‘Mujer, eres promesa’
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| Juventud femenina de Schoenstatt en Argentina (C) Schoenstatt |
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Hay momentos en la historia en los cuales los sucesos
parecen apretarse de tal modo que dan origen a saltos cualitativos
decididamente determinantes. Eso es lo que observamos en los inicios del siglo
XX. Tiempos ruidosos, agitados, en los que la mujer trató por todos los medios
de hacerse su lugar en el mundo.
Por primera vez comienza a emitir su voto, sostiene el
hogar en larguísimos períodos en los que el varón está ausente, se hace
presente de manera independiente en ámbitos hasta ese entonces desconocidos
para ella: la universidad, la empresa, la política, el arte y en todo lo
relacionado con el mundo cultural.
En medio de este estruendo, sucede algo imperceptible
El 8 de diciembre de 1920 la mujer entra a formar
parte de la Familia de Schoenstatt, una gran Obra de
renovación religioso moral fundada el 18 de octubre de 1914 por José Kentenich, joven
sacerdote en aquel entonces. A partir de entonces la fundación potenció su
desarrollo conformando con el tiempo la columna femenina que se revelaría como
gran baluarte en el correr de los años.
Mujeres casadas, solteras, consagradas, mujeres que
viven en comunidad, solas, o con sus propias familias, insertas en el mundo de
mil modos diferentes. En su polifacética pluralidad se unen en una estrella
común: la persona de María Santísima.
Fueron justamente mujeres las primeras misioneras que
llevaron el mensaje de Schoenstatt a los distintos continentes, las que
custodiaron de modo especialísimo la herencia recibida en tiempos de
persecución y de prueba. Hoy mismo, un entramado de mujeres sostiene gran parte
de la Obra, desde sus variadísimos roles.
Mensajes controvertidos en torno a la mujer
A
partir de diferentes escenarios, en forma creciente, nos llegan mensajes de
contenido controvertido. Sentimos que la mujer sigue buscando su verdad y que
su alma, en muchos casos parecería estar herida, insatisfecha. Está en
búsqueda, y no desea mirar hacia atrás, se siente “como el proletario, cautiva
de la historia”. Expresa su descontento con todo tipo de reacciones, pero no
acierta en la solución a su desazón.
De algún modo celebramos cien años de una nueva
revelación. ¿Aparición? ¿Revelación mística? Ni una, ni otra. Parecería que
esta vez Dios se hace oír en el camino llano que recorremos todos los mortales.
¿Cómo es este nuevo tono de su voz? ¿Dónde se hace audible?
Dios clama en la voz del tiempo
¡Percibimos los gritos de una muchedumbre de mujeres
que se levanta, que lucha por sus derechos, que quiere hacerse presente en la
Iglesia y en el mundo! A través de ellas nos está invitando a dar una
respuesta, a ofrecer otras alternativas.
Dios se expresa en la voz del alma
¿Quién se detiene a analizar los sonidos que vibran en
el fondo del alma? ¿Quién conoce la canción que entona su existencia? ¿Quién
interpreta la melodía que tararea lo más íntimo de sí? Escuchar el alma es
escuchar a Dios. Allí, Él jamás queda en silencio.
Todo lo creado es un pensamiento suyo, toda creatura
lleva en su ser las huellas y las intenciones de su Creador. Y “la revolución
en el plano del ser jamás triunfará. Justamente por ser una revolución contra
lo eterno en el ser humano. Y ese elemento eterno en el ser humano es tan
eterno como Dios mismo, porque es reflejo de Dios”. (P. Kentenich)
Mujer, eres promesa
José Kentenich supo leer en las almas que le fueron
confiadas. Tal como lo hiciera San Juan Pablo II, nos ofrece un nuevo modo de
enfocar el tema, una nueva manera de percibir su realidad.
El libro Mujer, eres Promesa. Textos escogidos
del Padre José Kentenich nos ofrece una apretada síntesis de las
observaciones de este hombre de Dios en el correr de sus más de cuarenta y
cinco años de labor pastoral al servicio de la mujer.
A la luz de María, la gran promesa que nos abre nuevas
dimensiones, el fundador de Schoenstatt nos hace sensibles a una nueva
revelación que puede cambiar el rumbo de nuestras vidas.
Schoenstatt celebra este año los 100 años de la
llegada de la mujer a su Familia acentuando la importancia de su presencia en
el Movimiento, en la Iglesia y la sociedad.
Redacción zenit
Fuente: Zenit






