiento de la sharia (ley islámica)
en todos los estados de Nigeria. Los cristianos de ese país, protestantes y
católicos, se encuentran entre sus víctimas prioritarias.
4. China: “Mártires” en
vida
Eran
“mártires” en vida. En 2017, han perdido la vida numerosos obispos y sacerdotes
de la Iglesia católica en China, tras haber sufrido tremendas persecuciones y
numerosos años de cárcel o trabajos forzados.
Monseñor
Silvestre Li Jiantang, quien fue obispo de Taiyuan, fallecido el 13 de agosto a
los 93 años. Había sido encerrado durante catorce años (entre 1966 y 1980) en
un campo de trabajos forzados, según ha informado Asianews.it.
Tras ser ordenado obispo, dedicó buena parte de sus esfuerzos a relanzar
el seminario de su diócesis. El gobierno local reaccionó cerrando el seminario
en 2013.
Monseñor
Pablo Xie Tingzhe, obispo de Urumqi, en Xinjiang, falleció el 14 de agosto a
los 86 años. A finales de los años cincuenta, cuando todavía no era más que un
seminarista, fue encarcelado por negarse a formar parte de la asociación
patriótica católica, que controla el régimen comunista.
Fue
obligado a cumplir con trabajos forzados durante casi 20 años (entre 1961 y
1980). Tras su liberación, fue ordenado sacerdote y, en 1991, obispo de manera
clandestina. Era muy activo en Internet en el anuncio del evangelio. Animaba,
además, grupos de chat donde enseñaba cantos en latín a sus amigos.
El
7 de diciembre fallecía monseñor Matías Yu Chengxin, obispo coadjutor emérito
de Hanzhong (en Shaanxi) a los 90 años, según ha informado Asianews.it.
Entró
en el seminario en 1956, pero fue cerrado dos años después, pasando a la
clandestinidad. Durante la Revolución Cultural (1966-1976) fue sometido a
arresto domiciliario y después a trabajos forzados en un campo de concentración.
Fue ordenado obispo en secreto en 1989.
El
9 de junio fallecía a los 89 años monseñor Juan Liu Shigong, obispo de Jining
(Tsining) en Mongolia Interior, en China continental Ordenado sacerdote en
1956, fue obligado a los trabajos forzados durante la Revolución Cultural.
Monseñor
Casimiro Wang Milu de Tianshui (Qinzhou), en la provincia de Gansu, fallecido a
los 74 años el 14 de febrero, había pasado buena parte de su ministerio como
obispo en la cárcel. Había sido ordenado obispo clandestinamente en 1981. En
1983, las autoridades le encerraron en la cárcel durante diez años.
La
vida de los obispos clandestinos en China sigue siendo aún sumamente difícil,
pues algunos de ellos siguen siendo privados de libertad.
Es
el caso, por ejemplo, de monseñor Thaddeus Ma Daqin, obispo auxiliar de
Shanghai, quien se encuentra en arresto domiciliario desde 2012, pues en su
ordenación episcopal anunció que abandonaba la asociación patriótica controlada
por el gobierno.
Otro
caso es el de monseñor Pedro Shao Zhumin, obispo de Wenzhou (Zhejiang), quien
se encuentra desde hace unos ocho meses bajo el control de la policía. El 11 de
septiembre el obispo había sido visto en el hospital Tongren de Pekín para ser
operado del oído. En un mensaje enviado por Wechat pidió a los fieles que recen
por él, pero que no le visitaran por razones de seguridad.
Los
casos de los sacerdotes que han perdido la libertad en China son todavía mucho
más numerosos. Auténticos “mártires” en vida.
5. Filipinas: Obreros dan
la vida por no renegar de su fe
Murieron
asesinados por no recitar la shahada, la profesión de fe islámica. Este
fue el testimonio que ofrecieron con su vida ocho cristianos, en la isla
Filipina de Mindanao.
Su
martirio fue confirmado por la investigación que las autoridades locales
llevaron a cabo tras la barbarie, perpetrada por terroristas del Grupo Maute,
conocido también como Estado Islámico de Lanao, vinculado Estado Islámico (EI).
Los
cristianos eran obreros de la construcción que viajaban de Marawi a la ciudad
de Iligan, cuando fueron detenidos por los terroristas. Les ataron las manos y
les plantearon una disyuntiva: profesar la fe islámica y salvar la vida…, o
morir.
Los
ocho filipinos no lo dudaron y encomendaron su alma al Señor. Un disparo sordo
fue lo único que escucharon antes de caer por tierra. Sus cuerpos fueron
abandonados en la cuneta, con un letrero en el que se podía leer “Munafik,” que
quiere decir traidor o mentiroso.
