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¿Por qué?
La finalidad de toda catequesis es poner a alguien
no sólo en contacto sino también en comunión e intimidad con Jesucristo: «Sólo Él […]
puede hacernos participar en la vida de la Santísima Trinidad«,
dijo Juan Pablo II en Catechesi tradendae.
La oración interior -por tanto la oración
silenciosa- es una de las formas de oración que nos permite conectar con Dios.
Les animó: «Los niños son capaces de Dios… Conocerlo
y amarlo es la experiencia fundamental que se les ofrece».
Una larga experiencia de aprender a dialogar en
amor con Dios entonces comenzó con los niños. Y no sin dificultades.
Un reto hoy
Parece que este aprendizaje de la vida interior se ha
convertido en un verdadero reto en la actualidad.
La oración interior es más difícil de transmitir
hoy en día. La sociedad está constantemente tirando hacia afuera y no facilita
la interiorización.
Distraídos por muchos
frentes, los niños suelen estar inquietos y poco concentrados.
Mostrar que en el silencio hay
Alguien
¿Por qué los niños tienen problemas con el
silencio?
Para los niños, el silencio es a menudo sinónimo
de ausencia. Los jóvenes a veces experimentan cosas difíciles, tienen miedos,
ansiedades… No quieren estar a solas con todo eso.
Es bueno hacerles descubrir poco a poco que el
silencio está habitado y les revela a alguien que les ama,
que les entiende, que les hace el bien y que quiere que sean felices.
Tal
vez a veces olvidamos que la oración se refiere a la persona en su totalidad.
¿No es una de las necesidades urgentes de nuestro tiempo desarrollar una
antropología cristiana que manifieste la belleza de la persona, la imagen de
Dios, capaz de relaciones y que introduzca en el mundo la grandeza de su plan
de amor?
Desde niños
¿A partir de qué edad se puede llevar a un niño a
la interioridad? Esto supone una progresión de acuerdo con su madurez psicológica
y espiritual.
Es posible tener algunas experiencias de oración
silenciosa desde los 5-6 años. Pero generalmente, un punto de inflexión se
produce hacia la edad de la razón cuando el niño hace preguntas existenciales.
Por ejemplo: «Me dijiste que Dios lo hizo todo. Y
a Dios, ¿quién lo hizo?». Habrá que acompañarle y enseñarle a confiar en Dios,
a quien no puede ver ni oír, e introducirle en el misterio de la fe:
«Con Dios, es normal, no se puede explicar todo.
Cuanto más lejos vayas, más preguntas tendrás sobre Dios, ¡y eso es muy bueno!
Pero, en algún momento, Dios te llamará a dar un salto de fe, a creer en Él. Él
se revelará a ti y te hará entender quién es y cuánto te ama.»
La ayuda
del Espíritu Santo
¿Todos los niños están llamados a ello?
Los niños bautizados han
recibido todo el «equipo necesario»: fe, esperanza y caridad, así como la
capacidad de recibir los dones del Espíritu Santo. Este don del bautismo les
permite entrar libremente en un verdadero intercambio con el Señor.
La esperanza de ser amados
¿Qué está en juego en el encuentro
personal con el Señor?
Este encuentro permite experimentar el amor del
Señor en lo más profundo del corazón. En primer lugar, transforma el ser y la
vida de uno.
Algunos niños a veces experimentan tragedias.
Recuerdo que uno de ellos me confió: «Mi madre me odia y me lo dice todas las
mañanas.»
Cuando el niño descubre el amor eterno y gratuito
de Dios por él, nace la esperanza. El encuentro personal con el Señor también
puede tener lugar en cualquier lugar, en vacaciones, con otros…
Este encuentro siempre es posible, en todas
partes, y pasa a través del tiempo y las experiencias humanas.
¿Cómo
preparar un tiempo para la oración silenciosa?
Es importante que el escenario sea bello, tranquilo y
sobrio con algunas fotos bonitas, pero no demasiadas, de
lo contrario el niño sólo verá los detalles.
En la oración, el lugar del cuerpo es
importante. Siguiendo el ejemplo de los amigos de Dios, el niño aprende cómo
sus gestos tienen
sentido y se vuelven sagrados.
Es mejor no encerrar al niño en una posición fija.
La oración interior es un proceso personal. Evitemos hacer rezar al niño a toda
costa y preguntémonos: ¿dónde está el lugar para su respuesta de
amor libre?
El niño también debe estar disponible.
¿Cómo podría rezar si está demasiado preocupado, si no ha sido capaz de
expresar lo que le preocupa antes?
Una vez que esté bien
asentado, su inteligencia puede nutrirse de la palabra de Dios que lo llevará a
un diálogo vivo con
el Señor.
Siempre en evolución
La interioridad no es algo que se dé por sentado
de una vez por todas; es algo que se retoma una y otra vez, que se vuelve a
realizar a cada edad.
La relación con Dios evoluciona, y esto requiere
toda una vida. Vale la pena sembrarlo en el corazón del niño. El papa Francisco
dijo el 28 de junio de 2019:
«Enseñe a los niños a rezar. Porque vienen
inmediatamente al Corazón de Jesús. Jesús los quiere. La oración es una gran
manera de avanzar en la vida.»
Por
Bénédicte de Saint-Germain
Fuente: Edifa