Eremita. Patrón de Segovia, 25 de octubre
Martirologio Romano: En las cercanías de
Segovia, España, san Frutos, que llevó vida eremítica junto a una escarpada
montaña.(¼ 715)
Breve Biografía
Los
cuerpos de San Frutos, Santa Engracia y San Valentín, venerados por los
cristianos segovianos, se conservaron en la ermita de San Frutos, cerca de la
actual Sepúlveda, desde comienzos del siglo VIII hasta el siglo XI.
El rey Alfonso VI concedió esta ermita al monasterio de San Sebastián de Silos -hoy
Santo Domingo de Silos- para que la cuidasen y facilitasen la creciente devoción
del pueblo; se hizo escritura en el 1076. Los monjes recomponen la ermita como
de nuevo y la habilitan para que puedan vivir en ella algunos monjes.
Terminadas las obras en el año 1100, la consagra D. Bernardo, el primer
Arzobispo de Toledo. Está construida sobre roca escarpada, como cortada a pico,
a orillas del río Duratón, afluente del Duero. En ese nuevo lugar se depositan las
reliquias de los tres santos.
Restaurada Segovia y restituida a su dignidad episcopal, se pasan a su catedral
la mitad de las reliquias desde el monasterio de Silos, con autorización y
mandato del Arzobispo de Toledo, en el 1125.
Tan celosamente se guardan que se pierde el sitio donde fueron depositadas
hasta que se encontraron milagrosamente, en tiempos del celoso obispo D. Juan
Arias de Ávila.
En el año 1558 se depositaron finalmente en la nueva catedral. Allí, en el
trascoro, reposan los restos del Patrono de la Ciudad, teniendo por fondo el
retablo que trazó Ventura Rodríguez para el palacio de Riofrío y que Carlos III
donó para la catedral segoviana.
¿Quién fue el hombre que desde catorce siglos atrás es polo de atracción de
tantas generaciones de segovianos?
Nació Frutos, en el año 642, en el seno de una familia rica que tuvo otros dos
hijos con los nombres de Valentín y Engracia. Debió ser una familia de
profundas convicciones cristianas que supieron, con la misma vida, inculcarlas
a sus hijos. Sin que se sepa la causa, murieron los dos. Ahora los tres jóvenes
son herederos de unos bienes y comienzan a conocer en la práctica la dureza que
supone el ser fieles a los principios. Parece ser que tanto tedio provocaron en
ellos los vicios, maldades, desenfrenos, asechanzas y envidias de su entorno
humano, que Frutos les propone un cambio radical de vida. Los tres, con la
misma libertad y libre determinación deciden vender sus bienes y los dan a los
pobres. Dejaron la ciudad del acueducto romano y quieren comenzar una vida de
la soledad, oración y penitencia por los pecados de los hombres. A la orilla
del río Duratón les pareció encontrar el lugar adecuado para sus propósitos.
Hacen tres ermitas separadas para lograr la deseada soledad y dedicar el tiempo
de su vida de modo definitivo al trato con Dios.
A partir de aquí se tiene noticias de Frutos cuando el estallido de la invasión
musulmana y su rápida dominación del reino visigodo. Frutos, en su deseo de
servir a Dios, intervino de alguna manera y con vivo deseo de martirio- en
procurar la conversión de algunos mahometanos que se aproximaron a su entorno;
defendió a grupos de cristianos que huían de los guerreros invasores; dio
ánimos, secó lágrimas y alentó los espíritus de quienes se desplazaban al norte;
fue protagonista de algunos sucesos sobrenaturales y murió en la paz del Señor,
con el halo de santo, el año 715.
La misma historia refiere que sus hermanos Valentín y Engracia fueron de los
mártires decapitados por los sarracenos y sus cuerpos colocados con el del
Santo.
Fuente: Archidiócesis de Madrid