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| Rosario / Crédito: Unsplash. |
Para seguir perfeccionando el hábito de esta oración, presentamos
siete consejos prácticos tomados del libro “El Rosario: Teología de rodillas”,
del sacerdote, escritor y funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano,
Mons. Florian Kolfhaus:
1. Dedicar tiempo
A pesar de las ocupaciones diarias, es bueno reservar entre 20 a
30 minutos al día para el rezo del Santo Rosario. Este encuentro con Jesús y
María es verdaderamente más importante que las demás actividades agendadas.
Es posible reservar dos o tres días de la semana al rezo del Rosario y de esta forma se hará cada vez más fácil hacer esta oración, hasta finalmente practicarla todos los días.
2. Saber que rezas para alguien
más
Una buena oración se basa en orientar completamente la voluntad en
complacer a nuestro querido amigo Cristo y no a uno mismo.
3. Hacer pausas
San Ignacio de Loyola recomienda la llamada "tercera forma de
rezar" que consiste en respirar dos o tres veces, antes de volver a
retomar la oración.
A menudo es suficiente interrumpir un misterio del Rosario para
volver a ser conscientes de que Jesús y María nos miran llenos de alegría y
amor.
4. Dirigir los pensamientos
Se puede y se debe “desviar” los pensamientos para encontrar el
misterio que debemos visualizar en nuestra mente antes de cada decena del
Rosario.
Es poco probable que la repetición sea útil si no es encaminada
varias veces hacia lo esencial, que es la vida de Jesús y María.
5. La oración un momento para
compartir con Cristo
Uno de los primeros y más importantes pasos hacia la oración
interior es no solo dedicarnos a pensar y meditar, sino mirar a quien va
dirigida nuestra plegaria.
Saber que, a quien nos dirigimos, nos ama infinitamente despertará
en nosotros diversos y espontáneos sentimientos, al igual que cuando
disfrutamos y nos alegramos con la persona que nos importa sobremanera.
6. Cerrar los ojos o fijarlos en un lugar
Algunas personas cierran los ojos con el fin de concentrarse y
rezar mejor. A menudo es suficiente fijar la vista en un solo lugar y evitar
mirar alrededor. En cualquier caso, es importante que los ojos del corazón
estén siempre abiertos.
El Rosario es como una visita al cine. Se trata de ver imágenes
donde algunas preguntas básicas pueden ser de utilidad: ¿Qué, quién, cómo,
cuándo, dónde? Cómo veo el nacimiento de Jesús, su crucifixión, su ascensión,
por ejemplo.
A veces puedo –como si tuviera una cámara– acercar elementos o detalles
y buscar un primer plano: la mano de Cristo traspasada por los clavos, las
lágrimas en los ojos del apóstol Juan mientras el Señor asciende al cielo,
entre otros.
7. Que la intención de rezar sea
el amor
Las palabras acompañan, nuestra mente se dispone, pero es nuestro
corazón el que debe dominar la oración.
Santa Teresa de Ávila lo explica de manera simple: "¡No
piense mucho, ame mucho!". En una ocasión, una anciana me contó que no
podía rezar el Rosario todos los días, pero lo único que le alcanzaba era decir
interiormente: ‘¡Jesús, María, los amo!’. Felicito a la mujer. A tal resultado
es donde el rezo del Rosario debe llevar.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado
originalmente en CNA Deutsch.
Fuente: ACI Prensa






