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| Marko Vombergar | ALETEIA |
Me detengo ante Ella casi sin poder hablar,
asombrado y feliz. ¿Qué le puedo decir cuando yo me siento tan pequeño? Mi
corazón calla ante Ella. Sólo la miro.
Me siento tan frágil a su
lado… He caído tantas veces. Ella lo sabe y me vuelve a abrazar como siempre lo ha
hecho. Como lo hizo la primera vez hace ya tanto tiempo. Como vuelve a hacerlo
ahora cuando me ve triste y solo en medio de mi camino.
Me abraza para que no me olvide de dónde vengo y
tenga más certeza de hacia dónde voy. Para que recuerde que su voz me ha
salvado muchas veces.
Me repite que me quiere, que valgo más que nadie,
me muestra esa belleza que tengo escondida y que a menudo no veo. Ella, mi
madre, me quiere como a nadie.
Y yo me quedo quieto, tranquilo, con cierta
vergüenza, sin saber qué hacer ni qué decir. Sólo miro sus ojos grandes y
abiertos. Miro su sonrisa ancha y pura, sus manos queriendo sostenerme, ssus
labios que sólo quieren decirme que no debo tener miedo.
María me
ama
Sé que su pureza supera todos mis intentos por
pensar bien y hacer las cosas bien, por ser puro en mi mirada, por ser más
suyo. Sé que su amor es tan puro y grande que jamás yo podría amar como Ella me
ama. No lo pretendo.
Sé que mis pasos son tan débiles y cortos que
jamás se parecerán a los suyos firmes y decididos por ese camino ancho que
lleva a Belén.
Sé que su sí es tan fuerte y fiel que no pretendo
igualarlo con mis fuerzas, con mis síes esquivos y cobardes.
Y yo le
pido…
Sólo le pido que me recuerde cada día a qué he venido a
este mundo. Sólo quiero que me haga ver con claridad cada
mañana la belleza escondida dentro de mi alma. Esa belleza que sólo ve en mí
María.
Sólo deseo que me abrace con fuerza y me haga
sentir una vez más como ese niño escogido en el corazón de Dios.
Quiero que me enseñe a confiar cuando surgen las
dudas y las incertidumbres en esta Navidad tan extraña. Y entonces mis miedos
delante de su corazón inmaculado desaparecen de forma súbita.
Estoy con
ella
No sé bien cómo lo hace
pero logra que me calme cuando tengo miedo, cuando estoy nervioso, cuando tengo
dudas. Y
sus brazos me sujetan con fuerza y me hacen comprender que mi vida es más
grande de lo que yo nunca he pensado.
Sé que mi intención es estar yo seguro. Pero al
mismo tiempo es como si quisiera protegerla de todos los peligros. Me siento
como Juan Diego queriendo defender a su Niña María en Guadalupe. Cuando era
Ella en realidad la que le protegía siempre a él, ¿acaso no era el su hijo
predilecto?
Así
me siento yo, débil y vacío, alegre y lleno, cobarde y fiel. Necesitado de
protección y sintiéndome yo el que la protege. La veo tan indefensa en este
camino… ¿Cómo es posible mezclar ambos sentimientos en un mismo corazón herido?
La Virgen
me levanta
Es María la que logra que
en mi vida reine una atmósfera de cielo, de Inmaculada. Así logro acabar con la
atmósfera de pantano que mis críticas, mis juicios, mis resentimientos y
amarguras siembran en ocasiones en torno a mí.
Ella, la Inmaculada, trae el cielo a la tierra, me
hace alzar la mirada y creer que tengo una morada preparada a su lado al final
del camino.
Quiero vivir como Ella, cada día, confiando,
tranquilo. Ella vivió así cada día como parte de un camino inmenso, al que le
había dado el sí desde el primer momento.
Es Ella quien fue descifrando lo que tenía que
hacer con dudas, con miedos, y con una confianza absoluta en el amor de su
Padre. Así quiero vivir yo cada mañana cuando me levanto y contemplo a María.
Ella lo
transforma todo
La miro caminando a Belén, pura e Inmaculada. La
miro con sus ojos grandes y su fe inmensa. Y quiero parecerme a Ella al menos
en ese paso diario que Ella daba con la mirada alegre y el corazón tranquilo,
con sus ojos puros y su alma grande, inmensa y honda.
Ella es la que hace hueco en mi alma para que
pueda descansar Jesús. Ella lo hace habitable. Así puedo entregar todos mis
miedos. Sé que sin Ella nada puedo hacer y con Ella todo lo puedo.
No soy inmaculado como Ella, pero quiero
tener su misma luz y su esperanza, su misma mirada.
Carlos Padilla Esteban
Fuente: Aleteia






