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Esteban Garcés cre que en España falta madurez para alcanzar un pacto educativo. Foto: María Pazos Carretero |
¿Hay algo que le haya sorprendido?
Cuando se habla con profesores, alumnos y familias, la clase de Religión no
suele dar problemas. Pero por el contrario, en algunos medios siempre es un
problema. Por eso decidimos dar la palabra a los que están haciendo la
asignatura libremente y contrastar su opinión con la percepción mediática. Los
resultados revelan que la satisfacción es notable y que los estereotipos que se
vuelcan sobre ella no aparecen.
Se explica porque los estereotipos –adoctrinamiento, manipulación,
privilegios de la Iglesia…– castigan mucho el imaginario colectivo.
¿Qué tienen los profesores de Religión que no tengan los demás?
Es un perfil muy comprometido y militante. Tres de cada cuatro realizan
tareas de voluntariado a través de una ONG o trabajan por la justicia social.
Esto revela una pasión por un mundo mejor. Pero también es un profesorado muy
cualificado, pues más de la mitad tienen una segunda titulación. Esto explica
que los alumnos digan que son mejores que los de otras materias.
¿Son innovadores?
En los centros públicos son pioneros en innovación y metodologías activas
como la gamificación, los paisajes de aprendizaje… En la
concertada lo comparten con todo el claustro.
Valores, cultura, espíritu crítico… es mucho lo que aporta, según sus protagonistas. ¿Quién puede no estar de acuerdo?
Este informe ha coincidido con el Informe PISA de Competencia Global. Esta
nueva evaluación de la OCDE quiere reequilibrar el humanismo en la educación y,
por eso, tiene en cuenta la dimensión ética, los valores, la tolerancia, las
otras culturas y el conocimiento de la religión. Las contribuciones de la
asignatura de Religión y las dimensiones con las que se define la competencia
global son muy parecidas. Por tanto, los que quieren quitar horas a la Religión
van en dirección contraria a lo que la OCDE está proponiendo y a lo que se está
haciendo en Europa. Finlandia subió las horas de esta materia en su última
reforma.
¿La clase de Religión ayudaría a obtener mejores resultados en PISA?
Sin duda. Porque propone valores de responsabilidad, autonomía, deber
cumplido… Muchos de los alumnos no tienen problemas de aprendizaje, sino un
problema de motivación. ¿Y quién motiva? Además de las familias, la clase de
Religión, porque tiene un relato de mejora de la sociedad y puede mover el
interior de las personas. Quien tiene competencia global, ética y moral, tiene
mejores resultados en los demás ámbitos. Nosotros lo decimos de la Religión.
No parece justificada su reducción.
La sociedad no impugna la clase de Religión. Más bien, la elige. Una
mayoría absoluta de la sociedad escoge Religión. Son minorías cognitivas en el
ámbito político y mediático las que la cuestionan. El problema no está en los
centros educativos, no está en las comunidades educativas, está en los ámbitos
de creación de pensamiento y en una lucha de clases ideológicas por el control
del relato de las cosas. Hay intereses que quieren que desaparezca Dios y la
Iglesia del relato. Sin Dios, el ser humano es más controlable.
¿Qué le parece la propuesta de la Conferencia Episcopal de incluir la materia en el ámbito de los valores?
Hay una tendencia a organizar el currículo de la educación básica por
grandes áreas y no por asignaturas. Y en ese contexto, pensar que la Religión
se puede mantener como una asignatura aislada es complicado. Es muy audaz que,
en un ámbito de humanidades, de competencia emocional, de inteligencia
intrapersonal, de valores, de formación moral…, incluyamos el hecho religioso,
las religiones. Si no, correríamos el riesgo de perder el diálogo con otras
áreas curriculares. Es una propuesta audaz y, seguramente, adelantada a su
tiempo.
Fran Otero
Fuente: Alfa y Omega