Con
motivo de su 31º encuentro
Medjogorje 2020 (C) Virgendemedjugorje.Org |
Publicamos
a continuación el mensaje que el Santo Padre Francisco envió a los jóvenes
reunidos en Medjugorje con motivo de su encuentro anual, pronunciado por el
Nuncio Apostólico en Bosnia y Herzegovina, S.E. Mons. Luigi Pezzuto, que leyó la
noche, 1 de agosto:
Mensaje del Papa
¡Queridos
jóvenes!
El
encuentro anual de jóvenes en Medjugorje es un tiempo lleno de oración,
catequesis y encuentro fraterno, que os brinda la oportunidad de conocer a
Jesucristo vivo, de manera especial en la celebración de la Santísima
Eucaristía, en la adoración ante el Santísimo Sacramento, así como en el
Sacramento de la Reconciliación. Por lo tanto, os ayuda a descubrir otra manera
de vivir, diferente de la que ofrece una cultura de lo temporal, según la cual
nada puede ser permanente y que solo conoce el disfrute del momento presente.
En esta atmósfera de relativismo, en la que es difícil encontrar respuestas verdaderas
y seguras, el lema del Festival: “Venid y veréis” (Jn 1,39), las palabras
que Jesús dirigió a sus discípulos, son una bendición. Jesús te está mirando,
invitándote a ir y quedarte con él.
¡No
tengas miedo! Cristo vive y te quiere vivo. Él es la verdadera belleza y
juventud de este mundo. Todo lo que toca se vuelve joven, nuevo, lleno de vida
y significado (cf. Exhortación apostólica Christus vivit, 1). Esto es
exactamente lo que vemos en la escena del evangelio, en la que el Señor
pregunta a los dos discípulos que lo siguen: “¿Qué buscáis?”. Y ellos
responden: “Rabí, ¿dónde vives?”. Y Jesús les dice: “Venid y veréis” (cf. Jn 1,35-39).
Fueron, vieron y se quedaron. La experiencia de conocer a Jesús quedó tan
impresa en la memoria de los discípulos que uno de ellos también registró el
momento de la reunión: “Eran aproximadamente las cuatro de la tarde” (v. 39).
El
Evangelio describe cómo, después de estar en la casa del Señor, los dos
discípulos se convirtieron en “mediadores” que permitieron que otros se
reunieran con Él, lo conocieran y lo siguieran. Andrés fue inmediatamente a
compartir su experiencia con su hermano Simón y lo trajo a Jesús. Al verlo, el
Maestro le dio el apodo: “Kefas”, es decir, “Roca”, que se convertiría en el
nombre personal de Pedro (cf. Jn 1,40-42). Esto muestra cómo, al
encontrarnos con Jesús, nos convertimos en una persona nueva, y recibimos la
misión de transmitir esa experiencia a otros, pero con una visión siempre
enfocada en Él, en el Señor.
Querido
joven, ¿te has encontrado con esta mirada de Jesús que te pregunta: “¿Qué estás
buscando?”? ¿Has escuchado su voz decir: “Ven y ve”? ¿Sentiste esa necesidad de
ir? Pasa este tiempo con Jesús, para llenarte de su Espíritu y así estar
preparado para la aventura de la vida. Ve a su encuentro, quédate con Él en
oración, confía en Él, porque es un conocedor del corazón humano.
El
hermoso llamado del Señor, “Ven y ve”, que nos fue transmitido por un joven y
amado discípulo de Cristo, también está dirigido a todos los futuros
discípulos. Jesús te invita a conocerlo, y es este Festival el que te brinda la
oportunidad de “venir y ver”. La palabra “venir”, además de señalar el
movimiento físico, tiene un significado espiritual mucho más profundo. Señala
un camino de fe cuyo objetivo final es “ver”, es decir, experimentar al Señor
y, gracias a Él, ver el significado completo y definitivo de nuestra
existencia.
La
Virgen María sigue siendo el gran modelo para la Iglesia de corazón joven, que
está dispuesta a seguir a Cristo con renovada frescura y fidelidad. La fuerza
de su “sí” y del “hágase”, que pronunció ante el ángel, nos deleita una y otra
vez. Su “sí” significa comprometerse y arriesgarse, sin más garantía que la
certeza de saber que es portadora de una promesa. Su “He aquí la sierva del
Señor” (Lc 1,38) es el ejemplo más hermoso que nos dice lo que sucede
cuando el hombre, en su libertad, se entrega a las manos de Dios.
¡Deja
que este ejemplo te inspire y sea tu guía! María es la Madre que vela “por
nosotros, sus hijos, que caminamos por la vida a menudo abrumados por la
fatiga, necesitados, pero con el deseo de que la luz de la esperanza no se
apague. Este es nuestro deseo: que la luz de la esperanza no se apague. Nuestra
Madre mira a este pueblo peregrino, pueblo de jóvenes querido por ella, que la
busca en silencio aunque en el camino haya tanto ruido, conversaciones y
distracciones” (Christus vivit, 48).
Queridos
jóvenes, “corred atraídos por ese Rostro que amamos tanto, que adoramos en la
Eucaristía y reconocemos en el cuerpo de nuestros hermanos y hermanas que
sufren. Que el Espíritu Santo os empuje en esta carrera hacia adelante. La
iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe” (op. cit., 299). En
esta carrera por el Evangelio, inspirada también en este Festival, os
encomiendo a todos a la intercesión de la Santísima Virgen María, invocando la
luz y el poder del Espíritu Santo para que podáis ser verdaderos testigos de
Cristo. Rezo por eso, os bendigo, pidiendo que recéis también por mí.
En
Roma, en la solemnidad de san Pedro y san Pablo, el día 29 de junio de 2020, en
los jardines de San Juan Laterano.
Papa
Francisco.
Fuente:
Zenit