En aquel tiempo, cuando Jesús iba
de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo,
cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo
lejos y a gritos le decían: “¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!”
Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan
a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de
la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba
curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y
le dio las gracias. Ese era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez
los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie,
fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo
al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Qué importante es saber agradecer
al Señor, saber alabarlo por todo lo que hace por nosotros. Y así, nos podemos
preguntar: ¿Somos capaces de saber decir gracias? ¿Cuántas veces nos decimos
gracias en familia, en la comunidad, en la Iglesia? ¿Cuántas veces damos
gracias a quien nos ayuda, a quien está cerca de nosotros, a quien nos acompaña
en la vida? Con frecuencia damos todo por descontado. Y lo mismo hacemos
también con Dios. Es fácil ir al Señor para pedirle algo, pero regresar a darle
las gracias… Por eso Jesús remarca con fuerza la negligencia de los nueve
leprosos desagradecidos: «¿No han quedado limpios los diez? Los otros
nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a
Dios?» (Lc 17,17-18). JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA 9 de
octubre de 2016
Vatican News