Palabras antes del Ángelus
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Ángelus 22 nov. 2020 (C) Vatican Media |
A
continuación, siguen las palabras de Francisco, según la traducción oficial
ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
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Palabras
antes del Ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En
efecto, Jesús, en esta parábola del juicio final, utiliza la imagen del pastor.
Toma las imágenes del profeta Ezequiel, que hablaba de la intervención de Dios
en favor del pueblo, contra los malos pastores de Israel (cf. 34, 1-10).
Aquellos habían sido crueles, explotadores, prefiriendo alimentarse ellos
mismos en lugar del rebaño; por lo tanto, Dios mismo promete cuidar
personalmente de su rebaño, defendiéndolo de las injusticias y los abusos. Esta
promesa de Dios para su pueblo se cumplió plenamente en Jesucristo, el Pastor,
precisamente Él es el Buen Pastor. También Él mismo dice de sí: “Yo soy el buen
pastor” (Jn 10, 11.14).
En
la página evangélica de hoy, Jesús se identifica no sólo con el rey
pastor, sino también con las ovejas perdidas. Podríamos hablar de una
“doble identidad”: el rey-pastor, Jesús, se identifica también con las ovejas,
es decir, con los hermanos más pequeños y necesitados. Y así indica el criterio
del juicio: se efectuará sobre la base del amor concreto dado o negado a estas
personas, porque él mismo, el juez, está presente en cada una de ellas. Él es
juez, Él es Dios-hombre, pero Él es también el pobre, Él está escondido, está
presente en la persona de los pobres que Él menciona precisamente allí. Jesús
dice: «En verdad os digo que cuanto hicisteis (o no hicisteis) a uno de estos
hermanos míos más pequeños, a mí lo hicisteis (o no lo hicisteis)» (vv. 40.45).
Seremos juzgados por el amor. El juicio será por el amor. No por el
sentimiento, no: por las obras, por la compasión que se hace cercanía y ayuda
solícita.
¿Yo
me acerco a Jesús presente en la persona de los enfermos, de los pobres, de los
que sufren, de los presos, de los que tienen hambre y sed de justicia? ¿Me
acerco a Jesús presente allí? Esta es la pregunta de hoy.
El Señor, pues, en el fin del mundo, pasará revista a su rebaño, y lo hará no sólo del lado del pastor, sino también del lado de las ovejas, con las que se ha identificado. Y nos preguntará: “¿Has sido un poco pastor, como yo?”. “¿Has sido pastor mío, de mí, que estaba presente en esa gente necesitada, o has sido indiferente?”. Hermanos y hermanas, guardémonos de la lógica de la indiferencia, de lo que viene inmediatamente a la mente: mirar a otra parte cuando vemos un problema.
Recordemos la parábola del Buen
Samaritano. Aquel pobre hombre, herido por los bandidos, tirado en el suelo,
entre la vida y la muerte, estaba allí solo. Pasó un sacerdote, lo vio, y se
fue, miró hacia otro lado. Pasó un levita, lo vio y miró hacia otro lado. ¿Soy
yo, ante mis hermanos y hermanas necesitados, tan indiferente como este
sacerdote, como este levita, y miro a otra parte? Seré juzgado por esto: por
cómo me acerqué, por cómo miré a Jesús presente en la necesidad. Esta es la
lógica, y no lo digo yo, lo dice Jesús: “Lo que hicisteis a éste, a éste, a
éste, me lo habéis hecho a mí. Y lo que no hicisteis a éste, a éste, a éste, a
éste, a mí no lo hicisteis, porque yo estaba allí”. Qué Jesús nos enseñe esta
lógica, esta lógica de cercanía, de acercarnos a Él, con amor, en la persona de
los que más sufren.
Pidamos
a la Virgen María que nos enseñe a reinar en el servir. Nuestra
Señora, asunta al Cielo, recibió la corona real de su Hijo, porque lo siguió
fielmente —es la primera discípula— en el camino del Amor. Aprendamos de ella a
entrar desde ahora en el Reino de Dios, por la puerta del servicio humilde y
generoso. Y volvamos a casa solamente con esta frase: “Yo estaba presente allí.
¡Gracias!” o si no “Te has olvidado de mí”.
Raquel
Anillo
Fuente:
Zenit