Uno no se convierte en padre únicamente cuando nace su hijo.
La paternidad se despliega y se cultiva a lo largo de la vida del hombre
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Enrique lo reconoce: se le saltó una lágrima al
ver la ecografía en la que se podía distinguir la silueta de su pequeñín. No
siente pudor, sino simplemente humildad ante el gran misterio de la vida,
consciente de esa responsabilidad de padre que estaba a punto de advenir.
“Comencé a prepararme para ser padre desde
que nos casamos. Sin embargo, antes del embarazo de mi esposa, era más bien un
concepto. El tiempo de la espera no representa para el hombre todos los grandes
cambios vividos por la mujer. Uno se limita a pensar en la imagen que se hace
del niño que nacerá y la del padre que querría ser”.
El sentimiento difuso de la paternidad se
concreta el día del nacimiento, “ante la inmensidad del encuentro”.
Pero queda todo por hacer. “Para la mujer, la transición es biológica;
para el hombre, es inevitablemente más compleja”, explica el
padre Denis Metzinger. “Debe realizar una doble transición: de hombre a esposo
y, más tarde, de esposo a padre”.
El descubrimiento de la paternidad
Aunque el embarazo de una mujer basta para
despertar en el hombre esta paternidad “natural”, “descubrirse como padre es
la historia de toda una vida”, precisa Alexis Leproux.
“Desde la infancia y la adolescencia, el
chico puede imaginarse siendo padre. Desea conocer la alegría de aquellos cuya
paternidad descubre: de su propio padre, pero también de todos aquellos que
marcan su camino con el resplandor de su paternidad, así como de maestros, tíos
o sacerdotes que se cruzan en su camino».
«La edad adulta lleva a desarrollar este
sentimiento, por las responsabilidades asumidas y los servicios
realizados: soy capaz de
servir a la vida y de protegerla. Y de transmitirla”.
Cuando el niño llega al mundo, muchos
padres primerizos descubren esta relación tan particular, que no incluye solamente cuestiones de
autoridad, de valores o de transmisión, sino que comprende,
sobre todo, un amor ágape, total.
“Estaría dispuesto a dar mi vida sin
pensarlo dos veces por cada uno de mis hijos”, revela Juan Francisco, papá con
seis hijos. “Sitúo este amor
en el centro de la comunicación con mis hijos: lo ilumina todo, lo soluciona
todo”.
Desde el comienzo de la relación, el padre
primerizo ya es capaz de sentir, a veces con más intensidad que la madre, que
su hijo es “otra
persona”.
Alain, con tres hijos, recuerda así la
inesperada emoción que sintió cuando inscribió a su primer bebé en el registro:
“Matilde, hija de…, nieta de… Aquello que no era más que una formalidad me hizo
darme cuenta de que mi
hija no me pertenecía, sino que formaba parte de un linaje”.
Así, para el padre Alexis Leproux, “la
especificidad del amor paterno radica en que asocia muy estrechamente el
sentimiento de intimidad y de alteridad».
«Ser padre es reconocer que el hijo o la
hija es realmente alguien distinto a uno mismo; es, a la vez, reconocer que
este ser está ligado a nosotros de manera irrevocable”.
La paternidad se cultiva a lo largo de la vida del hombre
La paternidad, profundamente anclada en
este amor tan particular, no es algo automático. Se despliega a lo largo de la
vida del hombre.
Además, se trata mucho más de una misión y de un don que
de un sentimiento, demasiado efímero.
“Se recibe esta paternidad a lo largo del
camino de la vida, guiado por la Providencia, que nos asocia a la obra creadora
y redentora de Dios. Conviene cultivar este don que, aunque conlleva algunas
características espontáneas, exige también un extenso aprendizaje”, precisa el
padre Alexis Leproux.
Para el padre Denis Metzinger, “los padres
necesitan encontrar el sentido de la gratuidad, de la humildad y de la paciencia para cumplir
esta vocación”.
Y es en la pareja donde se cultiva el don
de la paternidad –así como el de la maternidad–. El padre Alexis Leproux lo
afirma sin rodeos.
“El principal aprendizaje del padre
consiste en basar su
relación paternal en la alianza conyugal. El segundo es renunciar a cualquier
proyección o expectativa de reciprocidad”.
Para hacer que esta paternidad crezca ante
la mirada de Dios, muchos padres participan en peregrinaciones.
“Al escuchar a Cristo, al mirarlo, el padre
de familia descubre al Padre, ve al Padre, lo que aclara nuestra forma de ser
en presencia de nuestros hijos. Dichoso
el hombre cuyo padre adora al Padre, origen del nombre de toda paternidad”,
asegura el padre Alexis Leproux.
El padre se encuentra en la mirada de su mujer
Según el padre Alexis Leproux, “la puerta más bella a la paternidad es el
corazón de la esposa, que pone al niño en los brazos de su padre. Le anima a
hablar, a jugar, a rezar con él. Esta puerta puede abrirse de mil maneras a
lo largo de la infancia”.
La familia crece con estos intercambios
entre la madre, el padre y el hijo.
Fuera del círculo familiar, el sentido de
la paternidad incluye una dimensión universal. Sacerdotes, solteros, docentes,
educadores, etc., reciben “este don que Dios otorga al hombre de contribuir,
con su palabra y su acción, a que las personas descubran su verdadero yo».
«El nacimiento de un hijo es, por
excelencia, el acontecimiento de la paternidad, pero el despertar de las conciencias y la educación
en la libertad son lugares muy profundos en los que el
hombre está llamado a experimentarla”.
Fuente:
Edifa






