17 Martes. Santa
Isabel de Hungría, religiosa
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús, pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”
Él bajó
enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar
diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
"Sabemos
que el Señor nos está esperando a cada uno de nosotros y nos espera para
abrazarnos, nada más, mientras nos dice: 'Hijo, hija, te amo. Dejé que
crucificaran a mi Hijo por ti; este es el precio de mi amor; este es el regalo
del amor'. El Señor me espera, el Señor quiere que abra la puerta de mi
corazón, porque está allí esperando que yo entre. Sin condiciones. Vayamos pues
sin demora al Señor y digámosle: 'Pero tú sabes, Señor, que te amo'. O, si no
nos nace tal expresión, digámoslo en otro modo: 'Tú sabes Señor que me gustaría
amarte, pero soy muy pecador, muy pecadora'. Con la certeza de que hará con
nosotros como el padre hizo con el hijo pródigo que gastó todo su dinero en
vicios. No nos dejará terminar nuestro discurso y con un abrazo nos hará
callar: el abrazo del amor de Dios". (Santa Marta 8 de enero de 2016)






