La conocida como pereza espiritual puede hacer mucho daño en la vida del creyente
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| Jean-Charles Nault es monje benedictino y abad de Saint-Wandrille, en Normandia |
De este modo, la acedía es un mal que se da en no pocos creyentes, de la que se
habla poco pero que puede ir destruyendo la vida de fe de una persona. Por
ello, es importante ponerla freno.
Postulador de la causa de
Lejeune
Este religioso ha sido el postulador de la causa de beatificación
de Jérôme Lejeune,
el científico francés que descubrió el origen genético del síndrome de Down y renunció al Nobel
para defender la vida, ganándose así el cielo.
“Necesitamos una regla de vida que no sea presentada como una
obligación que viene de fuera sino como una aspiración del corazón del hombre
que nos ayuda a estructurarnos”, afirmaba el padre Nault, tal y como recoge Ecclesia.
El propio Papa Francisco ha
alertado en numerosas ocasiones sobre la acedía, de la que ha asegurado que “hay que entender bien que la
acedia es un factor de división; que la vida es lo que une; y los que han
sido ganados por la acedia no asumen la vida».
Citando a Evagrio
Póntico, un asceta del siglo IV, Jean-Charles Nault indicó que la acedia se
sitúa en la intercesión entre los apetitos carnales como la gula, la lujuria y
la avaricia y las malas acciones espirituales como la pereza, la envidia, la
vanidad y la soberbia.
Por ello, el abad de Saint-Wandrille quiso ofrecer cinco síntomas en los que se
manifiesta esta pereza espiritual y que también recoge Ecclesia:
-Inestabilidad
interior, presente en la necesidad de cambios y movimientos
permanentes.
-Excesiva
preocupación por la salud.
-Aversión
para su propio deber de estado, huyendo de la realidad cotidiana
con proyecciones hacia el futuro.
-Negligencia o
excesos en la observancia de nuestra vida religiosa
-Desánimo general,
que puede llegar a una profunda crisis espiritual donde se ponga en duda
nuestra vocación.
Por otro lado, el monje benedictino ofrece desde su experiencia,
pero también desde la del monje Póntigo, cinco remedios para vencerla:
-Llorar: es el
reconocimiento de que necesitamos ser salvados. Las lágrimas nos van a ayudar a
transformar nuestro corazón de piedra en un corazón de carne.
-Equilibrio: una
vida de oración, trabajo y descanso.
-Método
antirrético: hacer lo que Cristo hizo en el desierto. Contestar al mal
pensamiento con una frase de la Sagrada Escritura. Pequeñas frases, sentencias,
que cada uno puede usar cuando contestar a un pensamiento malo.
-Meditación
de la muerte: recordar a Dios y recordar a la muerte como el final de este
camino y la gloria sin parangón que nos espera, según dice san Pablo en la
carta a los Romanos, después de pasar las dificultades de la vida presente.
-Perseverancia: a juicio de
Nault, este es el remedio principal. Es una llamada al aumento de fidelidad.
Fuente: ReL