El
mismo grupo terrorista había secuestrado poco antes en la catedral de María
Auxiliadora de Marawi al sacerdote católico filipino Teresito «Chito» Soganub
(conocido como padre “Chito”), muy conocido en Mindanao por su obra de
promoción del diálogo entre cristianos y musulmanes, así como a 23 fieles. A
continuación los terroristas quemaron la catedral. El cautiverio del
sacerdote, que duró 117 días, concluyó gracias a una operación antiterrorista
del ejército filipino.
6. La India: Le habían
advertido: “deja de predicar la Biblia”
Le
habían dicho en varias ocasiones que dejara de predicar la Biblia. Sin embargo,
Sultan Masih, de 47 años, pastor pentecostal de la iglesia del Templo de Dios
en Ludhiana, la ciudad más grande del Estado indio de Punjab, no les hizo caso.
Dos
hombres en sendas motos le dispararon en las piernas, la cara y el pecho cuando
salía del templo, según las crónicas de la prensa
local.
El
pastor, que dirigía además una escuela para niños pobres, desempeñaba su misión
desde hace veinte años en ese templo. Tenía cuatro hijos, dos de los cuales
adoptados.
Según
ha explicado su hija, Alisha Masih, de 22 años, su padre había sido sometido a
muchas amenazas por teléfono e Internet. En resumidas cuentas decían: “deja de
predicar o te mataremos”.
Está
claro que era un homicidio planeado, pues los asesinos habían estudiado sus
movimientos y sabían cuándo dispararle con más facilidad.
Las
investigaciones de la policía y de los servicios de inteligencia indios siguen
todavía su curso. Sin embargo, este 31 de diciembre, The Times of India,
explicaba que la Policía considera finalmente que este homicidio, al igual que
otros acaecidos este año en Punjab, ha sido planeado por el Ejército Islámico
con sede en Pakistán.
El
año 2017 ha sido muy difícil para la comunidad cristiana de La India, que
conforma tan sólo el 2.30 por ciento de la población. Según Persecution.org,
tan sólo en los primeros seis meses de este año, se registraron 410 ataques
violentos contra comunidades cristianas, en su mayoría cometidos por
fundamentalistas hindúes.
7. Corea del Norte:
Mártires anónimos
La
situación más difícil para los cristianos en el mundo se vive en Corea del
Norte y, paradójicamente, no es posible saber el nombre de sus mártires y
perseguidos.
Según
el informe sobre “Cristianos oprimidos a causa de
su fe entre 2015 y 2017”, publicado por la obra pontificia Ayuda a
la Iglesia Necesitada, en el país de Kim Jong-un la libertad para los
cristianos ha quedado totalmente aplastada.
“En
Corea del Norte, el más despiadado perseguidor —como califica el informe al
país presidido por Kim Jong-un—, las atrocidades cometidas contra los
cristianos, imposibles de narrar, incluyen la privación de comida y abortos
forzados, mientras se ha informado sobre casos e fieles atados a cruces
colocadas sobre el fuego. Otros han sido aplastados por compresores a vapor”.
Los
cristianos que son sorprendidos en la práctica de su fe, añade, “son
encarcelados automáticamente para ser ejecutados, o son sometidos a trabajos
forzados, torturas, persecución, privación de comida, violaciones, abortos
forzados y violencias sexuales”, añade el informe.
En
este país, explica el informe de Ayuda a la Iglesia Necesitada, “el sistema de
estratificación social ‘Songbun’ determina el acceso a los bienes y servicios
como la comida, la educación, la asistencia sanitaria, en virtud de la posición
ocupada por los ciudadanos en una de las 51 categorías potenciales que indican
mayor o menor lealtad al régimen”.
“Quien
se encuentra en las últimas categorías es clasificado como hostil al Estado
(los protestantes se encuentran en la posición 37, mientras que los católicos
están en la 39). Este sistema favorece la discriminación basada en el credo
religioso dentro de la estructura dominante de la comunidad comunista”.
La
muerte del estudiante estadounidense Otto Warmbier, acaecida en junio de 2017,
tras su detención en las cárceles de Corea del Norte, ha sacado a la luz la
situación en la que viven los perseguidos.
El
régimen atribuyó su crimen al cristianismo, a pesar de que Warmbier era judío.
El Estado le acusó de haber quitado un cartel político expuesto en su hotel por
petición de un amigo perteneciente a la Iglesia metodista Friendship United.
