15 Jueves. Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia

Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo
os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo
es llevadero y mi carga ligera».
Comentario
Venid a mí
El Evangelio de hoy resalta tres aspectos fundamentales: la
oración agradecida: “te bendigo Padre”, el reconocimiento de que todo procede
de Dios-Padre, y la invitación a ir a descansar junto al maestro, asumiendo su
yugo y su carga.
Una bendición porque la revelación de Dios, la Sabiduría
auténtica, fructifica en las personas de corazón sencillo y abierto al querer
de Dios. Jesús al manifestar que todo proviene del Padre, también expresa el
vínculo tan íntimo y especial que existe entre ellos. Y la llamada a confiar
plenamente en Él, rebasa todas las expectativas humanas ante las dificultades y
problemas. El yugo y la carga que provienen de la opción de ser discípulos,
discípulas… es leve, porque pertenecen al ámbito del compromiso desinteresado y
generoso, del ámbito del Amor.
En Teresa de Jesús, encontramos un camino de santidad, es
decir, de seguimiento radical, forjado por la búsqueda de un Dios que se hace
presente entre los pucheros, en lo más sencillo y cotidiano. Su vida
manifiesta que, a partir del encuentro personal con el Maestro, surge una
confianza plena, incluso en las circunstancias más adversas: “Nada te turbe,
nada te espante (…) quien a Dios tiene, nada le falta”. Y eso sí, esta gran
mujer llevó adelante la misión que Dios le confió con “determinada
determinación”, rebasando todas las expectativas humanas ante las dificultades
y problemas. La radicalidad en nuestro compromiso evangélico es posible,
podemos ir hasta Él sin miedo, porque Él nunca falla.