“Guardianes de la belleza del mundo”
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La recaudación de este evento, promovido por la Congregación
para la Educación Católica, será entregada a la Fundación Pontificia Scholas
Occurrentes y a la Fundación Salesiana Misiones Don Bosco.
A continuación, sigue el discurso completo del Pontífice.
Discurso del Santo Padre
Queridos artistas y amigos, ¡buenos días!
En la creación artística podemos reconocer tres movimientos. El
primer movimiento es el de los sentidos, capturados por el asombro y maravilla.
Esta dinámica inicial, exterior, estimula otras más profundas.
El segundo movimiento, en efecto, alcanza la interioridad de la
persona. Una composición de colores o palabras o sonidos tiene el poder de
llegar al alma humana. Despierta recuerdos, imágenes, sentimientos…
Pero el movimiento generativo del arte no se detiene aquí. Hay
un tercer aspecto: la percepción y la contemplación de la belleza genera un
sentido de esperanza, que también se irradia al mundo circundante. En este
punto, el movimiento exterior e interior se fusionan y, a su vez, repercuten en
las relaciones sociales: generan la empatía capaz de comprender al otro, con el
que tenemos tanto en común. Es una nueva socialidad, no sólo vagamente
expresada sino percibida y compartida.
Este triple movimiento de asombro, de descubrimiento personal y
de compartición produce una sensación de paz, que -como atestigua San Francisco
de Asís- nos libera de todo deseo de dominio sobre los demás, nos hace
comprender las dificultades de los últimos y nos empuja a vivir en armonía con
todos (1) .Una armonía que está vinculada con la belleza y la verdad.
Este vínculo es muy rico en referencias en la tradición judía y
cristiana. El libro del Génesis – al narrar a obra creadora de Dios – subraya
que frente a las criaturas “vio Dios que era bueno” (Gn 1:12, 18, 25). El
adjetivo “bueno” en hebreo tiene un significado mucho más amplio y también puede
traducirse como “armonioso” (2). La creación nos sorprende con su esplendor y
variedad y, al mismo tiempo, nos hace comprender nuestro papel en el mundo ante
tanta grandeza.
Los artistas son conscientes de ello y – como escribía San Juan
Pablo II – sienten “dentro de sí mismos esta especie de destello divino, que es
la vocación artística” y están llamados “a no malgastar ese talento, sino a
desarrollarlo, desarrollarlo para ponerlo al servicio del prójimo y de
toda la humanidad” (3).
En su famoso mensaje del 8 de diciembre de 1965, al concluir el
Concilio Vaticano II, San Pablo VI decía que los artistas estaban “prendados de
la belleza” (4) y afirmaba que el mundo “tiene necesidad de la belleza para no
caer en la desesperanza”(5). También en el desconcierto causado por la
pandemia, vuestra creatividad puede generar luz. La crisis ensancha “las
sombras de un mundo cerrado” (cf. Encíclica Fratelli
tutti 9-55) y parece oscurecer la luz de lo divino, de lo
eterno. No cedamos a este engaño. Busquemos la luz de la Natividad que rasga la
oscuridad del dolor y de las tinieblas.
Me dirijo a vosotros, queridos artistas, que sois de manera
especial “guardianes de la belleza del mundo”. (6) Os agradezco vuestra
solidaridad, que en estos tiempos resalta todavía más. La vuestra es una
vocación alta y exigente, que requiere “manos puras y desinteresadas” (7) para
transmitir la verdad y la belleza. Ambas infunden alegría en nuestros corazones
y son un “fruto precioso que resiste la usura del tiempo, que une las
generaciones y las hace comunicarse en la admiración” (8), Hoy como entonces,
esta Belleza se nos muestra en la humildad del Pesebre. Hoy, como entonces, la
celebramos con un espíritu de esperanza.
Expreso mi agradecimiento a las Misiones de Don Bosco
y a las Scholas Occurrentes por el compromiso y el espíritu de
servicio con que responden a la emergencia educativa y sanitaria, a través de
sus proyectos inspirados en el Global Compact on Education.
Gracias de nuevo; ¡gracias y los mejores deseos de un
buen concierto! Gracias.
__________________________
[2] Cf. Discurso a los participantes en el Encuentro Mundial «Yo puedo», 30 de noviembre de 2019.
[3] Carta a los artistas (4 de abril de 1999), 3.
[4] Mensaje a los artistas (8 de diciembre de 1965), 1.
[5] Ibid., 4.
[6] San Pablo VI, Mensaje a los artistas (8 de diciembre de 1965), 5.
[7] Ibid.
[8] Ibid.
© Librería Editora Vaticana
Fuente: Zenit






