La espiritualidad es un término amplio que se refiere a cualquier tema que
concierne al mundo «espiritual», tanto el que nos rodea como el que está dentro
de nosotros
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Espiritualidad
es una palabra utilizada no solo por los cristianos, sino también por otras
religiones e incluso por personas que se consideran «espirituales, pero no
religiosas».
¿Qué significa?
En términos
generales, espiritualidad es un término amplio que se refiere a cualquier tema
que concierne al mundo «espiritual» tanto el que nos rodea como el que está
dentro de nosotros.
Proviene de una
creencia común de que los humanos están compuestos no solo de materia, sino
también de espíritu.
El Catecismo de
la Iglesia Católica afirma lo que los cristianos han creído desde el principio,
que los humanos son una unidad de cuerpo y espíritu.
La persona
humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El
relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma
que «Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento
de vida y resultó el hombre un ser viviente» (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su
totalidad es querido por Dios (Catecismo de la Iglesia
Católica 362).
Además, los
cristianos afirman que Dios mismo es «espíritu puro» y que los ángeles son
«criaturas puramente espirituales».
Con esto en
mente, la espiritualidad se refiere a cualquier tema sobre Dios y el mundo
espiritual, que nos rodea y que está dentro de nosotros.
Es un mundo
invisible, pero que todos los seres humanos han luchado por entender desde el
principio de los tiempos.
Dentro del
catolicismo, la espiritualidad también puede referirse a diferentes «escuelas»
de oración y tradición litúrgica, como explica el Catecismo.
En la comunión
de los santos, se han desarrollado diversas espiritualidades a
lo largo de la historia de la Iglesia. El carisma personal de un
testigo del amor de Dios hacia los hombres puede transmitirse a fin de que sus
discípulos participen de ese espíritu (cf PC 2), como aconteció
con el “espíritu” de Elías a Eliseo (cf 2 R 2, 9) y a Juan
Bautista (cf Lc 1, 17). En la confluencia de corrientes
litúrgicas y teológicas se encuentra también una espiritualidad que muestra
cómo el espíritu de oración incultura la fe en un ámbito humano y en su
historia. Las diversas espiritualidades cristianas participan en la tradición
viva de la oración y son guías indispensables para los fieles. En su rica
diversidad, reflejan la pura y única Luz del Espíritu Santo (CIC 2684).
Por encima de
todo, una comprensión cristiana de la espiritualidad se centra en Dios
y no en «energías espirituales vagas», como explica el papa Francisco en su
exhortación apostólica Evangelii Gaudium.
Las formas
propias de la religiosidad popular son encarnadas, porque han brotado de la
encarnación de la fe cristiana en una cultura popular. Por eso mismo incluyen
una relación personal, no con energías armonizadoras sino con Dios, Jesucristo,
María, un santo. Tienen carne, tienen rostros. Son aptas para alimentar potencialidades
relacionales y no tanto fugas individualistas. En otros sectores de nuestras
sociedades crece el aprecio por diversas formas de «espiritualidad del
bienestar» sin comunidad, por una «teología de la prosperidad» sin compromisos
fraternos o por experiencias subjetivas sin rostros, que se reducen a una
búsqueda interior inmanentista.
Philip
Kosloski
Fuente: Aleteia






