¿Pasas un momento difícil? Hay tres cosas que puedes hacer
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Por ruigsantos |
Todos
somos vasijas de barro que custodian un enorme y valioso tesoro de eternidad.
Somos
más, templos del Espíritu Santo.
Y aún
más…: hijos de Dios,
creados a su imagen y semejanza.
Dios te desea, ¿y tú a Él?
Somos
libres y decidimos nuestro futuro en la eternidad, de acuerdo a nuestras
acciones.
La oración es la mejor forma de estar en la presencia de Dios. Me
parece que fue santa Teresa de Jesús quien
dijo: “El que no reza, no necesita diablo que lo
tiente”.
Y san Alfonso María de Ligorio lo
explicó con unas fuertes palabras, que golpean el alma: “Quien reza, se salva; quien no reza, se
condena”.
Es
evidente: aquel que no reza, debilita su alma; su relación con Dios se
deteriora, cae con
extrema facilidad en el pecado y termina apartándose del
Padre.
La oración, necesidad esencial
Necesitamos
orar para comunicarnos con Dios. Hablar con Él. Tienes las escrituras para
escuchar su voz y conocer su voluntad en tu vida.
La
pregunta que muchos se hacen es: “¿Me
escucha Dios?” Tienen serias dificultades y no comprenden
por qué rezan y parece que Dios no los oye ni les responde. “¿Qué debo hacer? Rezo cada día y todo
sigue igual. No encuentro una salida”.
Dios
es amor y nos ama a todos, incondicionalmente. Por tanto, el camino es el amor.
Creo
que fue la Madre Teresa de Calcuta quien dio con la clave de este misterio. Una
persona se le acercó un día atribulado sin saber qué hacer. La Madre Teresa le
sugirió:
“Tú dedícate a amar. El resto
vendrá por añadidura”.
Y el
Padre Pío nos da otra clave que falta en esa ecuación como un camino de vida:
“la fe”. Lo sabemos por su famosa frase:
“Ora, ten fe y no te preocupes”.
Ama, reza, confía… y verás
Por
tanto, mi recomendación siempre será la misma, pues hemos aprendido de aquellos
que recorrieron el camino de la santidad, siempre vivieron en la presencia de
Dios y fueron escuchados:
“Dedícate a amar, a todos, en todo
momento, aunque no te amen. Ora y ten fe”.
El
resto vendrá por añadidura. La experiencia de los años me ha enseñado que
nuestro Dios es extraordinario, Todopoderoso bueno. Es un padre excepcional.
Siempre escucha nuestras oraciones y responde a sus hijos: “Aquí estoy”. ¡Ánimo!
Todo saldrá bien.
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia