1. Todos los Santos
Evangelio según Mateo 5,
1-12
En aquel tiempo, al ver Jesús el
gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su
boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os
calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra
recompensa será grande en el cielo».
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Jesús manifiesta la voluntad de
Dios de conducir a los hombres a la felicidad. Este mensaje estaba ya presente
en la predicación de los profetas: Dios está cerca de los pobres y de los
oprimidos y les libera de los que les maltratan. Pero en esta predicación,
Jesús sigue un camino particular: comienza con el término “bienaventurados”, es
decir felices; prosigue con la indicación de la condición para ser tales; y
concluye haciendo una promesa. Los pobres, en este sentido evangélico, aparecen
como aquellos que mantienen viva la meta del Reino de los cielos, haciendo ver
que esto viene anticipado como semilla en la comunidad fraterna, que privilegia
el compartir antes que la posesión. (ÁNGELUS 29 de enero de 2017)
Vatican News