¿Quieres dejar tu apostolado en la Iglesia? Es hora de volver a empezar, con más amor y más presencia de Dios
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Sé lo que sientes, me ha pasado. Y es que todos somos
diferentes, tenemos opiniones diversas.
La vida no es fácil y tenemos a diario todo tipo de
pruebas. Hace poco publiqué en Twitter unas ideas sobre
nuestra fe. Recibí un comentario fuerte, adverso. Tenía 3 opciones, ignorarlo,
defenderme, o tratar de comprender a esa persona. Opté por lo último. No
sabemos las cruces que cargan los demás y los mueven a actuar de esa forma.
Creo que era Juan XXIII quien sabiamente sugería: “Comprender, no
criticar”.
Recuerdo una joven que me escribió inquieta. “En mi
barrio se burlan de mí porque voy a misa todas las mañanas”. Le recomendé aferrarse a la oración, orar más. Y añadí: “Tienes
un apostolado en la Iglesia que es maravilloso y todo lo que debes hacer es ir
a misa. Tal vez no lo notas… Serás un ejemplo para los demás. vas a Iluminar
sus vidas con el amor que esparces por doquier. Un día se preguntarán
por qué te ven siempre feliz, qué hay en la misa que fue capaz de
transformarte y cambiar tu vida, llenándote de gozo. Van a querer ir, para
descubrirlo”.
En este mundo lleno de oscuridad, Jesús necesita de
sus amigos, aquellos que siguen sus pasos, son misericordiosos,
perdonan, aman y lo llevan a los demás. No importa qué tanto o qué tan poco
sientas que haces en tu apostolado. Nunca lo abandones. Jamás caigas en esa
tentación. El mundo perdería mucho con tu silencio. Nunca sabrás a cuántas
almas habrás ayudado.
Cuando empecé
este apostolado de la palabra escrita publicando artículos y libros de
crecimiento espiritual, no me pregunté a quién podría ayudar, sólo sabia que
eso era lo que me tocaba hacer. Dios se encarga siempre de lo más importante,
abrazar el alma y el corazón de los lectores.
A menudo he pensado que somos «sembradores», nuestro trabajo es
hacer los surcos en la tierra, abonarla y sembrar las semillas. No nos toca hacer
que la semilla germine, crezca un árbol, o de frutos, no podrías… eso es obra
de Dios. Tú haz tu parte con entusiasmo y alegría, en la gracia
santificante. Él hará que tu trabajo de frutos de eternidad.
Por pequeño que
sea lo que haces en la Iglesia católica, debes saber que es importante. No te
rindas, no abandones tu apostolado, reza con fervor, visita con frecuencia a
Jesús en el Sagrario, renueva tus fuerzas y vuelve a empezar.
Es lo que Dios
quiere de ti.
¡Ánimo! ¡Tú puedes!
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia






