26 Jueves de la semana XXXIV del Tiempo Ordinario
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando vean a Jerusalén sitiada por un ejército, sepan que se aproxima su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a los montes; los que estén en la ciudad, que se alejen de ella; los que estén en el campo, que no vuelvan a la ciudad; porque esos días serán de castigo para que se cumpla todo lo que está escrito.
Habrá señales prodigiosas en el sol, en la luna y en
las estrellas. En la tierra las naciones se llenarán de angustia y de miedo por
el estruendo de las olas del mar; la gente se morirá de terror y de angustiosa
espera por las cosas que vendrán sobre el mundo, pues hasta las estrellas se
bambolearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube, con gran
poder y majestad. Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y
levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación’’.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
“Cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque vuestra
liberación está cerca” (v. 28), es la admonición del evangelio de Lucas. Se
trata de levantarse y rezar, dirigiendo nuestros pensamientos y nuestro corazón
a Jesús que está por llegar. Uno se levanta cuando se espera algo o a alguien.
Nosotros esperamos a Jesús, queremos esperarle en oración, que está estrechamente
vinculada con la vigilancia. Rezar, esperar a Jesús, abrirse a los demás, estar
despiertos, no encerrados en nosotros mismos. [...] Por eso necesitamos la
Palabra de Dios que, a través del profeta, nos anuncia: “Mirad que días vienen
en que confirmaré la buena palabra que dije a la casa de Israel y a la casa de
Judá. […] Haré brotar para David un Germen justo y practicará el derecho y la
justicia en la tierra” (Jer 33, 14-15) Y ese germen justo es Jesús que viene y
que nosotros esperamos. ÁNGELUS, 2 de diciembre de 2018
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