En
sus acusaciones a Warmbier, el régimen insistió en el hecho de que el
Cristianismo es una realidad extranjera.
Un
antiguo agente de seguridad norcoreano reveló a la ONG Christian Solidarity
Worldwide (CSW) que el régimen relaciona el cristianismo con Estados Unidos y
considera a los cristianos como espías extranjeros, motivo por el cual deben
ser ajusticiados.
El
terrible estado de salud en el que regresó Otto Warmbier a los Estados Unidos,
en total inconsciencia, ha servido para comprender un poco mejor las terribles
condiciones de los detenidos en los campos de concentración norcoreanos.
Fuentes
del estudio publicado por Ayuda a la Iglesia Necesitada consideran que tres
cuartas partes de los cristianos detenidos en campos de concentración mueren a
causa de atroces castigos.
Y
sin embargo sus nombres quedan totalmente escondidos por el servicio de
seguridad. Son los mártires anónimos de nuestro tiempo.
8. Coptos: Fidelidad a
Cristo hasta el heroísmo
Mientras
el mundo se preparaba para celebrar el fin de año, este 30 de diciembre nueve
personas eran cruelmente asesinadas en un ataque contra la minoría cristiana en
Egipto, cometido por un yihadista armado en una iglesia al sur de El Cairo y
reivindicado por el grupo Estado Islámico (EI).
Era
el último de una serie de atentados cometidos por yihadistas que tan sólo en
2017 han dejado más de cien muertos. Un precio elevadísimo que están pagando
los cristianos coptos, comunidad que representa el 10% de los casi 100 millones
de habitantes de ese país, mayoritariamente musulmán, la primera minoría
religiosa.
Los
coptos constituyen la comunidad cristiana más grande de Oriente Medio y una de
las más antiguas, pues según la tradición esta Iglesia se implantó en el año 50
d.C., cuando el evangelista san Marcos, a quienes los coptos consideran el
primer patriarca (papa) de Alejandría, visitó Egipto.
Su
sucesor, Teodoro II, Papa de la Iglesia Ortodoxa Copta, patriarca de
Alejandría, aseguró en un mensaje de
condolencias que su comunidad «sigue siendo fuerte y capaz de derrotar a las
fuerzas oscuras” con la fuerza de su adhesión a Cristo.
Desde
diciembre de 2016, la rama del grupo Estado Islámico en Egipto ha matado a
decenas de cristianos, en ataques con bombas y armas de fuego en iglesias de
todo el país.
El
Estado Islámico reivindicó un ataque suicida contra la iglesia copta de San Pedro
y San Pablo en El Cairo el 11 de diciembre de 2016, provocando 29 muertos.
En
abril de 2017, 45 personas murieron en dos ataques suicidas reivindicados
también por el Estado Islámico en Alejandría, segunda ciudad del país, y Tanta,
en el norte.
En
mayo, un hombre armado de ese grupo terrorista mató en el sur de El Cairo a 28
cristianos que viajaban hacia un monasterio.
La
obsesión del yihadismo terrorista contra los coptos egipcios forma parte de la
intolerancia religiosa que profesa. Se trata, además, de un enemigo débil,
tanto por su carácter minoritario de estos cristianos en una sociedad de
mayoría musulmana, como por el hecho de vivir en una cierta marginación social.
Todos
estos atentados han tenido lugar en ese año ante una cierta indiferencia de la
comunidad internacional y de los medios de información. Basta imaginar cómo
reaccionaría la comunidad internacional si una serie de atentados tan graves
hubiera tenido lugar contra algún país europeo. Parecería que hay vidas humanas
de primera y vidas humanas de segunda, cuando éstas no viven en Occidente.
Sólo
parece estar preocupado por lo que pasa a los cristianos coptos el Papa
Francisco, que en su viaje por Egipto, el 28 y 29 de abril, quiso llamar la
atención del mundo sobre su persecución, rindiendo homenaje a la Iglesia
copta por su fidelidad a Cristo de hace casi dos mil años, a pesar de las
continuas persecuciones que ha afrontado.
9. Camerún: ¿Muerte al
obispo?
Los
enemigos de la Iglesia en ocasiones se enorgullecen por la muerte de sus
cristianos, en otras ocasiones la ocultan, lavando la sangre que ha manchado
sus manos. Este segundo caso parece explicar la violenta muerte de monseñor, a
quien Juan Pablo II había nombrado obispo de Bafia, en su país, Camerún.
