Viernes de la XXIV semana del Tiempo Ordinario
Evangelio según Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús
comenzó a recorrer ciudades y poblados predicando la buena nueva del Reino de
Dios. Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que habían sido libradas de
espíritus malignos y curadas de varias enfermedades. Entre ellas iban María,
llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de
Cusa, el administrador de Herodes; Susana y otras muchas, que los ayudaban con
sus propios bienes.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Con la venida de Jesús,
luz del mundo, Dios Padre mostró a la humanidad su cercanía y amistad. Nos las
regaló gratuitamente más allá de nuestros méritos. La cercanía y la amistad de
Dios no son mérito nuestro: son un don gratuito de Dios. Debemos cuidar este
don. Muchas veces experimentamos que es imposible cambiar de vida, abandonar el
camino del egoísmo, del mal, abandonar el camino del pecado, el motivo es que
la decisión de conversión se centra sólo en uno mismo y en las propias fuerzas,
y no en Cristo y su Espíritu. ¡Es esta – la Palabra de Jesús, la Buena Nueva de
Jesús, el Evangelio – lo que cambia el mundo y los corazones! Estamos llamados,
por lo tanto, a confiar en la palabra de Cristo, a abrinos a la misericordia
del Padre y a dejarnos transformar por la gracia del Espíritu Santo.
(ÁNGELUS 26 de enero de 2020)
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