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| 6-2-2021 - Asamblea General del Movivmiento de los Focolares |
“A imitación de Chiara
Lubich, permanezcan siempre a la escucha del grito de abandono de Cristo en la
Cruz, que manifiesta la más alta medida del amor. La gracia que procede de ella
es capaz de suscitar en nosotros, débiles y pecadores, respuestas generosas y a
veces heroicas; es capaz de transformar el sufrimiento e incluso la tragedia en
fuente de luz y esperanza para la humanidad”, lo dijo el Papa Francisco en su
discurso a los participantes en la Asamblea General del Movimiento de los
Focolares, a quienes recibió en audiencia, la mañana de este sábado, 6 de
febrero de 2021, en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Tres puntos para
seguir su carisma
En su discurso, el
Santo Padre agradeció a Maria Voce, la Presidenta saliente, por el trabajo
realizado y saludó a la nueva Presidenta del Movimiento, Margaret Karram, junto
al Copresidente y los Consejeros recién elegidos por la Asamblea General que
concluirá este domingo 7 de febrero. “Extiendo mi saludo a todos los miembros
de la Obra de María, a la que representan y para animarlos en su camino,
me gustaría ofrecerles algunas reflexiones, que dividiré en tres puntos –
señaló el Pontífice – la era post-Fundadora; la importancia de las crisis;
vivir la espiritualidad con coherencia y realismo”.
El periodo posterior
a la fundación
El Papa Francisco
recordó los miembros del Movimiento de los Focolares que, a doce años después
de la partida de Chiara Lubich al Cielo, están llamados a superar el natural
desconcierto y también la disminución numérica, para seguir siendo expresión
viva del carisma fundacional. “Como sabemos, esto requiere una fidelidad
dinámica, capaz de interpretar los signos y las necesidades de los tiempos y de
responder a las nuevas exigencias de la humanidad. Se trata de mantenerse fiel
a la fuente original – precisó el Papa – esforzándose por repensarla y
expresarla en diálogo con las nuevas situaciones sociales y culturales. Esta
labor de actualización es tanto más fructífera cuando se realiza armonizando
creatividad, sabiduría, sensibilidad hacia todos y fidelidad a la Iglesia”.
“Su
espiritualidad, caracterizada por el diálogo y la apertura a diferentes
contextos culturales, sociales y religiosos, puede ciertamente favorecer este
proceso. La apertura a los demás, sean quienes sean, debe cultivarse siempre:
el Evangelio está destinado a todos, es levadura de humanidad nueva en todo
lugar y tiempo”
El Santo Padre también les recordó que, esta actitud de apertura y diálogo les ayudará a evitar cualquier autorreferencialidad, que nunca procede del buen espíritu. “La autorreferencialidad impide ver los errores y las deficiencias, frena el progreso, dificulta la verificación abierta de los procedimientos institucionales y los estilos de gobierno. Es mejor, en cambio, ser valientes y afrontar los problemas con honestidad y verdad, siguiendo siempre las indicaciones de la Iglesia, que es la verdadera Madre, y respondiendo a las exigencias de la justicia y la caridad”.
“La
autocelebración no hace un buen servicio al carisma. Se trata más bien de
acoger cada día con asombro el don gratuito que han recibido encontrando su
ideal de vida y, con la ayuda de Dios, tratar de corresponder a él con fe,
humildad y valor, como la Virgen María después de la Anunciación”
La importancia de las
crisis
Un segundo tema de reflexión del Santo Padre estuvo centrado en la importancia de las crisis, tema del cual ha hablado ampliamente en su reciente discurso a la Curia Romana. “Toda crisis es una llamada a una nueva madurez – afirmó el Pontífice – es un tiempo del Espíritu, que despierta la necesidad de actualizarse, sin dejarse desanimar por la complejidad humana y sus contradicciones”.
Hoy en día se
insiste mucho en la importancia de la resiliencia ante las dificultades, es
decir, la capacidad de afrontarlas positivamente, sacando oportunidades de
ellas. Por ello, es tarea de quienes ocupan cargos de gobierno, a todos los
niveles, esforzarse por afrontar las crisis comunitarias y organizativas de la
mejor y más constructiva manera; en cambio, las crisis espirituales de los
individuos, que implican la intimidad del individuo y la esfera de la
conciencia, deben ser afrontadas con prudencia por quienes no ocupan cargos de
gobierno, a todos los niveles, dentro del Movimiento.
“Esta
es una buena regla que se aplica no sólo a los momentos de crisis de las
personas, sino en general a su acompañamiento en el camino espiritual. Es esa
sabia distinción entre foro externo e interno que la experiencia y la tradición
de la Iglesia nos enseña que es indispensable. De hecho, la mezcla de la esfera
del gobierno y la esfera de la conciencia da lugar a abusos de poder”
Vivir la
espiritualidad con coherencia y realismo
En el tercer punto de
reflexión, el Santo Padre afrontó el tema de vivir la espiritualidad con
coherencia y realismo. El objetivo último de su carisma coincide con la
intención que Jesús presentó al Padre en su última y gran oración: que
"todos sean uno" (Jn 17,21), esta intención, dijo el Papa, requiere
un compromiso en una doble perspectiva: fuera del Movimiento y dentro de él.
En lo que respecta a
la actuación en el exterior, el Papa Francisco los animó a ser testigos de la
cercanía con el amor fraterno que supera toda barrera y alcanza toda condición
humana. Este es el camino de la cercanía fraterna, que transmite la presencia
del Señor resucitado a los hombres y mujeres de nuestro tiempo, empezando por
los pobres, los últimos, los descartados; trabajando junto a las personas de buena
voluntad para la promoción de la justicia y la paz. En cuanto al compromiso
dentro del Movimiento, el Pontífice los exhortó a promover cada vez más la
sinodalidad, para que todos los miembros, como depositarios del mismo carisma,
sean corresponsables y participen en la vida de la Obra de María y en sus
objetivos específicos.
“Quien
tiene la responsabilidad de gobernar está llamado a fomentar y poner en
práctica una consulta transparente no sólo dentro de los órganos de gobierno,
sino a todos los niveles, en virtud de esa lógica de comunión según la cual
cada uno puede poner al servicio de los demás sus propios dones, sus propias
opiniones en verdad y con libertad”
Renato Martínez – Ciudad del Vaticano
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