Era
conocido en el país por su espíritu misionero, que le había llevado a fundar
parroquias, promover las escuelas cristianas, e introducir en las celebraciones
litúrgicas el balafón, xilófono típico de la tradición musical africana.
En
la noche entre el 30 y el 31 de mayo de 2017 dejó su residencia después de
haber recibido una llamada. Dentro de su automóvil, que apareció al día
siguiente en un puente del río Sanaga, se podía leer una nota: “Estoy en el
agua”. Texto y letra, algo surrealistas, parecían indicar que se trataba de una
maniobra para fingir un suicidio. Tres días después, su cuerpo aparecía en ese
mismo río.
Según
los primeros elementos de la investigación, el cuerpo del obispo habría sido
echado al agua después de haber sido torturado y asesinado. Sin embargo, el
fiscal general de Camerún, el 4 de julio, presentó un informe en el que se
afirmaba que lo más probable es que el obispo haya muerto ahogado por suicidio.
Cuatro
días después, monseñor Samuel Kleda, arzobispo de Douala, y presidente de la
Conferencia Episcopal de Camerún, declaró que no estaba de acuerdo con las
conclusiones del fiscal y confirmó que “monseñor Jean-Marie Benoît Balla había
sido brutalmente asesinado”. En julio, la Conferencia Episcopal decidió
presentar una denuncia contra desconocidos por el asesinato del obispo.
El
3 de agosto, el sucesor provisional del obispo como administrador de la
diócesis, monseñor Joseph Akonga Essomba, afirmó que los asesinos del obispo
gozan de la protección de miembros del gobierno.
El
28 de agosto fue profanada la tumba del obispo, en la catedral de San Sebastián
de Bafia. La profanación está siendo investigada, como todavía sigue abierta la
causa de la muerte del obispo en la Fiscalía general de Yaoundé.
La
falta de claridad en la investigación de la muerte del obispo Balla recuerda
que otros muchos misioneros católicos también han sido asesinados en las
últimas décadas en Camerún, sin que se hayan encontrado a los culpables.
Es
el caso, por ejemplo, de uno de los colaboradores más cercanos de monseñor
Balla, el rector del seminario menor de San Andrés en Bafia, el sacerdote Armel
Djama, quien apareció muerto en circunstancias extrañas.
Otros
casos de misioneros católicos fallecidos de manera trágica y sin culpables son
monseñor Yves Plumey, arzobispo emérito de Garoua (1991); el sacerdote Joseph Mbassi, editor
de la publicación católica “L’Effort camerounnais” (1988); el teólogo
jesuita Engelbert Mveng (1995); las religiosas francesas Germaine Marie
Husband y Marie Léone Bordy, responsables de un dispensario en una misión
católica (1992); el sacerdote Apollinaire Claude Ndi, párroco de una iglesia
cercana a Yaoundé (2001). Desde 2010, numerosas parroquias y párrocos han
sufrido ataques, suscitando con frecuencia el silencio de las autoridades.
En
Camerún, el asesinato de los cristianos se presenta como suicidio, aunque nadie
parezca creerlo.
10. En manos del Estado
Islámico
Un
repaso de los testigos de la fe que han dado su vida por Cristo en el último
año no sería completo sin mencionar los casos de misioneros cristianos que han
sido secuestrados por el Estado Islámico o grupos yihadistas, en diferentes
países.
El
caso más reciente es el de una misionera colombiana, la hermana Gloria Cecilia
Narváez Argoty, secuestrada el 8 de febrero en la aldea de Karangasso, en Mali.
El
grupo Al Qaeda de Mali, a través de las redes sociales, publicó un vídeo en el
mes de julio donde se veía a la religiosa con otras cinco personas también
rehenes extranjeros, secuestrados por la red yihadista. A pesar de la
movilización de la iglesia y de los gobiernos, no se tienen noticias concretas
de la hermana Gloria.
Mucho
más trágica es la situación del sacerdote jesuita italiano Paolo Dall’Oglio,
secuestrado el 29 de julio de 2013 en Al Raqa, Siria. En los últimos años se
han sucedido todo tipo de rumores, pero por el momento no hay ninguna noticia
segura sobre su paradero.
En
esta serie de noticias trágicas, fue esperanzadora el 12 de septiembre la
liberación del sacerdote indio Tom Uzhunnalil, salesiano, secuestrado el 4 de
marzo de 2016 en Aden, en Yemen, durante el ataque de unos yihadistas a la casa
para ancianos de las religiosas de la Madre Teresa en la que fueron asesinadas
cuatro religiosas y otras 12 personas.
Jesús
Colina
Fuente:
Aleteia






