28 Sábado de la semana XXXIV del Tiempo Ordinario
Evangelio según san Lucas 21, 34-36
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus
discípulos: “Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las
preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda
desprevenidos; porque caerá de repente como una trampa sobre todos los
habitantes de la tierra.
Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre’’.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
Estar despiertos y orar. El sueño
interno viene siempre de dar siempre vueltas en torno a nosotros mismos, y del
permanecer encerrados en nuestra propia vida con sus problemas, alegrías y
dolores, pero siempre dando vueltas en torno a nosotros mismos. Y eso cansa,
eso aburre, esto cierra a la esperanza. Esta es la raíz del letargo y de la
pereza de las que habla el Evangelio. El Adviento nos invita a un esfuerzo de
vigilancia, mirando más allá de nosotros mismos, alargando la mente y el
corazón para abrirnos a las necesidades de la gente, de los hermanos y al deseo
de un mundo nuevo. Es el deseo de tantos pueblos martirizados por el hambre,
por la injusticia, por la guerra; es el deseo de los pobres, de los débiles, de
los abandonados. Este es un tiempo oportuno para abrir nuestros corazones, para
hacernos preguntas concretas sobre cómo y por quién gastamos nuestras
vidas. ÁNGELUS 2 de diciembre de 2018