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Miriam Esteban |
Hoy
quiero invitarte a silenciar la rutina del mundo y preguntar al Señor: “¿qué quieres que
aprenda?”.
Qué es la «fatiga pandémica»
En
los últimos meses, se ha hablado mucho del término “fatiga pandémica”.
Se
trata de una situación emocional en la que, cada vez, entra más gente: los que
viven solos, los que han perdido o ver peligrar su trabajo, los que han sufrido
el fallecimiento de amigos y de familiares. La sociedad está literalmente
descuidando el gusto por la realidad. Todos tenemos un espacio en nuestras
vidas al que nos queremos agarrar y controlar.
En
estos momentos, la Covid-19 ha destapado una situación existencial que ha convivido
siempre con nosotros. En muchos casos, la felicidad se percibe según las
circunstancias que vivimos. Podemos sentirnos felices cuando todo nos va bien.
Pero, la realidad nos está provocando con tal intensidad que nos estamos percibiendo frágiles y
necesitados ante algo que no podemos refrenar.
«No tengáis miedo…»
“Queridos amigos, que ninguna adversidad os
paralice. No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra
debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que
gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra (Benedicto XVI
20-8-2011).
Descubrir qué es lo esencial en nuestra vida
El
momento histórico que estamos viviendo es una ocasión para preguntarnos qué nos
sostiene en la vida. Es una oportunidad
para descubrir qué es lo esencial para vivir. Esta situación
nos empuja a volver a las preguntas del significado de nuestra existencia.
Nadie
sabe qué va a pasar. Es un tiempo de mirar la realidad cara a cara pues no todo
depende de nuestra capacidad. La Covid-19 nos revela la naturaleza de nuestra
necesidad.
“Ustedes
necesitan mantenerse firmes, permaneciendo en el plan de Dios para poder estar
allí cuando tenga lugar la plenitud prometida” (Hebreos 10:36).
Si
estás buscando la felicidad, debes de saber que Dios te ha creado para ser feliz. Él
te pensó teniendo un plan perfecto para ti. Un plan que nadie puede realizar
mejor que tú, con la ayuda del Señor.
“Así
que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su
afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6-34).
Dios nos ha elegido para esto
Por
tanto, ante lo que nos ha tocado vivir, no hay que bloquearse por nuestros
miedos, inseguridades o límites: Dios
se vale de nosotros con todas nuestras limitaciones para que se vea que la
fuerza viene de Él. Así como eligió a los apóstoles para una
tarea que a nuestros ojos puede parecer titánica, ahora nos ha elegido a
nosotros para cumplir su plan en el momento presente.
Escrito
está: «Creí, y por eso hablé» (Corintios 2, 13). En la circunstancia actual,
necesitamos personas que sean capaces de construir el tiempo y no de
consumirlo, personas en las que podamos ver encarnada la experiencia de la
acción providente de Dios.
Necesitamos rostros que, ante el espanto y el desasosiego, nos dejen
entrever la existencia de un Padre que nunca se deja ganar en generosidad y que
nos reviste de un significado proporcional a los más grandes desafíos de la
vida. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez
más excelente y eterno peso de gloria” (Corintios 2, 17).
«Invitemos a Jesús a la barca de nuestras vidas»
El
rostro más imponente es el del papa
Francisco, que el 27
de marzo de 2020 nos provocaba desde la plaza de san Pedro
con estas palabras: “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. Y seguía
afirmando lo siguiente:
“El comienzo de la fe es saber que
necesitamos la salvación. No somos autosuficientes; solos nos hundimos. Necesitamos al Señor como los antiguos
marineros las estrellas. Invitemos
a Jesús a la barca de nuestra vida. Entreguémosle nuestros
temores, para que los venza. Al igual que los discípulos, experimentaremos que,
con Él a bordo, no se naufraga. Porque esta es la fuerza de Dios: convertir en
algo bueno todo lo que nos sucede, incluso lo malo. Él trae serenidad en nuestras tormentas,
porque con Dios la vida nunca muere.”
¿Quién
ha dicho que hay que esperar a que acabe la pandemia para poder vivir?
Miriam Esteban Benito
Fuente: Aleteia